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¿Pienso o solo reacciono?

Por Dona Wiseman

En nuestra sociedad, tanto en la pequeña que es la familia como en la gran sociedad mundial, pasan cosas. A esas cosas cada una de nosotras las definimos según los criterios que hemos formado en base a lo que hemos oído, lo que se nos ha exigido, lo que nos dice la religión que seguimos, lo que nos demanda la escuela, los criterios de moda. Entonces, ante un evento, procesamos, prácticamente de inmediato, nuestra opinión, nuestro juicio, y nuestra manera de vivir la experiencia del evento, aún y cuando no es algo que nos toque directamente.

Siempre es bueno tener una opinión, un punto de vista sobre las cosas. Pero… Quiero proponer que cuestionemos nuestros juicios y realmente vivamos el proceso de determinar nuestros puntos de vista de una manera completa.

Existe el peligro de vivir la vida defendiendo: defendiéndonos, defendiendo un ideal. Y caemos en defender algo que no hemos procesado lo suficiente. Nos lanzamos sobre los criterios de moda sin habernos dado a la tarea de investigar, procesar, masticar y digerir ni la información ni la experiencia.

Un ejemplo: Tengo una paciente joven que comenzó a tomar terapia conmigo cuando estaba en carrera. Un problema recurrente en su vida era la dificultad en la escuela, desde primaria. Ahora en carrera se registraba tarde, no lograba los horarios que deseaba, salía mal en clases, faltaba. Una de sus mayores quejas en la vida era que su mamá le decía vez tras vez (como solemos hacerlo las mamás latosas) que tenía que terminar su carrera y hacer maestría y trabajar, que eso sería su vida. La chica decía que quería casarse y tener hijos y hacer una familia. Un día la chica tuvo un descuido momentáneo en la terapia – de ésos que suceden con cierta frecuencia cuando bajamos la guarda. En ese momento dijo, “Es que yo también quiero lo que quiere mi mamá pero la vieja jode tanto que mejor no.” Le pedí que le fuera a decir a su madre eso, que ella también quería carrera y hasta maestría, pero que quería hacer las cosas a su manera. Lo hizo. No volvió a reprobar una materia siquiera. Ahora se ha graduado y tiene trabajo y está haciendo una maestría.

¿A qué voy con esto? Que incluso formamos opiniones y criterios solo por darle la contra a otras opiniones y otros criterios. Se llama reactividad. Y este mecanismo de defensa, igual que el hábito de tomar las creencias ajenas como propias, nos deja como parte de un rebaño de seres seguidores que no ejercen su derecho a formar sus propias creencias y opiniones. Nos lleva a un ambiente social de queja sin propuesta donde los “buenos” forman grupos violentos de linchamiento social y donde no hay base para el diálogo y los acuerdos, menos aún para el ejercicio de la justicia.

Podría dar muchos ejemplos muy específicos. Pero lo que realmente deseo es invitarlas e invitarme a vivir el proceso de cuestionar, preguntar, masticar, digerir, procesar y de formar nuestros propios criterios. A no tomar por cierto todo lo que leemos (justo ayer circuló una noticia falsa sobre el supuesto asesinato del Dr. Mireles). A no presuponer que porque matar es malo (ejemplo MUY exagerado) todos los que matan, bajo cualquier circunstancia, son personas malas. A unirnos a los que dudan de las opiniones populares y de moda. Vivir así requiere valentía, coraje, osadía. ¿Estaremos listas?

Dona Wiseman: Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.
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