¿Respeto a los demás? ¿Me doy a respetar? ¿Otros me respetan? ¿Me respeto yo?
Por Dona Wiseman
Hace años me encontraba con mi padre en una reunión familiar. Había tiempo entre actividades y prendí la televisión y me di a la tarea de buscar algo en que entretenerme. Estaba la película Siete años en el Tíbet, de Brad Pitt. Era lo mejorcito para mi gusto en el momento y me puse a verla. Mi padre, un cristiano fundamentalista, pasó por la sala, se detuvo ante la escena de un ritual budista y murmuró, “Qué pendejos.” Independientemente de lo poco cristiano de su comentario, me quedé contemplando que no cabía el juicio. Si una persona nace en Tíbet, crece en Tíbet, aprende en Tíbet, va a tener las creencias y la cultura del Tíbet. Es poco probable que conozca otra cosa. Igual que mi padre, de hecho, quien nació, creció y mamó la cultura cristiana-estadounidense. Ahora que pienso en el respeto, como concepto y valor, me percato que aplicamos los “valores” a nuestra conveniencia y muy en acorde con lo que nosotros creemos. Es inevitable, a menos de que abramos nuestro conocimiento, criterio y consciencia. Hoy día, al escribir esto, puedo ver claramente mi propio juicio hacia mi papá.
Hay muchas definiciones personales sobre lo que es el respeto. La gran mayoría tienden hacia la aceptación o bien hacia la observación de reglas y normas.
Lancé la pregunta en Facebook y ahora cuestiono (dije que no era con intención de pelear, pero sí).
- Si el respeto es seguir preceptos socialmente aceptados, ¿qué sucede cuando esos preceptos amenazan mi integridad? ¿Cómo hago para respetar a otros y respetarme a mí misma?
- Si el respeto es aceptar al otro tal y como es, ¿qué pasa cuando mi nivel de comprensión aún no alcanza para que yo pueda integrar al otro y su estilo de vida? Si como persona yo tengo dificultad con aceptar y entender temas como la homosexualidad, el aborto, la afición exagerada al futbol, el nuevo estilo de ser mamá, o cualquier otra cosa, ¿será que merezco respeto (aceptación) también durante mi proceso de procesar estos temas?
- ¿Estoy usando el “respeto” para disfrazar mi miedo? (“Me gustaría acercarme y presentarme, pero es una persona que me inspira mucho respeto. Me gustaría una relación de otro tipo con esa persona, pero la respeto demasiado.”)
- ¿Estoy consciente de que ser respetuosa no implica eliminar la verdad? Decir la verdad no es una falta de respeto.
- El respeto implica ser dueña de mis “sí” y mis “no”, de mi incomodidad y de mis gustos, sin culpar a otros.
- El respeto no incluye aplicar mis normas de vida y mis reglas, ni mi lógica, a los demás. Lo que es norma para mí no tiene que serlo para otros.
Otro aspecto muy importante a considerar cuando hablamos de respeto son los límites. Alguien por allí dijo que el respeto es “no brincarse las redilas”. Y me surgen de nuevo muchas preguntas.
- ¿Tengo claros mis propios límites? ¿Sé lo que necesito, lo que quiero, lo que me va bien y no?
- ¿Soy capaz de decirle al otro cuando está por rebasar mis límites? ¿Puedo ser clara y honesta en cuanto a esto?
- ¿Puedo ver al otro? ¿Me importa lo suficiente para poner atención y captar sus límites y respetarlos?
- ¿Sí rebaso los límites del otro, sé para qué lo hago? ¿Soy capaz de examinarme y mirar la necesidad propia que me provoca rebasar los límites ajenos?
Les dejo estos cuestionamientos. Les dejo tarea. Me quedo con mi tarea. Yo, en lo personal espero tomar un paso más hacia la madurez y hacia suavizar mi ego. Me da gusto saber que tengo muchas personas amadas y respetadas que me acompañan en este viaje.
Estoy a sus órdenes.
Dona Wiseman, psicoterapeuta corporal y Gestalt, 844-160-8624.