La crianza, tan permanente como un tatuaje.

crianza tatuaje permanente
Por Laura Prieto

Empecé a tatuar hace 14 años, desde entonces no he dejado de aprender, es un oficio muy enriquecedor, cada día es diferente, no tengo una rutina de trabajo, no veo a la misma gente, es resolver, planear, imaginar, y al final generalmente, quedan hermosos resultados.

Por otro lado, la crianza, que es mi trabajo de por vida, me parece mucho más complicada, aún estoy aprendiendo mucho, tengo una amiga, que tatuo desde hace muchos años, el último tatuaje que le puse fue hace un par de semanas, le hice un diseño que representa a su familia, plasmé el amor por sus hijos, ella es una mujer admirable, muy trabajadora, muy buena mamá, y felizmente sus hijos van muy bien son niños felices, ese día recibió una llamada de su hija mayor, de quince años, la niña no había tenido clases, y le platicaba a su mamá que había preparado la comida: unas flautas de pollo, arroz, ensalada, salsa picante, llamó a su madre para que llevara crema para acompañar las flautas, la mami, orgullosa y sorprendida al teléfono, cuelga y me platica con detalles lo que hizo su niña y me compartió que esa niña y sus hermanos se ayudan entre ellos, hacen sus tareas de la escuela y de la casa juntos, que hacen un buen equipo.

Me dejó pensando y admirando que niños de ahora, sigan con esos hábitos que a gente de mi generación nos inculcaron; porque en el estudio, es más común que las madres me platiquen acerca de todo lo que hacen por sus hijos: lavar los uniformes a última hora, ir a la escuela a buscar el suéter olvidado de un niño de 12 años, pedir las tareas en los chat de los colegios, juntarse las madres para hacer los proyectos escolares que les encargan a los hijos, un día un “niño de veintitantos” me platicaba agobiado que no sabía qué hacer porque sus papás se irían de vacaciones y la señora de la limpieza estaba enferma, entonces estaría solo y no sabía hacer de comer, lavar la ropa o todas esas sencillas tareas del hogar.

Después de ese tatuaje, me puse a analizar mi método de crianza. Cuando era niña, en casa mi madre nos enseñó muchas cosas, lo hacíamos como juego o por gusto, lavar los uniformes diariamente, lo lavábamos a mano, porque ¿cómo íbamos a desperdiciar el agua de una lavadora para lavar sólo un uniforme?, de nosotros dependía ir bien presentadas a la escuela, era dejar las calcetas bien blancas, si al día siguiente íbamos mal vestidas a la escuela eso era por nuestra culpa, los zapatos los lustrábamos todas las noches, recuerdo a una muy querida maestra de primaria, la maestra Chelito, ella nos decía: no anden como los pavorreales, muy bonitos de arriba, pero al verles los pies están llenos de lodo, y así lo hacíamos, era una competencia tener los zapatos más brillantes.

Mi mamá nos dejó muy claro que teníamos que cuidar nuestras pertenencias, regresar a casa con todo: libros, cuadernos, suéteres, lápices, y si no, de nosotros dependía encontrar lo perdido, si por alguna razón no lo encontrábamos, no habría otro para remplazarlo, y sería explicarle al docente porque no llevábamos el uniforme completo, o porque no teníamos tal libro, afortunadamente nunca me pasó, pero de imaginarlo y pensar en la pena que esto me acarrearía, procuraba cuidar muy bien mis cosas. Me enseñaron a no desperdiciar, en aquel entonces no había consumismo como ahora, un lápiz se usaba hasta que se acababa, literalmente, los útiles escolares nos duraban todo el año, no perdíamos las plumas o borradores, si al final del año, sobraban hojas de los cuadernos, las juntábamos y hacíamos uno nuevo, y podría ser para dibujo o un diario, eso nos emocionaba mucho. Tengo muchos ejemplos, de niña me formaron una buena conciencia de responsabilidad, ser responsable de mí y de mi alrededor, mantener limpios mis espacios, en la escuela una vez a la semana todo niño se quedaba a limpiar la escuela, y salíamos una hora más tarde cuando “nos tocaba el aseo”, en la actualidad hay escuelas muy buenas que les enseñan a los niños a hacer eso, pero son pocas.

Soy madre, y me mortifica pensar que podría no criar bien a mi hijo, me sorprendo a mí misma al pasar el límite entre ayudar a mi hijo o enseñarlo a valerse por sí mismo, a veces le hago las cosas porque es lo más fácil o porque tengo mucha prisa, esto va más allá de la preocupación de la infancia, estas pequeñas responsabilidades, van a formar el carácter de nuestros hijos, el llevar un control y organización de su vida, sentir que dirigen algo, esto es, a ellos mismos y que pueden hacerlo bien, les da seguridad, aprenderán que para que algo suceda depende de ellos, enseñar a nuestros hijos a organizar y mantener un entorno inmediato funcional, será el inicio del aprendizaje que los llevará a poder manejar entornos más grandes, más complicados, cuando su mundo se abra podrán tener las herramientas para resolver lo que vaya llegando.

Feliz martes.

Laura Prieto

Nací en Saltillo, Coahuila hace 32 años. La vida me llevó a aprender a tatuar, complementé mi aprendizaje estudiando artes gráficas y haciendo toda cosa creativa que llegara a mí. Ahora soy madre, esposa, llevo 14 años en el mundo del tatuaje y sigo feliz y encantada de trabajar en lo que estoy.

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