Por Mayte Cepeda
Este mes siempre es y será buen pretexto para platicar sobre el amor. El amor que tienes para tu propia persona, para quienes forman parte de tu vida, para las personas que, aunque no formen parte de tu vida, tienen o tuvieron algún lazo por el cual siga presente, así como el amor para los seres inferiores como los animales, la naturaleza y tu entorno.
En nuestro cuerpo existen unos centros o sitios donde se concentra la energía lo que comemos, respiramos, vibramos y, en general, de lo que recibimos. A estos centros de concentración energética se les conocen como chakras y en nuestro cuerpo albergamos una cantidad enorme de éstos, sin embargo los más importantes corren de la base de la espina dorsal hacia arriba hasta la coronilla. Sobre los chakras podríamos platicar largo y tendido, pero en esta ocasión me centraré solo en el que tenemos ubicado justo en el área del corazón. Se le conoce como Anahata Chakra, y lleva este nombre ya que su raíz sánscrita significa “aquello imposible de romper”. Se trata del centro que concentra una de las energías más puras y fuertes, que es la energía del amor.
Anahata se relaciona con los tonos verde y rosa; verde que significa pureza, de conexión con la naturaleza, con la vibración de sanar, de reconectar; el tono rosa se relaciona con el amor, la compasión y la expansión del ser.
El chakra del corazón, inteligentemente ubicado en el centro de nuestro cuerpo, justo encima de los chakras inferiores o “más humanos y materiales” y los chakras superiores o “más espirituales” de los cuales platicaremos en otro momento, tiene su ubicación justo en el centro del pecho, en el esternón y ya que su energía es de las más importantes y fuertes –la del amor—tiene relación e impacto además con funciones vitales de nuestro cuerpo. Esto significa que existen maneras de estimular sus propensidades o inclinaciones positivas, como la de fortalecer nuestro sistema inmunológico y regular el sistema linfático, gracias a su relación con la glándula timo que, entre muchas cosas, es la gran culpable de las sensaciones de felicidad y gozo que podemos experimentar. En el plano físico, podemos estimular anahata chakra con posturas que tiendan a abrir nuestro esternón, como los arcos y ejercicios para abrir el pecho; de igual manera las torsiones de cintura hacia arriba pueden ayudar en su estimulación.
Existen muchas maneras de activar positivamente este chakra. La manera más obvia sería la de dar amor. Pero como siempre es más fácil decirlo que hacerlo, vamos viendo cómo prender la llamita de anahata chakra con situaciones simples y ordinarias de las que seguro no nos percatamos. Con esto quiero referirme a todas aquellas pequeñas y diminutas actitudes que podemos tomar en el día a día, con nosotros mismos, con quienes nos rodean. Desde que amanece y comienzas tu día agradeciendo y dando de ti a las personas con las que vives, y te rodean. Preparar café, desayuno, desear un buen día para tu familia, estar pendiente de las cosas que faltan en casa, de llevar a tus hijos a sus clases, de comprar aquellos pendientes del super, de cuidar los detalles que hacen que los demás se sientan queridos por ti, eso es una plena activación positiva de anahata chakra.
Dicen que cuidado con lo que deseas, pues se te puede cumplir. Con la energía del amor todo puede multiplicarse y expanderse, pues esa es su tendencia. Y como damos lo que recibimos, así entonces, date amor, da amor a tu gente y verás automáticamente el reflejo multiplicado del amor en ti, a tu alrededor.
Cuando actuamos en amor verdadero, lo negativo no encuentra lugar ni ubicación. El amor recorre y rellena todos los espacios vacíos tal y como lo hace el aire. La energía del amor que emerge del cuarto chakra proviene de un amor más profundo y sincero. No es de dientes para afuera. No se trata de un amor que dice te quiero, se trata de un amor que demuestra que te quiere. Es más puro y va de la mano con la compasión y la empatía. El amor de anahata chakra mezcla las energías femenina y masculina que todos tenemos en nuestro ser y de esa convergencia surge su fortaleza. Namasté!
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