Por Laura Prieto
Los tatuajes, como la música, nos dan identidad, sentido de pertenencia. Plasmar nuestros gustos en la piel nos da la satisfacción de recordar y celebrar. Para mí, la música, es una parte muy importante de mi vida. Durante mi adolescencia, usualmente quería escuchar música diferente, no me gustaba lo que había en la radio y, poco a poco, el mundo del rock y del metal se fue abriendo frente a mí e hice de estos gustos parte de mi personalidad.
Tengo una amiga muy querida, Alice, la conozco desde hace casi cuatro años, le hice su primer tatuaje cuando mi niño era de meses. Tatuaba en mi casa, estaba por abrir mi estudio. Su primer tatuaje fue una combinación de nervios, dolor y el llanto de mi bebé. El acompañante mecía la carriola. Afortunadamente el resultado fue un bello tatuaje, el primero de cinco, los siguientes fueron en honor a las bandas favoritas de Alice: Mago de Oz, Megadeth y algo de In Flames, tatuaje de amor hacia su esposo. Cada uno representa una parte de ella misma, son parte de su vida. Ella se entrega a su música y muchos que tenemos la dicha de conocerla, sabemos que Alice tiene una personalidad musical, la vida de Alice tiene un soundtrack. En una ocasión, estaba por tatuarle un gran dibujo de Megadeth, hablábamos de música, por supuesto, y le platiqué que una vez, puse una de mis listas favoritas en casa, después de haber esperado por mucho tiempo lo que creía sería la edad adecuada para que mi hijo escuchara thrash metal, pero él al escuchar la música me preguntó: “¿Qué es ese ruido?”. Entonces asumí que no compartimos los mismos gustos musicales.
La música nos hace viajar. Cada banda, cada álbum, nos remonta a alguna etapa de nuestra vida. Podemos recordar y viajar, es como una línea del tiempo, hay música que se queda con nosotros para siempre, hay alguna que olvidamos y cuando por alguna razón la volvemos a escuchar reviven las memorias. Y es que la vida tiene música de fondo, desde los boleros y mariachis de los abuelos, las sonoras, rondallas y música clásica de los padres, el rock and roll de las madres, la música regional de los bailables de primaria, todo eso se queda grabado en nuestra memoria musical.
La música nos identifica, es una parte muy importante de la vida, nos aferramos a nuestros gustos, y los mantenemos para siempre, nos tatuamos la música, algún nombre de canción, alguna portada de álbum, el nombre de nuestra banda favorita, estrofas musicales, hay muchos tatuajes musicales como gustos en el mundo.
Ahora, en la maternidad, he aprendido a ceder y mi repertorio musical se ha ampliado, este último mes me acompaña el soundtrack de Trolls, una y otra vez, la música de Lego también, y de repente en casa cantamos y bailamos Canciones del Reino Infantil, Little Baby Bum, La Gallina Pintadita y un sinfín de ritmos sencillos y pegajosos, así es la magia de la música.
Y tú, ¿llevas algún tatuaje musical? Yo sí.