Por Jacinta Monteverde Cobo
Amanece un día más, otra oportunidad para crecer como padres y educar a nuestros hijos, y aquí estamos, entre tanta información que genera confusión. Bombardeados de noticias violentas que suceden dentro de las escuelas de nuestro país, en donde pensamos que nunca pasaría y de pronto, ¡todos hablan como si fueran expertos! Por todas partes escuchamos a padres y psicólogos que revelan sus teorías absolutas detrás de algunos sucesos con tanta seguridad que me genera desconfianza; reflexiones, frases y señalamientos que hasta me parecen falsos por su procedencia. Hay una diferencia abismal entre opinar y analizar, pero sobre todo no estamos para juzgar nuestros estilos de crianza; sin embargo considero importante dedicar este espacio para señalar algunos aspectos sobre la educación hoy en día.
No podemos negar que algunos eventos ocurridos en los últimos meses han revelado algunas fachadas de nuestra verdadera sociedad, por un lado triste que a partir de algo trágico se genere un cambio de conciencia o por lo menos una critica a nuestra realidad paternal, claro está que un despertar siempre es bueno, pero me preocupa que haya sido tan breve y fugaz que pareciera haberse vuelto a dormir en el mismo instante, y muchos padres que en su momento opinaban de un cambio ahora se encuentran repitiendo los mismos patrones.
Vivimos en una generación aturdida, confusa y con miedos, entre las nuevas teorías y la presión de los padres del ayer, quienes constantemente nos juzgan o comparan con su “época” pareciera que educamos dentro de un espiral, no sabemos si subimos o bajamos, si avanzamos o por el contrario nos encontramos ciclados y volviendo al mismo punto donde comenzamos. Los retos a los que nos enfrentamos ahora no pueden ser comparados a ningún otro momento, es verdad que antes los niños podían ser mas libres e independientes en muchos aspectos, yo misma lo experimente; ahora vivimos en la era del “no!”, forzándonos a limitar a nuestros hijos en todo momento si no es por la inseguridad que adema se potencializa por las redes sociales, es por el acceso a un mundo de información sin censura que pueden tener los niños con tan solo pulsar un botón, y esto nos pone en contextos muy diferentes.
No estoy en contra de la tecnología, pero si de cómo muchas veces nosotros como padres la utilizamos, a veces pareciera que se le da mas valor a lo expuesto en Facebook que a las experiencias realmente intrínsecas. Como si vendiéramos a nuestros hijos a través de las imágenes publicadas y su valor dependiera de los “likes” obtenidos. Si este es el ejemplo que les vamos dando, no me sorprenden los hallazgos de las últimas investigaciones que demuestran una falta de equilibro ahora en los adolescentes quienes reportan sentirse cada vez mas vacíos; y habrá que considerar que estos son los padres del futuro. Si a esto le sumamos el tema de la alimentación, en donde la mayoría de los productos que consumimos son una bomba de químicos que influyen en nuestros procesos neurológicos y conductuales, ¿qué hacemos entonces?, ¿en dónde encontramos el equilibro dentro de este espiral? Bien, pues comencemos primero disfrutando esta aventura, y aquí les dejo algunas estrategias desde el punto de vista psicológico. Para empezar tenemos una guerra que ganar ante la indiferencia, los niños cada vez se acostumbran a ver mas violencia y se vuelven menos sensibles al dolor ajeno. Comencemos por enseñarles la empatía y la compasión.
- Tener siempre límites claros y consecuencias lógicas. Cada familia sabrá qué es lo aceptable y funcional mientras se respeten los valores universales.
- Reforzarles lo positivo
- Elige bien tus batallas, sino tu maternidad se convertirá en una guerra.
- Jerarquías bien establecidas
- Paciencia en la formación de un nuevo hábito. Existen mínimo 5 pasos para lograr incorporar una nueva conducta
- Ser firmemente amorosos.
- Que se sientan amados simplemente por que SON nuestros hijos, sin importar sus logros o fracasos, esto les hará crecer con confianza en sí mismos. Yo me sabré una madre exitosa cuando mi hija tenga algún problema y no venga a buscarme para resolverlo, sino que venga a contarme cómo lo hizo.