En México, y en otros países, aún no existe una ley que permita a las mujeres ausentarnos del trabajo por un dolor abdominal o cólico.
Por Jessica Rosales
Estamos a punto de llegar al día menos deseado del mes, sí, ese que nos dobla de dolor y por el que nuestro humor automáticamente cambia, en apariencia, sin ninguna razón, pero que tiene que ver con un motivo hormonal.
Sabemos que nada malo ha ocurrido en los días recientes, pero sentimos tristeza, mal humor, estamos insoportables y la gente a nuestro alrededor se pregunta “¿qué le pasa?”. La respuesta es: la menstruación.
Hay mujeres privilegiadas que podrían pasar el periodo sin ningún inconveniente salvo el cambio de toallas sanitarias de forma recurrente, pero otras incluso tienen que ir en busca de atención médica hasta el área de urgencias por el intenso dolor.
El año pasado, una pequeña firma británica, Coexist, logró capturar la atención de los medios de todo el mundo al anunciar planes para darles el día libre a sus empleadas con dolores menstruales, lo que dio origen a que algunas empresas evaluaran la posibilidad de implementar una política para la menstruación que ayude a sincronizar el trabajo con los ciclos naturales del cuerpo.
En muchos países la menstruación sigue siendo un tema tabú. La propuesta, sin embargo, ya se aplica en algunas naciones como Japón, en donde desde 1947 existe la figura de ausencia laboral por esta causa. Disposiciones similares también existen en Indonesia y Taiwán, donde las mujeres pueden pedir hasta 30 días de licencia pagada por este concepto. Y algo similar ocurre en Corea del Sur, donde las mujeres tienen dos días libres al mes, incluidas las universitarias.
¿Y México? En nuestro país no existe una ley que permita a las mujeres ausentarse de su centro laboral por un dolor abdominal; si solicita el día, debe ser bajo prescripción médica, pero está obligada a presentar un comprobante que justifique la falta o se rebajará su salario del día. Pedir un día al mes por dolores premenstruales en nuestro país resultaría hasta irrisorio para los responsables de las políticas públicas. Incluso la petición resulta muy vergonzosa para las mujeres que están en puestos estratégicos para poder impulsar alguna ley, por eso es que a la fecha no existe una propuesta de este tipo en nuestro país.
Sin embargo, esas mujeres, nosotras y cualquiera que conocemos sabemos que desde pequeñas se nos enseña a sentir vergüenza. Vamos a la tienda de la esquina o al centro comercial a comprar las toallas sanitarias y primero buscamos que la vendedora sea mujer, luego nos aseguramos de que no haya otros clientes, después pedimos que las envuelvan en una bolsa de papel o periódico para evitar que alguien pueda verlas y se enteren de que estamos menstruando.
“La dismenorrea es el dolor extremo que sufren algunas mujeres durante este periodo y se produce por cólicos uterinos menstruales, eso que las mujeres llaman ‘dolor de ovarios’, pero que en realidad se dan en el útero”, explica el ginecólogo chileno Guillermo Durruty en el blog de salud del Hospital de la Universidad Católica de Chile. “Puede venir acompañada de otras manifestaciones como molestia lumbar, dolor irradiado hacia las piernas y, en los casos más extremos, alucinaciones“, detalla.
Para algunas mujeres el tema de una licencia no es de género, sino que tiene que ver con cada caso particular, ya que, de acuerdo con especialistas, el 50% de las mujeres padece dolor, aunque sólo en un 10% se manifiesta intenso.
Una de las actividades donde más se ponen de manifiesto las consecuencias físicas de los dolores premenstruales en las mujeres es en la práctica deportiva profesional.
Por ejemplo, aunque Paula Radcliffe rompió en Chicago el récord mundial femenino de maratón en el año 2000 el mismo día en que tuvo el periodo, aceptó que no estaba en la forma adecuada para competir.
Seguramente pasarán varias décadas para ver que en México se realice una política pública que tenga que ver con este tema, que indudablemente afecta el rendimiento de algunas mujeres en la vida diaria. Mientras tanto hay que seguir marcando en el calendario el día de la llegada de nuestro periodo para tomar las previsiones necesarias y tratar de reducir los inconvenientes.