Por Luis E. Castro / La Liga de la Leche
Después de haber platicado sobre el papel del padre en nuestra publicación anterior, les comparto aquí, el testimonio muy profundo y directo de un padre, Luis, que apoya a nuestra organización activamente, así como a su pareja, Laura y a su bebé, Leo. Estamos muy contentos pues el mes de junio es el mes de esta persona tan importante y celebramos la presencia constante de figuras como él. Leámoslo con atención.
Reconozco que la primera vez que escuché a mi esposa mencionar la expresión «papá lactante» me sorprendí mucho, no supe en ese momento cómo interpretarlo. Pensaba, ingenuamente, que la lactancia es algo que atañe solo a la madre y al bebé, que a mí como padre solo me correspondía un rol de proveedor general. Nada más lejos de la verdad, pues existe una gran cantidad de acciones que el padre puede realizar para contribuir al establecimiento exitoso de la lactancia, aunque no produzcamos ni una sola gota de leche, más allá de ese rol, un tanto estereotipado, de proveedores del hogar, tarea importante más no suficiente para una lactancia exitosa.
Ahora, cuando observo en retrospectiva el «viaje de la lactancia» que hemos vivido en nuestra pequeña familia, contemplo un periplo maravilloso, desde luego no exento de problemas, pero pleno de amor y feliz aprendizaje. A través de un laberinto de peripecias que desembocan, creo yo, en el propio desarrollo humano de la sociedad, no solo en el nuestro como familia, como pudiera pensarse en primera instancia.
Dicen que no se valora lo que no se entiende, por lo tanto, conmino a los padres a honrar y entender la complejidad del proceso de lactancia de un bebé, proceso que abarca desde su nacimiento hasta su eventual destete y que tiene múltiples ramificaciones. Me refiero a valorar a nuestros seres amados yendo mucho más allá del natural amor filial y de pareja, o más bien dicho, ampliar el amor filial y de pareja más allá de elementos de orden individual, sentimental o romántico, para incluir también tres aspectos vitales de orden humano y social, que sin duda no son los únicos, pero me han resultado indispensables para habilitarme plenamente como padre lactante.
Valorar al bebé como ser humano indefenso y en desarrollo
Por supuesto entender que el proceso de crianza respetuosa del bebé, es un regalo para su futuro como ser humano y ¿quién no desearía aportarle al futuro de su bebé todo lo posible?
Que la lactancia nos atañe también a los hombres se descubre, al considerar factores de orden biológico, partiendo del hecho de que el ser humano es un mamífero cuyo desarrollo infantil abarca un periodo muy amplio en relación con otras especies de mamíferos y requiere, como condición indispensable, para su excepcional desarrollo neuronal de cuidados especiales durante dicha etapa para completarlo adecuadamente (estero-gestación).
Lo anterior explica, más allá de razones evidentes por sí mismas, el hecho de que todo bebé es un ser indefenso ante la naturaleza, requiere ser cargado, mimado y cuidado para satisfacer todas sus necesidades existenciales; simultáneamente, la madre al cuidado del bebé, en el mundo animal es un ser muy vulnerable, que requiere ser defendida por el padre; he ahí un rol genérico del padre en la lactancia.
Puede afirmarse, categóricamente, que el proceso de crianza más temprano del ser humano es el que mayor impacto tiene en su desarrollo, así el desarrollo integral del ser humano en una sociedad armónica, pasa necesariamente por una especial atención a la crianza del bebé humano, como asunto cultural prioritario. Por lo tanto, la lactancia, no solo atañe a los padres y al bebé sino también es un asunto social.
Valorar a la madre como trabajadora social e individuo en resistencia
En efecto, lactar al bebé es un trabajo total, cuya finalidad es producir un infante completo, en términos biológicos, es el proceso de inicialización del ser humano, por así decirlo. Dado que es un trabajo que aporta al desarrollo de la comunidad humana, es un trabajo que debe ser valorizado y producido socialmente.
El trabajo de la mujer en el hogar, aunque sirve para la producción social y de capital, muchas veces no es remunerado o solo a través de salario indirecto. Por lo tanto, la mujer que lacta a su hijo y es trabajadora es tres veces “explotada”: en el trabajo, en el hogar y en la lactancia. Aun considerando que el solo trabajo lactante, para ser adecuado, requiere atención de tiempo completo. Estando consciente de ello, no puede ser la madre de mi hijo solamente una madre a la que debo apoyar, sino también una a la que debo defender en su acto de resistencia, ante la desvalorización de su trabajo, además de contribuir a liberarla de sus opresiones. El hogar de un padre lactante no puede ser un lugar de opresión a la mujer, eso sería una gran contradicción.
Entender el proceso complejo de lactancia y su impacto cultural
Para la producción de la leche, entra en juego una red de interacciones que involucran un sinnúmero de procesos bioquímicos en la madre, no exentos de interacción con estados emocionales, sin dejar de lado la interacción con los ciclos naturales, hoy plagados de elementos tóxicos al ser humano por el impacto de la industrialización, por lo tanto, cualquiera que contamine interfiere con la lactancia en forma negativa.
Es común describir el proceso de lactancia como un sistema complejo adaptativo; complejo, porque abarca lazos que no son del todo entendidos para la ciencia; adaptativo porque responde en corto tiempo al estímulo externo, para buscar siempre su punto óptimo. Lo cierto es que los mecanismos de la lactancia no son del todo conocidos, no obstante, estamos ante un proceso natural que ha sido refinado evolutivamente a lo largo del desarrollo de la especie humana. ¿Por qué habría de poner a punto la evolución un sistema así de complejo? Esto nos da idea de su importancia para el desarrollo de la especie. Aquí entran consideraciones de orden cultural relacionadas con la sustentabilidad de la sociedad humana en su conjunto que darían para una larga reflexión sobre su vasto alcance: un bebé lactado a término, criado en un hogar pleno de respeto e información es un primer escalón para la construcción de una sociedad sana.
Empecé tratando de describir el hecho de que nosotros, los papás, también participamos en el maravilloso proceso de la lactancia, para concluir que no solo los papás, sino el pueblo entero tendría que participar en el proceso de lactancia, nosotros, todos, somos papá lactante. ¿Cómo colaborar con la lactancia? Primero entendámosla y pensemos en la colaboración como una consecuencia inevitable de comprender el milagro maravilloso que es la lactancia y su importancia vital para todos.