Ten la certeza de que después de llover basta un rayo de luz para que la cosa más espectacular que puede haber tome forma y traiga de nuevo esa gran felicidad a tu vida: tu propio “bebé arcoíris”.
Por Elena Hernández
¿Han escuchado o leído el término de ¨bebé arcoíris? Yo lo describiría de esta manera: Es la majestuosa manifestación de alegría, luz y color que llega después de una tormenta.
Hoy les quiero compartir la hermosa y tan esperada llegada de mi “bebé arcoíris”. Al principio fue inquietante, confieso que me asusté, no lo buscábamos ni lo esperábamos, pero ese shock me duró 3 días. Al cuarto día ya estaba feliz y entusiasmada, pero al mismo tiempo, un miedo sombrío invadió mis pensamientos, una gran angustia se apoderó de mí y un mal sueño me acechaba cada noche… ¿y si lo pierdo?, ¿y si esta ilusión no pasa otra vez de la semana 8 o la 10?, ¿y si hago algo mal?, ¿y si mi cuerpo tiene algún problema?
Aunque soy una mujer que confía siempre en la madre naturaleza y la sabiduría de sus designios, yo quería aferrarme a la idea de que ahora todo estaría bien, como las veces antes de que yo viviera ese “aborto espontáneo”, el que creí haber librado con tranquilidad y entendimiento hasta que me volví a embarazar un año después y me invadió la inseguridad, la preocupación y constantes nervios.
En esta ocasión decidimos ser cautelosos, y mantener en secreto la noticia hasta haber pasado un tiempo prudente en el cual estuviéramos seguros de que todo marchaba bien. Así, al cumplir los 3 meses de gestación, hicimos el anuncio a la familia y los amigos más cercanos. No más. Esta vez no le conté a Facebook.
Aunque todo parecía ir perfecto yo seguía sintiendo esa incertidumbre de que en cualquier momento podía perderlo, fue entonces cuando me di cuenta cuánto necesitaba esta prueba para sanar aquel episodio que según yo había sobrellevado sin mayor problema. Y supe lo mucho que estaba equivocada, que la luz de esperanza que crecía en mi vientre llegaba para recuperar mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Ese pedacito de brillo que me ha acompañado estas 40 semanas llegó por fin a mis brazos, a darme esa fuerza que creí no necesitar, a cerrar con broche de oro esta gran familia.
Además de agotada, desvelada y aún adolorida, me siento dichosa, en paz y con la enorme bendición de ser madre una vez más, de tener esta capacidad de incrementar el tiempo y el amor para todos y cada uno de mis hijos; donde una vez pensé que no cabía nadie más, me di cuenta de que el reloj y el corazón no se dividen, por el contrario, se multiplican.
Ten fe, si lo deseas, pero aún no te animas, si estas indecisa o temerosa…. ¡Tranquila! Busca en tu interior esa fuerza, te aseguro que la tienes. No tengas miedo de volverlo a intentar. Ten la certeza de que después de llover basta un rayo de luz para que la cosa más espectacular que puede haber tome forma y traiga de nuevo esa gran felicidad a tu vida: tu propio “bebé arcoíris”.