Por Mayra González
¿Cuántas veces pensamos que la maternidad es cosa sencilla? Miramos a nuestro alrededor y en cada lugar hay una mamá; caminando por la calle, haciendo compras, llevando a sus niños a la escuela, trabajando largas jornadas, haciendo comida en casa o simplemente leyendo un libro. Pero, cuando nos preguntamos ¿qué hay dentro de ellas?, ¿qué es lo que están pensando?, ¿cómo se sienten? Tantas preguntas, y algunas veces no sabemos si tienen respuesta.
De una cosa estoy segura, cada mamá tenemos un poder dentro de nosotras. Puede ser que algunas no se hayan dado cuenta, pero poseemos una gran fuerza transformada en poder. Aun cuando solo comenzamos con ese pequeño deseo de querer ser mamás. En esos intentos fallidos por desear tener en brazos a nuestro bebé, tenemos el corazón expuesto, tenemos la fuerza de decir y probar, no una, ni otra, sino numerosas veces el convertirnos en madres, sin importar el dolor físico y emocional al que nos enfrentemos.
Esa gran fuerza que debemos tener para inhibir los comentarios ajenos sobre “¿Por qué esperamos tanto para embarazarnos? A cierta edad no es buena idea tener hijos pues ya tenemos en contra el reloj biológico.” O esas personas que dicen que cuidamos o educamos mal a nuestros hijos “¿Por qué pruebas nuevas cosas? ¡Si lo mejor es como lo hacían antes!” Muchas veces respondemos que estamos convencidas que eso es lo mejor para sus hijos, aunque por dentro nos llenamos de dudas, preguntándonos si estaremos haciendo lo correcto. Sin embargo, hay una fuerza que nos dice que sí.
¿Qué decir de las mamás que trabajan día a día y dejan parte de su corazón junto a su pequeño en la guardería? Ese nudo en la garganta que tienen que soportar, cada vez que se queda llorando. “Tal vez mañana sea un mejor día para los dos.” Piensan, dentro de ellas. Tienen esa fuerza para poder concentrarse en el trabajo, cumplir sus responsabilidades, preguntándose: ¿valdrá la pena? Porque no pueden sentirte culpables cuando no cubren la jornada completa o al no estar con su pequeño en esos momentos especiales, en sus primeros pasos, palabras, juegos y bailes. No saben las respuestas. Tienen el poder de que su cuerpo esté en el trabajo, pero su mente y su corazón, con sus hijos. Tienen el poder de decidir qué es mejor, si abandonar o rechazar algún empleo, o bien poner en pausa sus sueños, para poder dedicarse a su maternidad.
Maternidad de tiempo completo
Ni hablar de los días que se enferman. ¿Es cierto que se puede sentir lo que otro cuerpo siente? Porque las mamás, podemos sentir el dolor de nuestros hijos, cuando les duele un pequeño raspón y sus lágrimas caen por sus mejillas; cuando están tendidos en cama por fiebre; cuando tuvo un mal día en la escuela; cuando un amiguito no lo invitó a su fiesta o cuando el doctor nos da el peor diagnóstico. Sin embargo, tenemos el poder de curar, de sanar, de hacer sentir mejor simplemente contando un cuento, dando un baño con agua tibia, preparando la comida favorita, viendo una película con palomitas, velando toda la noche, hasta que cese la fiebre y el malestar.
Qué pasa cuando los hijos crecen y dejan de ser niños, para convertirse en adolescentes que ya no quieren estar con mamá. A menos que sea para llevarlos a una fiesta o de compras. Nos preguntamos: ¿en qué momento creció tan rápido?, ¿en qué momento cambió tanto? Algunas tardes están llenas de peleas, pero somos capaces de hacer hasta lo imposible por transmitirles todo lo bueno que conocemos. No dejaremos de invertir en su educación, en sus proyectos, en su estabilidad emocional, porque creemos en nuestros hijos y estamos seguras que algún día dirán: “Mi mamá tenía razón.”
¿Cómo es posible que una mujer tenga tanto poder? Es el poder de la maternidad. Sentir que, esas decisiones que tomamos, que para algunos quizá no estén bien, para nosotras es cosechar en tierra fértil. Es ser multitasking. Sí, esa aptitud que hoy en día piden tanto en los trabajos. Alguien con la capacidad de hacer multitareas bajo presión. ¡No lo dudes ni un instante, esa habilidad la tienes tú!
El poder de la maternidad es ser experta en muchas profesiones al mismo tiempo. Es correr, llorar, reír, soportar. Es un poder que nace del corazón y nunca muere. Es esa oración que a diario pide por su bienestar y futuro, la oración más poderosa: la de una madre por sus hijos.