Por Yadira García
Quizás tú como yo has compartido la dicha de ser madre, este milagro de Dios lo supe en el año 2011, a mis 27 años, mi vida se transformó en una alegría constante.
El primer trimestre trascurrió con normalidad, hasta el segundo trimestre, a las 32 semanas me diagnosticaronhipertensión y esto generó que a las 33 se me desarrollara preeclamsia severa, y prematuramente nació Ana Isabella pesando 1 kilo 400 gramos y bajando de peso hasta 900 gramos.
Desde el momento en que te dan el resultado positivo de embarazo es motivo de alegría; el nacimiento es momento de fiesta y celebración. Pero ¿qué sucede cuando el parto se adelanta? ¿Qué pasa cuando una gestación termina prematuramente? ¿Cuáles son los sentimientos de los padres? Una avalancha de preguntas sin respuesta empieza a presentarse y la angustia nos invade ¿Por qué me sucede esto a mí? ¿Yo tengo la culpa? ¿Qué hice mal? ¿Cómo está mi bebé? ¿Sobrevivirá? ¿Qué es la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN)?
Ante el nacimiento de un hijo prematuro, todas las buenas expectativas se quiebran bruscamente y a la par llegan un sinfín de problemas que los padres tenemos que afrontar, en esta situación, en mi sentir, la que más sufre con esto es la madre.
Las mamás de un bebé prematuro nos enfrentamos a muchas dificultades, de las cuales les comento algunas: a la separación ante la hospitalización y gravedad del caso; al desprendimiento forzado de nuestro bebé, a sólo verlo por unos segundos, sin sentirlo, sólo darle un beso de despedida puesto que no sabes si lo volverás a ver con vida.
Haz llorado tanto, que no sabes en qué momento se terminarán las lágrimas. No recuerdas si comiste, si dormiste, pierdes la noción de quién ha estado contigo; tesientes tan sola, tan derrotada, tan poco capaz de todo.
Isabella fue conectada a las pocas horas de nacida a un ventilador porque sus pulmones eran muy débiles; al tercer día la intervinieron de emergencia, el pulmón derecho empezaba a sangrar, y había colapsado, por lo que corría peligro de que el pulmón derecho aplastara el izquierdo, este a su vez al corazón y que con esto se ocasionara un derrame cerebral. A los 7 días de nacida, después de estar dandole fórmula, me llamó el doctor para decirme que ya estaba tomando 12 mililitros e iniciaríamos con la leche materna para ver si la toleraba.
Fueron pasando los días hasta que llegamos al 27 en dos hospitales, uno privado y otro público, ya que los gastos hospitalarios para un bebé prematuro son muy elevados. Gracias a mi instinto materno, al doctor Mario García, a las enfermeras Nora y Olga y el equipo pesado de enfermeras de UCIN que me autorizaban cosas no autorizadas, fue que duramos tan poco tiempo hospitalizadas a pesar de los diagnósticos. Utilicé el método canguro y el masaje infantil, sin saber que existían y cuál era la manera correcta de practicarlos; le ponía música, le cantaba, platicaba el día a día. Cierto es que fueron días muy complicados.
A lo largo de toda esta difícil etapa en los hospitales, conocí padres que se enfrentaron dramáticamente al fallecimiento de su hijo y, en otras, a la probabilidad de que sobreviviría pero con secuelas. La experiencia en UCIN hace que estas situaciones se afronten con angustia y aumenta el sentimiento de culpa, no sólo es la estancia en UCIN, también en el hospital te das cuenta de tantas situaciones injustas, o que al menos así lo consideras, tantas discriminaciones, violaciones de los derechos humanos, por las que pasan las madres y padres, que te da impotencia no poder actuar en ese momento.
Desde el día que salimos del hospital me prometí que haría algo para apoyar a cada una de las mamás, realizar una buena promoción y cuidado de la salud materna y acciones para el beneficio de la maternidad y paternidad. Estoy en ese camino.