Conversación con NES
Vamos a soñar que hay paz. Vamos a imaginar, por un momento, que el mundo entero vive en paz, que no existen las guerras, que no hay desaparecidos, ni perseguidos políticos, ni tráfico de seres humanos, ni matanzas de campesinos o indígenas, vamos a creer que es posible, que este sueño de todos los que habitamos el planeta tierra se vuelve realidad.
Hace 25 años, el 10 de diciembre de 1992, el nombre de Guatemala resonó en el mundo entero porque Rigoberta Menchú Tum, líder indígena guatemalteca, miembro del grupo maya quiché, defensora de los derechos humanos, recibió el Premio Nobel de la Paz por “su trabajo a favor de la justicia social y la reconciliación entre los diferentes grupos étnicos, basada en el respeto por los derechos de los pueblos aborígenes”.
Este año, Rigoberta Menchú Tum fue invitada estelar de la Feria Internacional del Libro en Arteaga (FILA), organizada por la Secretaría de Cultura del Estado de Coahuila, y pasó un par de días conociendo la ciudad de Saltillo, visitando algunos sitios de interés para ella, como el Museo del Desierto y La Casa del Migrante. Nosotras tuvimos la oportunidad de estar cerca de ella, que conociera a No Estás Sola y sobre todo, de absorber lo que nos fuera permitido, para transmitirlo aquí, en estas líneas.
Rigoberta tiene un semblante fuerte, sobrio, entero, sus movimientos pausados, hacen notar su estirpe, la mujer precavida, sigilosa, responde y actúa sin prisas, como los viejos mayas. Su mirada habla de tristeza, de dolor y, al mismo tiempo, tiene la inocencia de quien aun se maravilla con lo cotidiano, con la vida misma. A pesar de haber vivido en carne propia uno de los peores horrores inimaginables: la desaparición y asesinato de su familia, Rigoberta mantiene la esperanza viva de que esto puede cambiar, de que podemos vivir más dignamente, “el odio no sirve de nada y los niños, que son el futuro, deben saber esto”.
Recientemente, Rigoberta fundó, con otro grupo de personas, el partido político Wianq, en su país, constituido en su mayoría de personas de origen maya, y en pro de la defensa de los intereses de los pueblos indígenas de Guatemala. Considera de suma importancia que exista una representación de estos pueblos en el sistema de gobierno actual. Para Rigoberta, “un líder no es el que se autonombra, es el que sabe escuchar a la gente”.
Dijo también, que debemos aprender de los niños quienes ahora son más activos y más despiertos pues en el futuro tendrán un sentido más humanista.