Por Valeria González
Al ego le encanta tener la razón, la desea tanto que peleará por ella hasta que compruebe que la tiene. Por eso se habla mucho de la importancia de liberarse de la necesidad de tener razón. Esto no significa que únicamente te librarás de peleas innecesarias, esto va mucho más allá.
Todas nuestras creencias crean forma. Yo busco tener la razón y si en mi inconsciente o consciente creo que soy una víctima de este mundo, voy a atraer todas aquellas experiencias que me comprueben que lo soy. Por el contrario, si creo que nací con buena estrella, que tengo la mejor de las suertes, entonces voy a atraer circunstancias que lo prueben. No significa que esta persona no vaya a vivir experiencias que otros juzgarían como dolorosas o de fracaso, significa que va a sacar el mejor provecho de ellas y a salir fortalecido.
Aquí no hay castigos divinos ni karma entendido como una especie de pago. Aquí son nuestras creencias más profundas las que nos limitan o liberan. De nada sirve repetir afirmaciones positivas si la creencia inconsciente de fracaso es más poderosa. La creencia es mucho más poderosa que los pensamientos porque es un pensamiento que tiene grado de verdad absoluta para ti.
Ahora bien, qué pasa con las creencias que tenemos para con nuestros hijos. Cuando son niños chiquitos aquello que creamos de ellos los va a marcar de una manera impresionante y no solamente nuestra percepción de ellos, también la de ellos mismos.
La influencia de las creencias
Cuando crees que tu hijo es incapaz, entonces sucede lo mismo, nuestro ego busca tener razón e igualmente se atraen las circunstancias que me comprueban esa creencia. Llega a tal punto que muchas veces las ocasiones en las que el niño o niña pueden lograr aquello en lo que no creemos, simplemente se nos pasa, no lo vemos ya que nuestra atención está enfocada en tener razón (esto es inconsciente). Y pasa tantas veces que el niño o niña adopta nuestra creencia y entonces también se cree incapaz de lograr esto u aquello.
Un ejemplo muy simple es el “Te vas a caer, te vas a caer… ¿ya ves? ¡Te lo dije!” Claro que si solo fuera eso no sería tema, el asunto es mucho más complejo y profundo. Qué sucede si yo creo, estoy completamente segura en qué es lo mejor para mi hijo y cualquier cosa que no suceda en base a esas creencias la rechazo o castigo. Por ejemplo, crees que para triunfar en la vida se deben tener las mejores calificaciones en matemáticas y tu hijo no más no da una. Tu ves que el niño es incapaz en matemáticas, te preocupas, te sientas con él a hacer la tarea de mate, te desesperas y te dan ganas de arrancarle los cabellos cuando ves que no entiende. Entonces le contratas un tutor y así pasa toda la primaria: el niño sintiéndose incapaz porque puede ver tu creencia interna de que si no entiende matemáticas va a ser un fracasado en la vida. Y cuando el niño se suma a tu creencia, va a querer tener razón, todo esto inconscientemente.
Otro ejemplo común sería cuando tu hijo es brillante en música, pero tú sabes (o crees saber) que los músicos se mueren de hambre. Pero tu hijo insiste en que quiere ser músico, tratas de disuadirlo por todos los medios de que opte por tomar otro camino y tratas de que adopte tu creencia. En este ejemplo el joven se arma de valor y se dedica a lo que quiere, pero lo más triste del asunto es que tu ego (si es que no cambias tu creencia) va querer tener la razón, va a querer que se cumpla la sentencia de “se va a morir de hambre porque es músico”, en lugar de esperar el mejor de los éxitos para tu hijo.
Un ejemplo más de la lógica del ego sería el siguiente: crees que tu nuera no es lo mejor para tu hijo “esa muchachita le va a arruinar la vida”, y aunque se supone que es tu hijo y esperas su felicidad, a tu ego le daría un gusto enorme que se divorciaran en lugar de equivocarte y que tu hijo fuera inmensamente feliz con su esposa.
Nuestras creencias están basadas en el pasado. Ahí ocurrieron situaciones que nos las comprobaron. Pero nuestro ego quiere evitar completamente que vivamos el presente por lo cual utiliza toda su lógica para traer el pasado al presente y así se perpetúe una continuidad en este mundo de ilusiones.
Dicho lo anterior, ¿no será mejor liberarnos de nuestras creencias? Sin embargo, tratar de cambiarlas utilizando los mismos elementos que adquirimos en el pasado es también una trampa del ego. La mejor forma de hacerlo es el NO SÉ del que hablaba en el artículo anterior.
No podemos tener el control de todo
Aquí es donde es importante creer en una inteligencia superior llámese Dios, el universo, lo importante es confiar en que hay una inteligencia que sí sabe. Y al decir no sé pero confiar en esa inteligencia, te abres a un campo cuántico de posibilidades infinitas. Dejas el camino libre a esta inteligencia para que suceda lo mejor con tu hijo o hija, confiando plenamente y dejando a nuestro ego a un lado.
Esa confianza créanme, los niños la sienten y se empoderan en el mejor de los sentidos. Se sienten capaces y fuertes para tomar sus propias decisiones y fuertes para equivocarse, porque saben que equivocarse y aprender es parte del camino. Hay mamás con la mejor de las intenciones que evitan a toda cosa la experiencia de fracaso en los niños pero, si no dejas que nada les pase… entonces nada les va a pasar (como dice Dory en la película de Nemo).
Relajémonos y confiemos en que todo lo que pasa nos deja solamente cosas buenas.
Al final, de eso se trata la fe en Dios. Todos, absolutamente todos tenemos fe y la fe mueve montañas. La cuestión aquí es ¿a qué le tienes Fe? ¿a que tus hijos estén carentes de lo necesario para vivir felices? ¿a que si no son “exitosos” en el sentido occidental son fracasados? ¿a que los peligros los acechan en cada rincón y entontes tienes que solucionarles la vida? ¿No sería más sensato reconocer nuestros miedos, liberarnos al decir que no sabemos y entonces tener fe y confiar en quien sí sabe?
Para mí no hubo mejor bálsamo que esto cuando tuve que enfrentar problemas de salud con mi hijo menor y ahora reconozco cuántas bendiciones hemos tenido todos en la familia desde entonces.
No necesito juzgar mis experiencias o las de los demás porque NO SE porqué se dieron, solo confío en que son parte de mi camino o del de mi compañero o compañera aunque de momento no lo entienda, tengo fe y plena confianza en quien sí sabe. De todas ellas podemos aprender algo importante para nuestra liberación, nuestra paz y felicidad.
Barbara
Mi gustó el artículo!! A cambiar nuestras creencias y a tener una intensa FE!!
Y tenernos fe en nosotras mismas..!
Saludos!