Por Jessica Rosales
Un amplio debate se ha desatado en redes sociales por el amparo que un juez le otorgó a Diego Cruz Alonso, uno de los “Porkys de Costa de Oro”, cuyo caso causó polémica a nivel internacional.
El amparo que otorgó Anuar González Hermadi, juez tercero de Distrito en Veracruz, permitió la libertad del joven, acusado de pederastia y abuso sexual en contra de Daphne Fernández.
Se trata de un abusador sexual confeso que podría quedar en libertad debido a que una autoridad considera que su conducta no fue lasciva, lo que hace referencia al deseo sexual que siente una persona y la lujuria sin control.
El dictamen del juez añade que un roce no puede ser considerado violación, al explicar gráficamente que los dedos en la vagina de la víctima no son una penetración.
Los cibernautas, la mayoría con mensajes de indignación, debaten el hecho. Algunos culpan al juez, otros al Ministerio Público que pudo haber integrado mal la averiguación y otros tantos a la posible mala estrategia de los abogados de la víctima.
Si analizamos el hecho, efectivamente pudieron existir factores como la actuación del Ministerio Público y de los abogados. Incluso salieron a relucir las relaciones personales del juez con la familia del acusado.
Independientemente de ello, ¿en qué conciencia cabe argumentar que introducir los dedos en la vagina de una mujer en contra de su voluntad no implica un abuso sexual? Tristemente en la de este juez.
El caso de Daphne, por las circunstancias en las que ocurrió, se hizo público a nivel internacional, pero la actitud del juez Anuar y su evidente insensibilidad no es exclusiva de este caso.
Hace aproximadamente unos 6 años, aquí en Saltillo, una joven de alrededor de 15 años salió de su casa muy temprano, cuando aún no clareaba el día. Como era habitual, caminó por las calles de su barrio, aquel en donde es nula la presencia policiaca, para tomar el transporte público y dirigirse a la secundaria.
En una de las calles, un hombre a bordo de una camioneta tipo van la vigilaba y la interceptó para subirla al vehículo y manosearla, obligarla a hacerle sexo oral e intentar penetrarla, aunque no logró por completo su cometido, derramó semen en su pantalón.
Su madre interpuso la denuncia ante la Procuraduría, la autoridad local integró la averiguación y logró detener al sujeto para continuar con el proceso judicial. El caso quedó en manos de la juez Tercero en Materia Penal, Carlota Velázquez de Luna, quien hoy es juez de Primera Instancia Penal del Sistema Acusatorio Oral.
La familia de la joven decidió hacer público el caso por las irregularidades que consideraba existían en el proceso, pero además por la soberbia y grosera actitud de la juez, quien intentó hacer que la joven se sintiera responsable del hecho.
Como parte de mi labor periodística, acudí a los juzgados y solicité una entrevista con Carlota para conocer de su voz los detalles. Me recibió de forma amable y confiada en sus palabras, me comentó sus consideraciones y postura sobre el caso.
Quedé atónita. La juez aseguraba que no existía prueba del abuso sexual, porque aunque la víctima señalaba que el sujeto la obligó a practicarle sexo oral, no había semen en la boca.
Le comenté que el dictamen de los médicos legistas acreditaba enrojecimiento en su parte íntima como prueba de que intentó penetrarla. Su respuesta: “Tú sabes que las mujeres cuando vamos al baño y nos limpiamos muy fuerte con el rollo nos podemos lastimar”.
No daba crédito a sus palabras, y aunque hace casi 6 años la evidenciamos en el noticiero de radio en el que trabajaba una servidora, no existía el alcance de las redes sociales y la gran difusión que hoy puede tener un caso como este.
Aunque el pleno del Consejo de la Judicatura Federal (CJF) suspendió al juez Anuar González Hermadi e inició un procedimiento de investigación administrativa, es importante que se vigile a estos jueces, muchos de ellos corruptos y que actúan con juicios subjetivos, en algunos casos, por intereses económicos.
En la mayoría de las ocasiones los titulares del Poder Judicial son indiferentes a este tipo de casos hasta que se hacen públicos. Sí tú eres víctima y a pesar de denunciar un hecho como este ante las autoridades no te escuchan, entonces hazlo público, ten la seguridad de que una gran ola de solidaridad se volcará a tu favor porque NO ESTÁS SOLA.