Los niños sí entienden

Dicen que todo cambio en la vida nos modifica o moldea el carácter.

Por Alex Campos

Hay personas que le tienen pánico al cambio, que se aferran hasta el último momento a lo que entienden como “conocido”, porque así han vivido siempre, la rutina les brinda seguridad y su funcionamiento emocional se lleva muy bien con “lo mismo de siempre”.

Hay otros, que son aventureros, que buscan oportunidades para cambios drásticos, porque sienten que ese cambio les refresca el espíritu, les brinda un nuevo horizonte y oportunidad para reinventarse, se prueban que tan maleables son a los cambios que la vida les brinda.

Claro, seguramente después de leer esto pensamos… ¿y qué hay de los que son un punto intermedio? Bueno, claro que los hay, por todos lados, pero digamos que no tienen tanta tela de donde cortar.

Hoy, después de un cambio drástico en mi vida, me he tomado el tiempo de observar y reflexionar la importancia de conversar y explicar a nuestros hijos, de todas las edades, lo que papá y mamá deciden, lo que posiblemente vivirán y por más obvio que a nuestra mente adulta parezca: detallar paso por paso lo que seguirá… las próximas horas, los próximos días, todo lo que represente un cambio de rutina para ellos. ¿Por qué? Porque los niños están ¡a nuestra merced!

En las últimas noches, acostada en mi cama y pensando que me espera el siguiente día en una nueva ciudad he pensado: Ellos duermen por la noche sin saber con certeza qué ocurrirá al día siguiente. Están a expensas de papá y mamá, quienes toman decisiones, planean y de pronto pueden sorprenderlos. Ellos depositan toda su confianza en nosotros. He ahí la importancia de ser claros y precisos con lo que les hablamos, de cumplir nuestras promesas porque eso les dará confianza en nosotros.

Estos días, luego de una reciente mudanza a otra ciudad, he notado cómo mis hijos tratan de asimilar poco a poco lo que ha sucedido en un abrir y cerrar de ojos. Una noche duermen en su cuarto, el que conocen desde que nacieron, donde imaginaron monstruos nocturnos, donde jugaron por horas, donde imaginaron ser princesas y piratas, ese mágico lugar que mamá creó con toda la ilusión y el amor para que ellos sembraran dulces sueños. A la mañana siguiente, un enorme camión tapa la entrada de su casa, un grupo de personas entra y se llevan todos y cada uno de sus juguetes, ropa y hasta su cama o cuna. Creo que mis pequeñitos no conocían el “eco” en un lugar completamente vacío. El único eco en esa casa existía hace algunos días, era el grito de alguno de los niños repetido por los hermanos pidiéndole a mamá una “lechita “.

Nunca imaginé llorar por una casa, ahí tejimos sueños, nos imaginamos a nuestros hijos adolescentes compartiendo con amigos en esa casa, planeamos vacaciones, tomamos fotos, tuvimos momentos reveladores y las paredes de nuestros cuartos fueron testigo de oraciones en familia agradeciendo o pidiendo por alguna situación especial.

Con todo este alboroto de organizar mudanza, conseguir casa, encontrar buenos inquilinos para la nuestra, buscar colegios, despedirme de mi trabajo, fueron pocos los momentos que me puse a pensar cómo se sentiría cada uno de los pequeños.

Hace tan solo unos días, todo era rutina, por lo menos entre semana para los niños, cada uno sabía qué seguía, no había sorpresas y si las había, al día siguiente o a las horas siguientes, todo volvía a la normalidad. Pero últimamente, la mayor todo pregunta, “mami… ¿mañana iré a la escuela? ¿qué día será?” O “me da miedo la oscuridad”. Así que, cada que lo necesita, le detallamos qué haremos al día siguiente.

He entendido que, a diferencia de su hermano bebé, ella siente necesidad de preguntar y obtener una respuesta de mamá o papá como recordatorio de que todo volverá a la normalidad en una nueva forma y con diferentes emociones y situaciones.

Afortunadamente ella ya entiende, y cuando los niños entienden hay que explotar ese entendimiento que se vuelve una herramienta vital.

Luego de algunos días difíciles en cuanto a horarios y niños se refiere he llegado a la conclusión de que:

  • Explicar y detallar es cuidar su corazón
  • Todo lo que prometen papá o mamá se debe cumplir
  • Debemos empatizar con los sentimientos de los niños para saber cuál es la mejor manera de comunicarles noticias importantes dentro de la familia
  • Es importante ser claros y utilizar palabras que ellos entiendan
  • Hay que pedirles que nos expresen cómo se sienten
  • Es fundamental escucharlos
  • Procuraremos darles voto y participación, aunque sea en cosas sencillas
  • Tratar de crearles un ambiente óptimo y sano para que se pueda dar una comunicación efectiva

Ahora confirmo, cada cambio de vida modifica nuestro carácter, nos obliga a dar un extra, a luchar con nuestros miedos y salir de nuestra zona de confort.

Así es para los niños también.

Por eso tomar tiempo para charlar con nuestros hijos es invertir y apostarle a conexiones fuertes y confianza cómo el roble.

La comunicación con nuestros niños será para siempre, está no depende de edades, si no de padres dispuestos a fomentar y estimular esa conexión que será un lazo fuerte para siempre.

Alex Campos

Lic. en Comunicación por la Universidad Del Valle de México. Conductora en diferentes facetas, actualmente presentadora de noticias. Apasionada de la escritura y enamorada del arte de ser mamá. Mamá de Samantha, José Antonio y Rafael.

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