Por Alex Campos
“Ya pasará”, son las dos palabras que más recuerdo cuando recibí la noticia de que mi bebé tiene Síndrome de Down. Me las repetía una y otra vez, aunque parecía que eso que estaba sintiendo estaba muy lejos de irse.
Dos palabras tan poderosas, tan sencillas pero tan ciertas, que las aplicamos una y otra vez, incluso para tranquilizar a nuestros pequeños ante alguna situación que les trae ansiedad o que les duele y no saben cómo manejar.
Y así, aunque somos adultos, también nosotros en algún momento de la vida, a veces, en más de uno, necesitamos repetirnos “ya pasará”.
Te escribo a ti donde quiera que te encuentres, hoy que recibes alguna noticia o diagnóstico inesperado de tu pequeño, a ti mamá que has tenido noches y mañanas continuas en las que la preocupación y la pregunta de “¿cómo llegamos aquí?” te invade, no te deja cerrar los ojos y te invita a buscar razones de donde quiera que puedas sacarlas, desde las razones más ilógicas, dolorosas o reales que llegan a tu mente.
Ser mamá es lo más increíble, sorprendente, es una experiencia sublime que muy pocas veces logramos poner en palabras si de describir lo que sentimos por nuestros pequeños se trata.
Pero también, ser mamá, es sacarte el corazón desde el momento en el que nacen, entregarlo a ellos y así queda expuesto a situaciones que están fuera de nuestro control.
Pero no sólo los diagnósticos inesperados nos dan preocupación, en nuestro mundo, el mundo de las mamás, hay de todo tipos, colores y sabores de mortificación, ¿cierto?
Niños con problemas de conducta, niños con el tan famoso hoy en día “déficit de atención”, niños afectados por alguna situación en casa, niños que se han convertido en el objetivo de algún bullying en la escuela, pequeñitos que nacieron con algún defecto físico y eso les produce inseguridad. En fin, los niños son sólo eso, niños de carne y hueso igual que nosotros, y aunque quisiéramos, nuestros pequeños no llegan al mundo con un seguro “contra los dolores y situaciones difíciles de la vida”. Eso quisiéramos, que nunca sufrieran, que solo sonrieran y que la vida fuera puro dulce y diversión para ellos.
Aunque no estoy segura de cómo entonces el ser humano sería pulido, moldeado y tallado como madera hasta llegar a su forma “ideal”, y esto tal vez tarde toda una vida y llenos de arrugas nos demos cuenta que esas arrugas traen consigo nuestra “forma ideal”, “la obra maestra” en la que debíamos convertirnos.
Sólo quiero decirte, eso que tú sientes, lo que sea que está dando un vuelco a tu corazón, aquella situación de la que no tienes control… “ya pasará”.
Los problemas no desaparecen pero te aseguro que aprenderás a lidiar con esa multitud de sentimientos que inundan tu corazón en estos momentos, aprenderás a darte tu tiempo para sentir, enojarte, entender, vivirlo, aceptarlo y decir “esto es vivir”, esto es parte de mi historia.
Tú y yo, viviremos aprendiendo, soltando y averiguando qué es lo que tenemos que hacer frente a esas situaciones que la vida nos da.
A veces, es necesario soltar el volante, desprendernos del “así debe ser”, porque aquí, donde tú y yo vivimos eso es subjetivo. Aquí el “debe ser” lo inventamos los humanos.
¿Quién nos entregó un contrato con millones de cláusulas diciendo “así será tu vida” , “tus hijos DEBEN ser así, tu familia DEBE ser así?” Al menos yo no recibí ninguno, así que desde que llegó mi pequeño bebé sorpresa, decidí divorciarme de esos pensamientos que sólo me producían ansiedad, terminar por completo con los contratos que durante años me fui haciendo en mi mente.
Desde hace algunos meses decidí copiar las propiedades de una masa moldeable, como la masa de las galletas, lista para entrar al molde que la vida me brinde, la forma que deba tomar, esa tendré, modificarme y moldearme cada que se necesite.
Eso quiero enseñarle a mis pequeños, que en la vida las cosas no siempre serán como esperamos, que tendrán que, una y otra vez, sobarse de la caída, levantarse, sonreír luego de un “ouch”, ponerse curita y seguir. Después de todo, mientras esté mamá, siempre habrá pomada (en mi casopolvos mágicos que curan cualquier mal, al menos eso creen mis pequeños) curitas, besos y apapachos, y eso es todo lo que ellos necesitan.
Te lo prometo, YA PASARÁ , no busques razones, no imagines el “hubiera”, no sobreanalices la situación, no te compares con nadie, recuerda siempre que tú tienes tu propia historia, mantente atenta de lo que en el libro de tu vida se escribe. Cada historia, con todo y sus momentos difíciles, es hermosa. Y si de pronto, de ser el escritor te diste cuenta que pasaste a ser el actor principal de tu cuento, toma la capa de héroe que tienes guardada, póntela y declárate lista para las aventuras y misiones que en tu historia se van escribiendo. Sé valiente, lo eres, te lo prometo YA PASARÁ…
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Alex. Gracias por compartir tus experiencias y enseñanzas. Es un deleite leerte.
Bendiciones.