Por Susana Veloz
Mientras busco inspiración para escribir, mi perrita Ella -por Ella Fitzgerald ;)- busca mis caricias con un golpe de su nariz en mi brazo. La acaricio por un breve instante para continuar lo mío y ella insistente, vuelve a llamar mi atención. Logra entonces que la acaricie por un largo rato, hasta que se echa a mi lado a escucharme escribir.
Aunque pocas veces no lo parezca, nuestras mascotas (gatos y perros) han aprendido y dominando por cientos de años, nuestro lenguaje humano. Nosotros, en ese mismo periodo de tiempo, aún no sabemos diferenciar su ladrido de alegría al de defensa.
Como especie, esto habla muy mal de nosotros. Aunque suene cómico, hablamos antes inglés o francés que “perro” o gato”, siendo que nuestras mascotas pasan gran parte del tiempo con nosotros y nos conocen mejor que nadie. Pero esto tiene una solución: no mutilar, observar y empatizar.
No mutilar
Lo que antes se hacía por moda, estética o necesidad de algunas razas, hoy debiera reconsiderarse. Además de sus sonidos, olores y posturas, gran parte de la comunicación de nuestras mascotas la realizan con sus orejas y cola. En los perros y gatos, la posición de sus orejas y cola, alertará a otro sobre su estado de ánimo, interés o carácter. Mutilarlas por estética mutila también su capacidad de recibir información del exterior y de comunicarse con sus congéneres.
Observar
Si hasta las aves pasan más tiempo observándonos y así anticipar muchas de nuestras conductas, imaginemos la cantidad de años que los perros o gatos pasan haciéndolo. Ellos pueden reconocer el sonido de nuestro auto a kms de distancia, si nuestro olor denota enojo o alegría, incluso si nos hemos levantado para salir de casa o para ir al baño únicamente. Incluso aunque nuestros movimientos corporales sean alegres, nuestras miradas de tristeza no podrán mentirles.
Comenzar a observarlos a ellos, sus movimientos, sus ladridos, sus movimientos de orejas o cola, abrirá un camino amplio amplio de comunicación. Poco a poco les gritaremos menos y seremos más concisos en lo que queremos de ellos.
Empatizar
La empatía es la capacidad cognitiva de percibir lo que otro puede sentir. A veces reconocer el lenguaje no basta. Necesitamos sensibilizarnos a las necesidades de nuestras mascotas. Y esas van de las necesidades de alimento y refugio, a las fisiológicas y afectivas. Las mejores mascotas son las que pasan el tiempo suficiente con su familia (dueños) para ser educados, corregidos y mimados. Las historias de mascotas con grandes hazañas en su vida, tienen todas algo en común: un lazo inquebrantable de empatía con sus dueños.
También la medicina ha descubierto el poder de sus olfatos para detectar cambios en nuestra salud. Pero una mascota encadenada fuera de casa o en la azotea, jamás logrará un vínculo así.
Descifrar el lenguaje de nuestras mascotas es más divertido de lo que creemos. Y conforme vamos entendiendo lo que nos dicen, querremos indagar más y más. Pues no hay situación más gratificante que entender que sí existe la comunicación sin palabras, al menos con ellos.