Por Dona Wiseman
Este tema siempre me ha inquietado. No me considero feminista, pero a la vez me doy cuenta que me ofenden las actitudes de superioridad de parte de hombres hacia las mujeres, tan típicas del patriarcado y tan viejos como este sistema social. Pero también me ofende la misma actitud cuando es de parte de mujeres para con otras mujeres o para con hombres. Y también de blancos hacia personas de otros “colores” o esos de otros “colores” hacia los blancos, de un grupo étnico hacia otro grupo étnico, etc. Lo que me inquieta es que la “violencia” es un círculo vicioso que no tiene salida. Si los hombres, y la sociedad en general, me discriminan por ser mujer, y me maltratan de muchísimas maneras, ¿cómo puedo orientar mi lucha por la igualdad y la justicia de una manera que no incluya una actitud mía de violencia y exclusión hacia ellos? Me da tristeza cuando percato que la “lucha” por la igualdad incluye un deseo de dañar al otro. Entiendo el concepto de actuar en defensa propia y en momentos precisos es necesario. Me entristece de todas maneras. Mi ser, eminentemente idealista, desea un mundo en donde reine una consciencia superior. No se dará para mañana.
Vuelvo al tema de hombre vs. mujer. Una definición de feminismo dice:
Doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres.
Otra definición dice:
El feminismo es un conjunto heterogéneo de movimientos políticos, culturales, económicos y sociales que tienen como objetivo la liberación de la mujer y reivindicación de los derechos de las mujeres, así como cuestionar la dominación y la violencia de los varones sobre las mujeres y la asignación de roles sociales según el género. Wikipedia
Desde estas definiciones sí soy feminista. Reconozco que el patriarcado, con sus siglos de existencia a partir de su surgimiento como garantía de la continuidad en linajes y la propiedad privada, ha sido un sistema de injusticia y desigualdad con las mujeres y los niños como víctimas.
En voz de algunos autores, uno de los orígenes del patriarcado surge cuando el hombre primitivo comienza a intuir el importante rol del macho en la reproducción. Antes se entendía como una gracia de la diosa naturaleza para con las mujeres solamente. Una injusticia por desconocimiento e ignorancia quizás, como tantas injusticias lo son.
¿En qué consiste la equidad?
Hoy leí a un amigo:
“La igualdad se obtendrá cuando aprendamos a usar el amor y la aceptación incondicionales para apoyar unilateralmente nuestros procesos colaborativos de toma de decisiones.”
Esta frase me remite a la manera en que una sociedad (recuerden que dije que soy idealista) tendría que funcionar, la única manera en que la justicia realmente puede existir y ser la base de la convivencia. Para mí eso incluye que, dentro de mi lucha por justicia e igualdad, no puedo permitir la injusticia de parte mía. A mí me gustaría que hombres y mujeres trabajáramos de la mano, sin necesidad de comprobar quién es mejor o más fuerte. No me gustan las frases que claman la superioridad de la mujer. Me gustan los programas y los esfuerzos que promueven el desarrollo personal de hombres y mujeres. Creo que las mujeres necesitamos la sororidad, las reuniones y el apoyo de mujeres para mujeres y creo que los hombres requieren la fraternidad, las reuniones y el apoyo de hombres para con hombres. Y también creo que hay necesidad de reuniones entre parejas, entre familias, entre madres, entre padres.
Hay mucha necesidad de apoyarnos entre todos. ¿Será posible cambiar nuestra lucha para que sea una lucha contra la ignorancia? ¿Será posible que dejemos en el pasado lo incambiable y nos dediquemos a vivir de manera justa hoy?
Esta noche, la noche en que escribo esto, comienza un nuevo año. Ciertamente es una simple secuencia de tiempo lineal, pero nos significa. Brindo porque nos signifique más. No sólo buenos deseos, fiestas y propósitos. Brindo porque signifique un paso, aunque sea pequeño, hacia cambios reales, cambios en consciencia, cambios que nos lleven hacia el amor y la aceptación incondicional. Así sea.
Elizabeth Dávila
Como siempre muy buena columna. Gracias Dona!