He descubierto que también me gusta mucho y disfruto muchísimo explorar la ciudad en familia.
Por Kim Dewey
Preparar mochila, sudadera, chal, algo de fruta, un termo con agua, repelente de mosquitos en tiempo de verano, y ¡estamos listas! Así nuestras tardes de plazas y parques. Algunos días son solo una vueltita, otros son de picnic y horas y horas de juego. ¡Sari disfruta un montón!, y como desde casa son unas cuantas cuadras para llegar a alguna de las plazas más cercanas, la salida incluye una buena caminata que siempre viene bien, saludar a varios perros y gatos en el camino y ver cómo cambian de color las hojas de los árboles con el cambio de estación. Otras veces, sobre todo fines de semana, la aventura comienza desde salir a tomar el tren, así hemos recorrido ya varias plazas y parques de la ciudad, incluso tenemos nuestras favoritas, aunque nos quedan muchas más por conocer. Definitivamente como mamá de una niña de 3 años, viviendo en una ciudad tan grande como Buenos Aires, los espacios públicos recreativos se han convertido en una parte esencial y necesaria de nuestros días.
Mi reflexión viene a que nunca antes había valorado este tipo de espacios urbanos. Sabía que estaban, pero los veía como algo lejano y extraño. Siempre me habían interesado los temas relacionados con la sustentabilidad, y cada vez más la sustentabilidad urbana/familiar, es decir la sustentabilidad dentro de la ciudad desde una visión práctica y de “acción desde casa”, como por ejemplo el uso de transporte público y la separación de residuos domésticos, pero no me había dado cuenta que estaba dejando afuera una pieza clave en esta visión. La revelación vino cuando me convertí en mamá. Ahí caí en la cuenta que nunca me había detenido a observar qué importante y necesaria es la incorporación y la participación de los niños en la ciudad para la salud y bienestar colectiva, en este caso, a través de los espacios públicos familiares.
Así, al lado de mi hija comencé a ver la ciudad con nuevos ojos. Comencé a buscar espacios, actividades y eventos para disfrutar juntos dentro de la ciudad. Y como suele suceder, son los cambios y retos lo que nos pone en movimiento, nos hacen crecer y abrirnos a nuevas posibilidades. Después de vivir en una ciudad pequeña, más bien de aire pueblerino y rodeada de montañas, al principio me costó la adaptación la llegada a una ciudad taaan grande y mucho más compleja. Siempre me gustó Buenos Aires, es una ciudad hermosa, pero claro, una cosa es estar de visita y otra muy diferente vivir. Y no fue de un día para otro, pero poco a poco fui descubriendo su encanto. Ahora de local, con chispa de turista, mochila lista y acompañada de una niña pequeña he aprendido a disfrutar y realmente valorar el poder y la riqueza que ofrece la ciudad cuando se integra a la familia, a los más chiquitos y nos abrimos a ella.
No me refiero solo a eventos, festivales o actividades temporales, que son buenísimos, sino más bien a los espacios públicos recreativos diseñados y creados para niños y familias como parte integral del desarrollo urbano. Las áreas verdes en medio de la ciudad, plazas y parques con juegos al aire libre, bibliotecas y actividades familiares regulares no solamente ofrecen un espacio físico para pasar el tiempo, jugar y descansar, también forman parte del disfrutar la ciudad, de contener a las familias, dan vida y un respiro de frescura al ambiente. Finalmente llegan a ser parte de la formación de los niños en su relación con el entorno y sus pares. Tiene que ver con entrar en contacto con la comunidad, con el cuidado de lo que se comparte, el respeto, la tolerancia y la diversidad.
Desde mi experiencia, que siempre preferí “escapar” de la ciudad para estar cerca de la naturaleza, he descubierto que también me gusta mucho y disfruto muchísimo explorar la ciudad en familia, recorrer caminando las calles con un par de ojitos curiosos es lo máximo, nos encanta descubrir juntos lugarcitos nuevos y encontrarnos de pronto con proyectos que embellecen la vía pública a través del arte. He descubierto que me gusta participar y ser parte activa de la magia urbana, y con ello colaborar en la creación de ciudades más seguras, más inclusivas y amigables, no importa si es un pueblo o una ciudad enorme.