Ha sido una semana inspiradora y reveladora. No imaginaba que compartir un poco de mi experiencia postparto me conectaría con tantas mujeres. Algunas amigas, otras conocidas y muchas que no conozco y que sin saberlo compartimos más de lo que hubiera pensado. Esto es la magia de la maternidad: se crea una red invisible que nos une a todas. Hoy esta red la siento fuerte, especialmente entre mujeres-madres de bebés o niños pequeños, mamás primerizas o no, que transitamos la neblina postparto, que recién salimos, o que recién iniciamos. No importa en qué rincón del mundo nos encontremos, la situación particular de cada una, o las decisiones que hayamos o estemos tomando como madres, somos parte de esa red de energía sutil y profunda que nos une a todas. Ahí está. Sólo necesitamos reconocerla, reconocernos. Acompañarnos, escucharnos.
Después de leer comentarios y encontrar que somos muchas madres viviendo experiencias similares en relación al postparto, ratifico que es absolutamente necesario este tipo intercambio. Realmente es un tema del que no se habla para nada, pero del que muchas de nosotros vivimos profundamente. Un tema tan cotidiano y natural como misterioso y loco.
Hablemos del postparto
Es necesario darle voz a lo que no se habla. Es necesario platicarlo. Hablar de nuestro mundo postparto, de todo. De lo superficial y lo profundo, de la confusión y la dicha, de la quietud y el caos, de los retos y las lecciones. Me doy cuenta de lo importante que es honrar nuestra historia y compartirla, y lo poderoso que puede ser el ser testigos del camino de las demás mujeres con quienes compartimos la maternidad.
Me gusta pensar sobre esto no sólo como una reflexión, sino también como una puerta para seguir explorando y compartiendo el mundo postparto, y una invitación a generar propuestas que promuevan espacios para honrar este tiempo en la vida de las madres, para compartir experiencias, apoyarnos, inspirarnos, crear vínculos y nutrirnos de esta red materna que nos une y contiene.