Carta a la mamá de “un chico normal”

Quiero decirte algo a ti que miras, observas y le das paso a la curiosidad, el mundo también está conformado por bebés, niños, adultos y ancianos "especiales".

Por Alex Campos

Querida mamá, mujer o joven al frente de mí en el supermercado, a un lado en la espera de la consulta del pediatra, atrás de mi mesa en un restaurante, y a distancia de mi asiento en la iglesia, ¿podrías dejar de ver a mi bebé?

No es que me apene, tampoco me enoja y ya no me incomoda, pero sinceramente de pronto me entristece. No me mal entiendas, no me entristece que TÚ lo veas, me entristece que vean y no entiendan.

Tal vez quieras preguntarme por qué mi bebé luce diferente, decirme que logras percibir algo, pero no sabes qué es, y preguntar simplemente “¿qué tiene tu bebé?”.

Tal vez en otras ocasiones en las que no ves a mi bebé, penetras tu mirada en una niña en silla de ruedas, o en un niño que va detrás de una andadera metálica, o miras a alguna jovencita de la mano de su madre que ríe fuerte, actúa cómo una pequeña, aunque ya no lo es y habla sin importarle que todos escuchen lo que dice y es que a ella no le importa que tú la veas, de hecho, no se da cuenta, el mundo es así de maravilloso para “ella”.

Sé que sientes curiosidad, también sé que lo desconocido a veces asusta… no te juzgo, así llegué a sentirme yo en alguna ocasión, aunque sinceramente en otras sólo quería correr y abrazar a esa mamá, papá o hermano detrás de la silla de ruedas, a un lado de la niña con Síndrome de Down o guiando a un pequeño que no puede ver.

Cada corazón es un mundo, sin embargo, sé qué hay un sentimiento universal, incansable, sé que conoces el amor incondicional de una madre, quizá tú seas una.

Quisiera pedirte que, si vas a mirar, te acerques y tomes la mano de mi bebé, te aseguro que él te lanzará una sonrisa que te cautivará, y luego ya no lo verás tan “diferente”.

Quisiera pedirte que aprietes el hombro a la mami de la jovencita en silla de ruedas en señal de empatía, o aún mejor al joven con Síndrome de Down que te abrió la puerta al entrar a la tienda, regálale una sonrisa, él te la devolverá y ahí habrás comenzado con el círculo de la empatía. Regálales a los papás una sonrisa sincera, esa será la primera demostración de que tu mirada es para conocer y no para desconocer, que les deseas mucho amor y fuerza para lo que sea que tengan que vencer.

Algún día serás mamá, y entenderás cuánto te ama la tuya, algún día tu hija será mamá, te dará nietos, y en la vida, aunque son remotas las posibilidades de que llegue un niño “especial “, alguna amiga o conocida tuya podría ser abuelita de un “niño especial”.

Quiero decirte algo a ti que miras, observas y le das paso a la curiosidad, el mundo también está conformado por bebés, niños, adultos y ancianos “especiales”.

No mires y lamentes, mira y brinda una mirada de conexión, una palmada, un guiño. Lo que sientas que tu corazón te dice y que lanzará una bienvenida a ese otro mundo, que es el mismo pero que nosotros “los sanos “, “los regulares”, dividimos. ¿Te imaginas? ¿Si en un lenguaje no abstracto, no real, sin el uso de señales, pudiéramos ser libres para decir “el mundo también es tuyo”, “ánimo”, o simplemente “bendiciones”, a alguna persona con necesidades especiales que veamos en la calle?

Mamá, tú que has estado volteando a la mesa de al lado provocando que tu corazón sienta lástima o tristeza…. ¿no te das cuenta? Si, al lado de tu mesa hay una familia que vive con una persona, que de diferente tal vez sólo tenga su manera de comunicarse, o su apariencia o tal vez su manera de sentir. Y ellos, definitivamente no se sienten cómo tú en ese momento, ellos aprendieron a amar esas diferencias, van estudiando cómo el mundo está también hecho para “su niño especial”, cómo hacerlo mejor y cómo sus sonrisas son producto del entendimiento de la vida que ese ser les brinda.

No quiero imponerte la idea de que “mi hijo es un ángel”, para mí si lo es, pero no tiene por qué serlo para ti, lo que deseo es que dejes de poner esa barrera que divide.

Mamá e hijo esperando tu turno cerca de un “niño especial”, ¿podrían dejar de mirar?

En lugar de ver, ¿podrías enseñarle a tu hijo a regalarle una sonrisa a esa persona con necesidades especiales?

Pues mamá, tu hijo pequeño ve igual que tú, si cambias tu mirada por una de empatía, le estarás enseñando que ese joven autista no es tan distinto, que esa niña sin cabello ha sido muy valiente, que está luchando la batalla de su vida y hay mucho que aprenderle… que ese chico con Síndrome de Down es muy simpático y sabe ser muy buen amigo y que él que puede correr, brincar o simplemente caminar, tal vez pueda darle una ayudadita a la chica en silla de ruedas.

Si tú le enseñas eso a tu hijo, yo te prometo que mi hijo “especial”, será fuente de inspiración para él, porque así lo educaré, te prometo también que nuestro mundo será mejor y que todos aprenderemos juntos a vivir en mundo donde las diferencias existen, pero nos unen y nos hacen más fuertes.

Gracias mamá en todas partes, por enseñarles a los tuyos a sonreír, el significado de empatía y a ser “cool” de una manera “diferente”. Yo también les enseñaré a los míos.

Alex Campos

Lic. en Comunicación por la Universidad Del Valle de México. Conductora en diferentes facetas, actualmente presentadora de noticias. Apasionada de la escritura y enamorada del arte de ser mamá. Mamá de Samantha, José Antonio y Rafael.

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