Por Dona Wiseman
“La sexualidad saludable es emocional, social, cultural y física. Incluye nuestros valores, actitudes, sentimientos, interacciones y conductas. Una sexualidad saludable significa tener los conocimientos y el poder para expresar la sexualidad en formas que enriquecen nuestra vida.” (1)
Es muy importante definir la sexualidad como concepto y también es importante definir mi sexualidad. He escuchado a muchas mujeres comentar con hastío el hecho de que el ejercicio de su sexualidad se vea tan enormemente afectado y guiado por prejuicios, opiniones ajenas, supuestas expectativas culturales, expectativas propias, y mandatos familiares y de religión. Supongo que esto les sucede a los hombres también. En algún momento me gustaría platicar con más hombres sobre cómo viven este tema. Admito que me falta conocerlos más.
Otra cosa que me es importante decir en este momento es que lo que escribo, en este momento y siempre, tiene la intención de confrontar y de confrontarme. Son reflexiones mías. Si caen sacos, así sea. El primer saco me lo pongo yo. A veces me aprieta o me roza, o lucho con él porque quisiera no ponérmelo. Sin remedio. Los temas que nos mueven son temas que tenemos que explorar.
Seguramente estamos por aquí muchas mujeres que no tenemos pareja. Algunas jóvenes, algunas algo mayores. Somos mujeres fuertes. Nos cuidamos solas. Tenemos amigos y amigas. En mi caso tengo hijos y nietos. Como algunas de Uds., vivo sola, pero no estoy sola. No tengo pareja.
Quizá muchas de Uds. también, como yo, se han enfrentado a la actitud de algunos hombres, que por hoy me causa mucha desconfianza. Los escucho e interpreto que me ven sola y “necesitada” y que están disponibles para “darme mantenimiento”, o que contemplan que por mi condición de vida estaré dispuesta a intercambiar veladas, cenas, favores y compañía por sexo. No me conocen bien y no saben que he trabajado mucho para definir mi sexualidad. Tampoco los conozco tan bien. Quizá igualmente han trabajado y su definición simplemente no concuerda con la mía. Acepto eso. Mi sexualidad es mía y yo decidiré cómo, cuándo y con quién.
Para mí, la sexualidad tiene mucho que ver con compartir. No estoy hablando de compartir la vida como en pareja, necesariamente. Este compartir tiene que ver con espacios y tiempos, de actitudes, de confianza.
Invito a cada una de Uds. a contemplar este tema. Casadas, solteras, “arrejuntadas”. ¿Qué influye en mi definición? ¿Cuáles ideas son mías y cuáles son tomadas de otras personas e ideologías? ¿Me presto a expectativas ajenas? ¿Cómo deseo vivir mi sexualidad? ¿Cuál es mi frecuencia, mi intensidad? ¿En qué exploro, experimento? ¿Qué deseo? ¿Expreso esos deseos? ¿Expreso lo que no quiero? ¿Me comunico? ¿Cómo es mi erotismo? Uuuups, creo que ya ando abriendo otro tema.
Por lo pronto, me quedo con la declaración de que lo que hoy interpreto de algunos hombres no es algo que va de acuerdo con mi definición y estilo de sexualidad. No incluyo aquí a todos los hombres, absolutamente no. Solo que en estos días este tema me hace ruido. Entonces les comparto mi ruido.