Por Mayte Cepeda
Me atrevo a decir que todas las personas en este mundo, tenemos o hemos tenido en algún momento de nuestra vida, miedo a algo o a alguien.
El miedo proviene del vocablo latino metus y se refiere a la sensación o emoción que se manifiesta en nuestro ser a causa del peligro real o imaginario que nos altera y provoca sensaciones de angustia, ansiedad y en ocasiones de falta de autocontrol.
Bajo el mismo mecanismo del estrés, el miedo tampoco es tan malo, ya que pone en alerta nuestros sistemas para estar atentos a lo que venga y nos activa un mecanismo natural de defensa, que “permea” y procura la menor afectación física que la emoción o el miedo pueda causarnos. Este tipo de miedos obedecen más al instinto que nos lleva a intentar protegernos de algún mal.
Pero hay de miedos a miedos.
Existen otro tipo de miedos no instintivos que mantienen nuestra energía más densa, nos mantienen pasivos, frustrados y nos impiden liberar cargas emocionales que van acumulándose incluso contra nuestra propia voluntad o sin que estemos plenamente conscientes de ello. Estos miedos “energéticos” luego son los responsables de que en ocasiones no nos creamos capaces de lograr algo; ¿cómo voy a acceder a un mejor puesto laboral si mi capacidad es muy limitada? ó ¿cómo puedo aspirar a que él (o ella) se fije en mí, si es mucho mejor que yo?, ¿cómo podré ser feliz sola (o), si la soledad es lo peor que puede pasarle a una persona? Y un sinfín de cuestiones de este tipo, que lo único que representan es una exteriorización de miedos que nos amarran e impiden que podamos crear y liberar una energía más sana, potencializar nuestro brillo y fortalecer el amor propio. Luego estas sensaciones van creando patrones de conducta estandarizados o impresiones que se adhieren en nuestra mente, generadas a raíz de algún suceso que nos haya marcado en determinado momento. Estas sensaciones o impresiones que vamos repitiendo como respuesta a algún estímulo, miedo o emoción, se conocen como samskaras.
Esos miedos o emociones, al ser repetitivos o haber marcado nuestra existencia, energéticamente se van acumulando en nuestro ser. Posiblemente hayas experimentando alguna vez una rigidez muscular, contractura, o una molestia física a la que no le encuentras origen o explicación del porqué la sientes, si no te lastimaste, no realizaste ningún esfuerzo que te lo pudiese haber provocado, solo la sientes y te molesta y para acabarla de amolar, te provoca más miedo el no saber por qué te sientes así.
Estos malestares físicos pueden relacionarse con los miedos que llevamos dentro y que tal vez no sabemos que ahí los traemos. Uno muy recurrente es el dolor del cuello, justo en la nuca. A este malestar comúnmente lo asociamos a la tensión, a una mala postura o a una almohada incómoda. Sin embargo, la explicación puede ser que no vaya más allá de un miedo atorado y que tu cuerpo te está avisando que lo quiere fuera.
Mediante diversas herramientas, los bloqueos o malestares derivados del miedo, pueden ir poco a poco disolviéndose y dejar que la energía o prana (energía vital del Universo) recorra nuestro ser sin más obstáculos. Una de esas herramientas es la práctica del yoga.
Con la práctica de posturas de yoga, podemos ayudar a nuestro cuerpo a liberar de esas molestias que eran inexplicables y que ahora podemos asumir que se generaron a raíz de miedos que se fueron acumulando. Existen diversas posturas de yoga que al realizarlas, nos generan emociones raras, y no es una incomodidad física necesariamente, sino una incomodidad emocional y es ahí donde debemos hacer énfasis para liberar la incomodidad mediante la repetición de esa misma postura, pues se está trabajando en el plano físico, mental y emocional para liberar lo que tenemos atorado y nos está causando problema. En otros casos, existen posturas que al entrar en ellas, nos generan una sensación de alivio, incluso puede ser que sientas que te invade algo así como un éxtasis o felicidad inexplicable al hacer esa postura. Ahí caemos en la cuenta del trabajo y la energía que se mueve, con la simple realización de posturas acompañadas de una respiración correcta. El yoga trabaja con la energía de tu ser. Si tu propia energía requiere pasar por una “barredora” no dudes que con el yoga lograrás buenos cambios y transformaciones. Aprendes a conocerte mejor, a saber escuchar cuando tu cuerpo intenta decirte que algo no va bien, y que evites disfrazarlo con medicinas o remedios temporales. ¡Namasté!
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