La cuaresma y las Delicias del desierto nos premian con manjares únicos de la zona y de la temporada.
Ivonne Orozco
La cuaresma es un culto a la fe y a la esperanza de los católicos. Los ayunos, el alimento espiritual y también el alimento del estómago son característica clásica de estas fechas. Tradicionales platillos se consumen y unen a las familias. La ausencia de la carne, nos llega caída del cielo, para hacer un detox de las cosas que componen nuestra naturaleza humana: cuerpo y espíritu.
Chicales, cabuches, flor de palma, camarón, pescado, capirotada, orejones, acelgas, lentejas, tortitas de papa, nopalitos y un delicioso pipián.
El desierto da, en su árido entorno, un premio a la gloria de los creyentes, proveyéndolos de majares únicos como los cabuches: una flor del desierto que nace en la biznaga de espina roja. Antes de florecer, este botón es comestible y sumamente delicioso. Los ranchos y etnias del desierto se visten de fiesta para piscar entre el sol y las culebras este manjar.
- 1 kilo de cabuche
- 1 cebolla mediana
- 2 dientes de ajo
- 4 chiles guajillos (cascabel)
- 4 chiles anchos
- Comino y sal al gusto
Preparación
- Se quita el tallo de los cabuches y se ponen a coser en agua con un poco de sal, 30 minutos. Después se pican un poco.
- Los chiles se hidratan en agua caliente, se despepitan, se muelen y se cuelan.
- En una cazuelita se pone un poco de aceite y se sofríe la cebolla, el ajo y los cabuches.
- Se incorpora el chile, la sal y los cominos, se deja sazonar. Si es necesario, se vierte un poco de agua por 5 minutos y estarán listos.
- Una vez cocinados podemos acompañarlos con una rica torta de papa o frijolitos refritos.
También este guiso se puede desayunar con huevito revuelto, unas ricas tortillas y salsa, de preferencia.