Por Champaca Treviño
Tomemos aire, respiremos y aprovechemos un momento para relajarnos, esto nos ayudara a ver las cosas desde otra perspectiva.
Mi principal objetivo cuando llegaron mis hijos a mi vida y analicé mi entorno empresarial, fue que todo lo que día a día generara como trabajo, tuviera un valor para mi persona, para tener un crecimiento o aprendizaje hacia mí y mi familia, es por esto que el día de hoy mi tema no es sobre liderazgo, ventas, planeación estrategia o algún tema de calidad en específico, es sobre los hijos y nuestra responsabilidad y compromiso hacia ellos.
En estas últimas semanas he escuchado hablar tanto del ksi-merito, los juegos violentos del iPad, la ballena azul, entre muchos otros juegos y artículos infantiles que han generado expectativa y miedo entre las madres.
Recuerdo cuando era pequeña y escuché que los pitufos eran malos, el ejemplo de los pecados capitales, las muñecas cabbage patch tenían algo por dentro que te podía matar y, como lo dijo una amiga, el juego de la pelota en que el que perdía “era sacrificado”.
Todo tiene sus pros y sus contras y más que eso, no se trata de señalar qué juegos son los culpables de lo que sucede a nuestro alrededor, eso es fácil, sin embargo, la armonía, la tranquilidad, la felicidad y la protección que tanto buscamos como objetivo, a través de los límites, la educación y disciplina y que en muchas ocasiones nos hace sentir las madres más malas del mundo o como dice mi hijo eres como la mamá del libro, la peor mamá del mundo que pone limón en las heridas para que duela más, algo similar a una bruja. Educar en positivo, con amor y firmeza, siendo nuestro objetivo, hijos emocionalmente sanos, con límites y responsabilidades.
Vivimos en una sociedad que debería ser incluyente, en donde nuestra misión fuera el respeto hacia todas las personas. El sexismo, racismo, violencia no son un juego, es algo real y toxico, que han existido siempre no solo en la actualidad. Nuestros hijos se exponen diariamente a través de películas, juguetes y juegos recibiendo información que impacta en su formación de valores y conductas, sin embargo, necesitamos comprender de una manera neutral el valor que estos juegos representan para ellos, la razón de su interés hacia ellos y llegar a una educación sin prejuicios o estereotipos donde puedan desarrollar su personalidad libremente.
Más que prohibir o satanizar algo, necesitamos ayudar a que nuestros hijos formen un criterio sobre lo que viven, que entiendan qué DESEAN en la vida y que ese DESEO sea más fuerte que una TENTACIÓN, para que cuando sea el momento de decidir, tenga un estado emocionalmente sólido.
El problema considero, no es ninguno de estos juegos, ya que desde nuestra infancia los hemos vivido, sino la forma en que los vemos y entregamos la información, nuestros miedos o creencias que determinan un punto de vista.
Como mamás nos toca estar a la expectativa, analizando lo que sucede a nuestro alrededor para tomar decisiones sobre la disciplina, límites y educación en lo que nosotros creemos que es lo correcto y, sin embargo, en algunas ocasiones, nosotras mismas afectamos más a nuestros hijos, que esos juegos por nuestras creencias, miedos, prejuicios, etiquetas y aprendizajes que transmitimos.
Hay que recordar que el ejemplo vale más que mil sermones, que dejarlos experimentar, aunque se equivoquen, es reforzar la tolerancia a la frustración, a vivir la resiliencia, a conocer las cosas buenas y aprender juntos.
Por supuesto que la maldad existe, la vemos a diario, la hemos vivido, sufrido, y sin embargo, no podemos encerrarnos en una burbuja nosotros, o a nuestros hijos, debemos saber poner límites, pero también permitir que vivan, se muevan sin miedo, con la capacidad adecuada para tomar una decisión. Esa es nuestra verdadera responsabilidad, conocer lo que está pasando a nuestro alrededor y enseñar con valores y disciplina a vivir felices con todo lo que existe, saber tener un juicio crítico, ya que no estamos exentos del dolor.
Tema difícil, como lo he platicado con mi marido, puedo escribir todo un libro sobre lo que nos ha tocado vivir y poner a mis hijos en una burbuja sería lo ideal, sin embargo ¿eso les daría felicidad, aprendizaje, los fortalecería? Hay que enseñarlos a vivir, a tener victorias y derrotas, a sentir y dar amor, querer protegerlos de todo dolor o daño no es algo sano para ellos o para nosotros. Necesitamos enseñarlos a entender las razones de lo que sucede a su alrededor y que tengan la capacidad de un juicio, una decisión sobre un muñeco, un juguete o una red social, necesitamos dejarlos ser, sin prejuicios o etiquetas, sin creencias negativas o influencias de nuestros miedos.
¿Si prohibimos desde nuestros miedos que logramos? Probablemente personas influenciables, sin poder de decisión, sin saber límites para ellos, necesitamos ocuparnos para que sean personas críticas que nuestro objetivo sea la educación, evitando la desinformación que genera prejuicios, ser firmes mas no dominantes.
A los hijos no los perdemos en la calle, sino dentro de nuestras casas, necesitamos escuchar y observar, lo antiguo no es bueno, lo nuevo no es malo y viceversa, hay que encontrar un equilibrio, lo mejor de uno y de lo otro y hacer nuestra mejor labor como madres.
No soy la mejor mamá del mundo, ni todo lo que hago es perfecto, me equivoco de manera constante ya que es un aprendizaje diario, entiendo que la personalidad de mis hijos dependerá en gran medida de sus vivencias, su temperamento lo traen en su genética no es modificable ni controlable, más su carácter sí y de ahí depende mi responsabilidad, de que sus hábitos vividos y creencias sean lo más críticos y juiciosos posibles, que los estímulos que reciban de niños por parte de nosotros, se queden en su subconsciente formando un carácter que conecte su corazón con su decisión.