Por Jessica Rosales
Esta mañana me levanté, como todos los días, con mis súper poderes, dotada de una amplia gama de habilidades de combate superiores.
Desde las 5 de la mañana activé todos mis dones para iniciar la jornada: revisé que la máquina especial que hierve el agua (boiler) estuviera prendida para que todos los que viven en mi guarida (familia) pudieran alistarse. Usé mis habilidades para crear fuego (prender el piloto) y tener un inicio exitoso.
También tuve que verificar que los trajes de los pequeños súper héroes (uniformes) estuvieran limpios y listos para su próxima misión (la escuela), a donde los llevaría en nuestro jet invisible (un auto compacto o tal vez una camioneta despintada).
Pero antes había que preparar las provisiones especiales (desayuno) para que las fuerzas de nuestros súper héroes pudieran responder a la batalla del día, tanto para los pequeños como para el varón que a algunas nos acompaña (marido).
Aprovechamos un poco la mañana para concentrarnos en nuestra primera tarea (el trabajo), si con nuestros súper poderes logramos hacer algo adicional a lo habitual, ganamos tiempo para el siguiente día (descanso).
Había que regresar por los pequeños súper héroes para verificar si adquirieron más habilidades, hablamos con su mentor (la maestra) para revisar algunos puntos de su entrenamiento (educación) y de pasada conocer los pasos a desarrollar para la siguiente encomienda (tarea). Hay que apoyarlos para adquirir más dones que los ayuden en futuros desafíos (la vida).
Al regresar a la guarida preparamos un potenciador especial (comida) para que estos delicados personajes no se debiliten con algún tipo de criptonita, como a veces le pasa al compañero Superman.
Regresamos a realizar nuestra labor diaria en la oficina secreta un rato más y unas horas después volvimos a la guarida (casa) para planear nuestra siguiente misión del día: derrotar a los villanos y salvar al mundo (limpiar, lavar, preparar la cena y preparar la ropa para el siguiente día).
Algo salió mal. En nuestra ausencia los criminales intentaron persuadir a los pequeños súper héroes de irse al lado oscuro y me vi obligada a usar las armas de súper heroína, incluyendo el lazo, la tiara y el brazalete.
Los pequeños súper héroes (hijos) fueron tentados por la maldad. Por eso puse en práctica los poderes, primero con el “lazo mágico” para conocer la verdad y tratar de atraerlos al lado de los buenos.
Cuando eso no funciona, hago uso de “la tiara”. Algunos aseguran que parecen chanclas voladoras que viajan como búmeran, pero en algunos casos resultan necesarias para retirar la maldad que intentaron dejar algunos villanos para destruir a la liga de la justicia (familia).
Luego de desactivar la influencia del enemigo, les colocamos un brazalete (consejos para la vida) a prueba de balas, rayos y otros proyectiles. La táctica siempre funciona, regresan al lado de los buenos, el del Capitán América, Batman y Superman.
Al siguiente día hay un nuevo cometido, un pequeño súper héroe enfermó con un virus, afortunadamente no es letal. Un rayo de luz aparece y nos indica el lugar de los brebajes mágicos (medicinas) y con eso logramos sacar el mal de su cuerpo.
Ahora se descompuso la fuente de la vida (la llave del agua), pero con la capa mágica (overol y herramienta de plomero) adquirimos sorprendentemente la habilidad para repararla.
Las heroínas no necesitamos salvación, tenemos nuestros propios poderes, cada día nace uno nuevo, dependiendo de la misión que nuestros líderes nos indiquen. Algunos nos conocen como princesas guerreras del Amazonas, caracterizadas en algunos cómics como la Mujer Maravilla, pero ellos nos llaman simplemente: “mamá”.
Foto © DC Comics