Mujer vs Mujer

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Por Jessica Rosales

“Entre mujeres podemos despedazarnos, pero jamás nos haremos daño”. Esta famosa frase de una obra de teatro de los años 90s refleja un poco de lo que ocurre en el círculo de las mujeres.

Pero vamos, más allá de un tema de simple rivalidad entre dos personas, analicemos cuando la situación se convierte en misoginia: el odio y la aversión a las mujeres.

Por costumbre o cultura, concebimos que ese sentimiento nace sólo de la población masculina, pero en muchas ocasiones, tal vez en el día a día, esta situación se registra de mujer a mujer.

Constantemente escuchamos y hablamos del poder de este género, sin detenernos a analizar que ese poder podría ser peligroso si es mal encauzado.

Es cierto que cada vez hay más sitios directivos ocupados por mujeres que, a pesar del machismo que aún prevalece, han logrado abrir este camino en el mundo laboral. No obstante, al mismo tiempo han proliferado agresiones en contra de las mujeres, muchas veces hechas por personas de nuestro mismo sexo.

¿Cuántas de ustedes han recibido un desprecio de otra mujer por diversas circunstancias? ¿Cuántas de ustedes han criticado a otra por su apariencia?

En el ambiente laboral, puede generarse una rivalidad entre dos compañeras de trabajo, pero hay ocasiones en que deja de ser competencia y se convierte en un serio problema.

La misoginia ofende, humilla, incluso lesiona a su compañera de trabajo, y a través de un “juego sucio”, trata de descalificarla aprovechando su condición de género, sí, a pesar de que ambas pudieran estar en iguales circunstancias.

Un posible descuido por atender una emergencia familiar o un error relacionado con su personalidad pueden ser utilizados como arma en una batalla en donde la agresora conoce perfectamente las características de su víctima porque se refleja a ella misma.

¿Por qué no nos solidarizamos?

Es común en nuestra cultura machista que, repito, no es exclusiva de los hombres, que una mujer comente y difunda en su entorno que su igual logró un ascenso laboral o un puesto directivo por su apariencia física, probablemente por la ropa provocativa que usa o por utilizar argucias personales y no por su capacidad.

No son sólo los hombres quienes nos llaman zorras, lobas, perras o víboras, somos nosotras las mujeres quienes creamos estos estereotipos para excluir a otras mujeres con determinada personalidad, una que tal vez no nos gusta.

Es natural diferir de los hábitos y gustos de otras mujeres, pero hay que cuidar cuando esto se convierte en una obsesión y un odio hacia la de enfrente.

Cada caso es distinto y las acciones a efectuar deben basarse en la situación en específico; habrá que valorar si es necesario reportarlo, denunciarlo o simplemente tomar distancia.

Hay un gran número de asociaciones civiles que agrupan a mujeres talentosas para apoyar a sectores vulnerables; hay otras en donde las mujeres se solidarizan entre sí para impulsarse hacia arriba.

Comencemos por terminar con la misoginia de mujer a mujer para combatir los otros problemas del género, y si sientes que eres víctima de desprecio, odio o discriminación, recuerda que No Estás Sola, siempre habrá alguien, incluso otras mujeres, que te tiendan la mano.

Jessica Rosales

Soy periodista, jefa de familia y orgullosa mamá de un niño de 8 de años. Tengo 17 años en el ejercicio periodístico y hace 5 años me di a la aventura de fundar mi propia Agencia de Noticias UNIMEDIOS de la que soy Directora General. Actualmente también conduzco el noticiero Capital Noticias en Saltillo, Coahuila. Me apasiona escribir y elaborar análisis de diversos temas. Tengo una columna de opinión en El Heraldo de Saltillo y La Otra Plana.

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