Está bien dejar de ser súper mamás y simplemente ser. Y acompañarnos.
Por Kim Dewey
Tenía años sin enfermarme. No recuerdo cuando fue la última vez que tuve que quedarme en cama. Hasta hace unos días. Empezó hace unas semanas con mi hija resfriada, después mi esposo, y aunque resistí y resistí, al final también caí yo como nunca, tos, mocos, dolor de cabeza, malestar general y con energía solo para hacerme bolita en mi cama.
Y como había escuchado antes, pero no me había tocado vivirlo: las mamás no nos podemos enfermar. Es algo así como ir encontrar de las reglas. Allá quedaron los días en que quedarme en cama era buscar quién cubra mis clases, trabajar tranquilamente desde mi compu o ponerme al corriente con pendientes unos días después.
Ahora de mamá, es otra historia. No hay tiempo para enfermarse, tampoco se vale quejarse. O sí, pero todo alrededor se convierte en un caos. Estos últimos meses el universo me ha puesto a prueba, pues solo unas semanas antes de esta recaída, venía saliendo de más de dos meses -todo el primer trimestre de mi embarazo- con nausea permanente, vomito diario, nivel de energía de menos cincuenta, con una cría y en nueva casa. Me ha mostrado que realmente no puedo y tampoco quiero hacer todo sola, que necesito más de lo que pensaba, que ser práctica, independiente y positiva, no es suficiente. En esos momentos es cuando se siente la falta de contención y tribu, y es clarísima la sobrevaloraron de la independencia, especialmente para las mujeres y madres. Por eso nunca me gustó el término de “super mamá”, ni la celebración de que las mujeres seamos las reinas del “multitasking”. No sé en qué momento se nos enseñó que debemos ser capaces de malabarear todo en perfecto equilibrio para ser exitosas y super poderosas, al menos ante la sociedad. Quizá estoy siendo muy idealista, pero me gustaría sentir y experimentar un estilo de vida o una sociedad más empática, colaborativa y cercana. Creo que posible, de a poco, empezando por cuidar a las mamás, reconociéndolas, reconociendo la maternidad real e imperfecta y al mismo tiempo como madres permitiéndonos ser vistas y ser vulnerables. Aunque esa es solo una pequeña parte, no voy a hablar de la igualdad en las tareas domésticas o el rol de las parejas, ese tema viene para después.
Así que, volviendo al apoyo para las mamás, entre mujeres hay mucho que podemos hacer. Si te encuentras con una mamá que no se siente bien o que necesita descansar: aplica para mamás embarazadas, resfriadas, burned-out, en postparto o que simplemente necesitan un “break” te aseguro que le vendría muy bien cualquier tipo de ayuda o acompañamiento. Aquí van algunas ideas para hacer sus días más llevaderos y menos estresantes. Ojo, son ideas más bien antigüitas, los likes y whatssaps salen sobrando, que requieren lo más valioso: tiempo y atención, aunque a veces eso es justamente lo que más cuesta, aunque no cueste nada.
Lo más importante, no le pidas a una mamá que te diga o te avise si necesita ayuda.
Si la mamá tiene el chip de “super mamá”, como lo tenemos la mayoría, no te va decir que necesita ayuda. Simplemente te va a decir, “Si, gracias.” y ese será el fin de la conversación (y la ayuda). Aun cuando por dentro la mamá este saturada y realmente necesitada de apoyo y acompañamiento.
Mejor:
Ofrécele cuidar a sus hijos
Si la mamá necesita reposo o quedarse en cama una mañana, una tarde, ¡o un día entero! ofrécele cuidar a sus hijos. Quizá sea solo mientras se toma un buen baño, o por un par de horas, o quizá tienes la posibilidad de llevártelos toda la tarde, no importa, siempre será de gran ayuda. Le dará un espacio de silencio y descanso mental y físico, medicina poderosa que puede hacer toda la diferencia en su bienestar y recuperación.
Llévale comida casera a su casa
Si no tiene ayuda/cocinera en casa, llevarle comida es uno de los mejores regalos que puedes hacer a una mamá y te lo agradecerá infinitamente. Solo pensar en qué preparar de comer para la familia y ponerse a hacer la comida lleva mucho tiempo y energía, (con nausea es casi imposible.) Un caldo de verdura, un arroz o una ensalada fresca serán siempre bien recibidos y agradecidos.
Pregúntale si hay algo en lo que le puedas ayudar en casa
A veces es tan simple como poner la lavadora o meter la ropa del tendedero. Pequeñas cosas del día a día que hacen que la mamá pueda soltar algo de los “quehaceres” y no estar tratando de sobrevivir el desorden doméstico que se va acumulando mientras ella está fuera de circulación.
Pregúntale si hay algo más que puedas hacer por ella
La carga mental puede ser lo más pesado. Si en algo puedes apoyar a esa mamá, como recoger la tintorería, pasar al super o cualquier cosa que ayude a “palomear” pendientes, es espacio liberado y descanso para ella.
Acompaña
A veces la mejor medicina es compañía, escuchar, platicar, preparar un té para compartir.
Al final, es un poco bajar un cambio para conectar, respirar, estar presente, sostener.
Está bien dejar de ser súper mamás y simplemente ser. Y acompañarnos. Con todo: las luces y sombras, con los días soleados y lluviosos, ligeros y pesados. Respirar y soltar. Dejarse sostener. Seremos madres toda la vida.