Por Dona Wiseman
Anoche me puse triste. No, no me puse triste. Me invadió la tristeza, así como pasa cuando me enojo, me asombro, me da miedo, me alegro. Sucede. O ¿alguien de ustedes planea desde la mañana las emociones que experimentarán durante el día? No sé qué pasó. De pronto estaba triste. Hay muchos factores que pueden influenciar en el estado emocional de cualquiera de nosotros. El clima, las hormonas, la gripa u otra enfermedad, el cansancio, la alimentación, el estrés, situaciones económicas, asuntos políticos, un sinfín de cosas y de eventos. Entonces las emociones nos suceden. No podemos decidir enojarnos o no. No podemos ponernos contentos por declaración. Lo que sí podemos hacer es decidir lo que vamos a hacer con las emociones que traemos.
Si nos enojamos podemos tomar un paso hacia atrás para determinar cuál será la mejor reacción ante lo que está sucediendo, entre la gama de reacciones y acciones posibles. He escuchado a muchas personas decir que cuando se enojan tienen que expresarlo. Quizás eso sea cierto, pero pelearme con mi jefe en el trabajo puede no ser algo que me conviene, entonces en ocasiones optamos por reprimirnos. No, reprimir las emociones no es la solución tampoco.
Si me enojo con mi jefe, quizás no puedo procesarlo directamente con él. Quizás necesito usar otra técnica para trabajar con mi enojo y poder buscar una solución dentro del ambiente del trabajo para los problemas que se están dando.
Y ¿qué puedo hacer con la tristeza? Anoche me “tomó”. Antes de poder hacer o proponer otra cosa me sentía hundiéndome hacia el llanto y la desesperanza. Una sensación profunda de soledad me invadió y no había más remedio. Entonces, ¿soy víctima de mis emociones? No, de ninguna manera. Las emociones son naturales. Y hay que vivirlas. Sí. Cuando estamos tristes, darle su lugar a la tristeza, preguntarnos ¿qué es lo que está sucediendo, a qué reaccionamos con tristeza? Y en el enojo igual. ¿Qué de la situación me provoca esta reacción? ¿Qué sucede en mi relación con la otra persona o con la situación? ¿Qué me enseñan estos eventos de mí?
No todos nos entristecemos o nos enojamos en las mismas situaciones. No nos dan miedo las mismas cosas. No nos alegran las mismas cosas.
Mi invitación es que lloremos cuando eso toca. Propongo que reconozcamos las emociones que traemos y que procesemos. Podemos escribir, hablar, ir a terapia, caminar, hacer ejercicio, dibujar, meditar, escuchar música afín a la emoción. Hay muchas maneras de procesar una emoción sin arriesgar nuestras relaciones. Sin reprimir y sin destruir. Así sea