Por Paco Avelar
“Hay espíritus que enturbian sus aguas
para hacerlas parecer profundas”
-Friederich Nietzsche
Han pasado apenas unos días de haberse realizado dos debates entre los candidatos a la gubernatura en el Estado de Coahuila, el primero; organizado por la dependencia competente en materia electoral del Estado (IEC), mismo al que sí podemos otorgarle el grado de oficial y uno adicional organizado la mañana siguiente por una casa de estudios en la ciudad de Torreón, Coahuila. Lo curioso es que, en ambos ejercicios diplomáticos, se declararan triunfadores la mayoría de los candidatos participantes y aún más desconcertante fue que en realidad, salvo honrosas excepciones (siempre habrá justos en Gomorrah), muy poco tiempo fue dedicado a propuestas concretas, y mucho, a la descalificación entre los participantes y es esto lo más preocupante.
Mi intención no es dar una línea favorable o desfavorable a candidatos en específico, en cambio, tratar de que sea usted quien se vea frente al espejo y así pueda analizar su voto. Coahuila, como usted lo sabe, ha vivido desde hace tiempo ya una etapa que podría, por decirse lo menos, desfavorable. Una deuda irresponsable, un incremento en la inseguridad que a últimas fechas nos venden la idea de que ha disminuido (una calma “chicha”), falta de recursos para proveer a los centros de salud de lo necesario para cumplir su cometido, altos índices de pobreza y el factor desempleo que tampoco se puede tomar a la ligera.
Ahora por favor cuestiónese: ¿cuál ha sido su reacción como ciudadano o ciudadana sobre estos temas?, ¿ha tomado alguna acción al respecto?, ¿se ha planteado siquiera ser partícipe y agente de mejora en este entorno incierto?
Mi papel no es juzgarle, tampoco lo es incitar a la revuelta, pero sí me gustaría recordarle que estamos justo a tiempo de ser participativos y sin necesidad de buscar trincheras, pues tenemos la gran oportunidad de ser agentes activos en la construcción de un futuro a medida o quizá mejorarlo. Por favor, tomemos esa oportunidad que ha sido otorgada por las instituciones, que ya otros nos brindaron tras sacrificar bastante más que el simple hecho de mantenernos informados, críticos, exigentes, tenaces.
Tomemos esta oportunidad. Ya tuvimos un par de ejemplos de la seriedad que se nos está dando como pueblo, un debate oficial lleno de dimes y diretes, sin mucha sustancia salvo algunos chispazos de cordura y un segundo debate enfocado a la juventud, al que aparentemente, algunos candidatos no dieron peso y continuaron con otros programas de su agenda, ¿habrá cosas más importantes que la juventud y futuro de esta entidad y nación…? La pregunta queda en el aire.
Pero hay una buena noticia, ya que el artículo 56 del Código Electoral obliga a por lo menos dos debates durante las campañas electorales, por ello, debemos comprometernos, mantenernos informados, evaluar currículos, prestigio o tal vez el descrédito de los contendientes. Porque no se puede permitir que siga siendo tan pobre el contenido expuesto por quienes podrán definir nuestro futuro, ellos deben sentir la presión de llegar al nivel de una sociedad atenta, vigilante y analítica, deben saber que ya no nos conformamos con pan y circo, ni con más de lo mismo.