Por Valeria González
Hace más de dos semanas se celebraron elecciones de gobernador, alcaldías y diputados en mi Estado. Los hechos, sin juicio, fueron así, irregularidades en el debido proceso electoral donde cabe la posibilidad de que haya sido una elección de Estado y no un ejercicio de democracia, no aseguro nada, sin embargo, esa fue la percepción de muchísima gente. Así que, estos últimos días, el tema sobresalía en la sobremesa en cualquier reunión o chat de WhatsApp. La percepción de muchos, de haber sido víctimas una vez más de la corrupción y claro, el sentimiento de frustración y enojo que esta percepción tiene.
Mi esposo y yo nos juntamos los viernes con personas que como nosotros queremos ver la vida desde una perspectiva no dualista, sin juicio, buscando la integración con todos. Donde lo exterior, lo que aparenta pasar afuera existe solo como proyección de La Mente, y La Mente la conformamos todos cual uno solo, mi mente individual es parte de La Mente, por así decirlo. De esto es de lo que trato de hablar en todos mis artículos, de esta otra manera de percibir la vida. Pero el viernes después de las elecciones, todos y cada uno de los asistentes a la reunión de los viernes estábamos muy ganchados con el tema de las elecciones estatales. No nos acordamos ni de la unión, ni del amor, ni nada, el sentimiento era un enojo por todo lo que pasó en el proceso electoral. A medida que la reunión transcurría seguíamos con nuestra frustración y enojo, hasta que recordamos para qué estábamos ahí.
¡Debe haber otra manera de percibir esto! Y nos paramos en seco.
¿Cómo podemos ver esto desde la unión? ¿Cómo podemos percibir armonía y confianza en medio de esta situación? ¿Cómo no juzgar a los artífices del aparente robo electoral? ¡Qué difícil aparenta ser esto! Pero estábamos ahí reunidos precisamente para seguir sanando nuestra percepción del mundo y a partir de ese momento eso fue lo que hicimos, y el aprendizaje fue invaluable.
- Si aquello donde pongo mi atención se refuerza, poner atención al incordio solamente lo acentúa. Si creo que el mundo de la forma no es más que un holograma, una proyección de aquello que creemos, pensamos y sentimos, no tiene sentido seguir reforzando la creencia en el ataque en cualquier forma, o en creer ser víctima de este mundo.
- Si lo que doy recibo, es decir, si pienso con odio y rencor sobre aquellos políticos, al mismo tiempo que lo estoy pensando, estoy sintiendo ese enojo dentro de mí, estoy recibiendo una retribución exacta de aquello que doy. No es que existan límites en lo que recibo, más bien yo misma pongo límites a lo que doy.
- Si lo que busco es la unión y no la separación, y aprendo que todos somos uno, y que al juzgar al “otro” me estoy colocando por encima de él (el “otro” es un corrupto y yo no), acentúo mucho más la separación y el miedo que esto implica. La creencia que se refuerza es “hay alguien afuera que me quiere fregar, que se quiere aprovechar del mí; hay alguien afuera que me ataca” y me veo como víctima o justiciera y separada de los “otros” y esto se paga con más miedo, y el miedo impide que me viva en libertad, confianza y paz. Entonces, aparentemente el precio lo paga el “otro” sin embargo al condenarlo a él me estoy condenando yo misma.
- Puedo pensar “¡Pero por supuesto que no soy ese político corrupto!”, y en el mundo de la forma está en chino percibirme uno, y puede ser muy frustrante para los que estamos en este camino. Es dificilísimo percibir unidad cuando veo cuerpos separados, pero, sí puedo percibir unidad en La Mente. Ese político es una parte de esa Mente Uno, de ese ser único del que yo también soy parte. ¿Qué sería lo más sensato hacer bajo esta perspectiva? Para mí, es sanar mi percepción, si percibo al “otro” con amor y compasión, empiezo a sanar esa Mente Uno, esa unidad. Estoy totalmente convencida que las personas que sienten amor en su interior, se sienten totalmente a salvo y el miedo no dirige sus acciones, por lo que se vuelve totalmente innecesario mentir o robar para conseguir algo, porque saben que lo tienen todo, no necesitan nada de afuera, ni poder, ni reconocimiento ni más dinero. Y yo formo parte de esa Mente Colectiva y sanando mi percepción creo que al ser el “otro” parte de la misma Mente, también sana.
- Otro de los puntos de los que hablo en mis artículos es el soltar y confiar que todo está como debe de estar. Pero… ¿cómo puedo sentir eso en medio de tanta corrupción? ¿es que no se dan cuenta que están afectando al Estado y a tantísima gente? Estas preguntas están hechas desde el juicio de lo que yo creo es lo adecuado y mejor, y desde el miedo al futuro. ¡Qué difícil me resulta soltar esas creencias! ¡Qué difícil no pensar en el futuro con aprensión! Me aquieto, me conecto con mi verdadera esencia y suelto, confío, no sé para qué está pasando lo que está pasando, pero confío que, aunque no entienda, todo es perfecto. Me concentro a vivir el presente soltando el futuro o mis creencias del futuro. Hago lo que me toca hacer. Si siento la necesidad de participar activamente en manifestaciones sociales o políticas, lo hago, porque me da paz hacerlo, pero me desapego del resultado y si siento que quedarme en casa es mi papel, también es perfecto. Hago lo que siento me toca hacer desde el amor, día a día. Es más, me he dado cuenta en mi caso, que hacer esto me hace llegar hasta el final de cualquier proyecto, porque ya no interfiere en mí el miedo al futuro o desanimarme por mis creencias del posible resultado final. Simplemente continúo, hago lo que siento me toca, cada momento. En mi país suele pasar que cuando hay una inconformidad en un primer momento hay mucha participación, pero al pasar el tiempo la gente se va desanimando, esa chispa se va apagando, y no porque les de paz hacerlo, sino porque el miedo al futuro nos detiene “aquí no vamos a lograr nada” “qué ganamos con esto”. La clave está en desapegarme del resultado, participar amorosamente de la manera en que mi interior me indique porque me da más paz, simplemente por eso.
Esto hizo que un evento sin precedentes se diera lugar en mi ciudad, miles de personas salieron a la calle con la intención de manifestarse y pedir de una forma pacífica la rectificación del proceso. Miles de personas sintieron el deseo de unirse, fue impresionante, realmente conmovedor y sobre todo en una ciudad donde la participación ciudadana es poquísima. Gente de diferentes partidos, clases sociales, credos. El ¿por qué tanta gente se reunió? dejó de ser importante para mí, la forma dejó de tener significado, más el fondo, el fondo de todo esto es unión. ¿Tuvo que pasar todo esto para que se manifestara más unión entre nosotros? No sé, pero hoy creo que todo es perfecto y siempre hay otra manera de ver las cosas.