Por Mayte Cepeda
Cuando tienes un hijo, todo cambia. Tu vida ya no es solo tuya y ahora te compartes con esos pequeños seres que te han prestado para amar y criar. El cuerpo físico se transforma, las emociones son distintas, los pensamientos y preocupaciones ahora son muy diferentes a lo que antes te desgastaba. Y dentro de todos esos cambios y experiencias buenas, malas, neutrales, de miedo, ansiedad y demás, va inmersa tu salud física, mental y emocional.
En la parte física, nuestro cuerpo sufre muchos cambios y trasformaciones. Ojo, no todo es negativo. Existen mujeres que después de ser madres se les ensanchan las caderas y lucen más atractivas. A otras, se les ilumina el rostro y adquieren una mirada nueva y única. Otras, lucen más esbeltas, seguras de sí mismas y desarrollan habilidades que las hace lucir aún más bellas y con una personalidad muy interesante. Claro que también puede pasar que quedemos un poco pasadillas de peso, o que con los cambios hormonales se deteriore nuestra piel, cabello, uñas, etcétera. Y más aún, puede ser que se presenten problemas en los sistemas digestivo, circulatorio, así como en el sistema óseo, principalmente en la espalda baja.
En la parte emocional pues, ¿qué te puedo decir que tú no sepas ya? Seguro has sido víctima de esos cocteles exóticos de sentimientos. De repente una sensación de ternura y gozo se ven atacadas por una invasión de miedo y ansiedad, posteriormente vas a un estado de éxtasis e hiperactividad y terminas con tranquilidad y paz, que luego se convertirá en felicidad y auto-contentamiento. Y volvemos a tomar otra dosis del coctel. Así es, así será y eso no cambiará.
Sin embargo, en el yoga existen una serie de herramientas que sirven para mejorar nuestra parte física, mental y emocional, ya que no es fácil lidiar con una misma después de haber gestado una vida. Desde las posturas (asanas), técnicas de respiración (pranayama), cantos (mantras), meditación (dhyana) y más. Enfoquémonos hoy en la parte física que te ayuda a mejorar la condición de tu cuerpo y prevenir enfermedades, además de resultar un súper pretexto para compartir momentos de práctica física a manera de juego con tus hijos. Creo que en este caso la única limitante es que tu bebé sea recién nacido. En este caso hay que esperar a que crezca un poco para jugar con él al “yoga” y evitar lastimarle.
Ahora te explicaré sobre cómo poder trabajar un arco doble (urdhva dhanurasana) con tu peque. Hay que hacer lo siguiente:
- Primero recuéstate sobre el suelo, flexiona las piernas al punto que los talones estén cerca de las pompis, los pies abiertos en la misma distancia de caderas y en modo paralelo. Levanta brazos, flexiónalos hacia atrás y coloca tus manos poquito debajo de tus hombros con los dedos apuntando hacia los pies.
- En una inhalación pon la fuerza en tu pelvis y muslos e impúlsate para subir la cadera, en la exhalación impulsarás con las palmas de tus manos para estirar los brazos y quedar en un arco.
- Ya cuando hiciste espacio debajo de tu espalda, llega la compañía, es decir tu peque, y repetirá la operación que tú hiciste en los pasos 1 y 2. La mejor manera de integrarle en el juego y en la postura, es que tú le vayas guiando los pasos a seguir, para que no tengas que voltear a ver lo que está haciendo.
- Ya que ambos estén arriba en un hermoso arco doble, aprovechen para respirar profundo y estirar lo más que puedan sus brazos, abriendo y expandiendo el pecho.
- Para salir del arco doble, primero lo hará tu peque, doblando codos para bajar la cabecita, la espalda y posteriormente bajar cadera, esto en una exhalación larga; luego al estar sobre el suelo que se haga “bolita” y gire hacia un lado para dejarte el espacio para bajar.
Este tipo de posturas sirven mucho para oxigenar la columna y ayudar a que se encuentre sana y en buen estado, evitando molestias de espalda baja o la inflamación de nervios, ya que en la columna todo se conecta. Sin embargo, estas posturas deben llevarse a cabo siempre previo calentamiento del cuerpo. Si no has practicado yoga, te invito a que busques una escuela en la que puedas aprender las bases necesarias para realizar una práctica segura. Después ya podrás jugar a cuantas posturas quieras en la comodidad de tu casa y con tus pequeños, a quienes les resultará retador, a la vez de un juego y tiempo de calidad en compañía de mamá. ¡Namasté!
Artículo tomado de nuestra edición impresa.
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