Por Daniella Monárez Prieto
Siempre supe que iba a ser doctora, era como saber que era niña, o que tenía dos hermanas. Yo siempre tuve implícito que sería doctora. Nunca me dio asco la sangre, ni tuve miedo a la enfermedad, ni flojera estudiar tantos años.
Cuando llegó la hora de empezar a vivir mi sueño tuve mi primera prueba: El examen de admisión. Miles de aspirantes para una facultad de medicina que solo admitía 70 estudiantes por año, fue el primer reto. Los nervios estaban a flor de piel, a decir verdad, los de mis papás, porque yo simplemente sabía que lo lograría. Así me despertó una llamada telefónica el domingo de mi cumpleaños número 18, cuando la profesora con la que había tenido asesorías para dicho examen me decía o más bien gritaba que ya estaba dentro, y que además había obtenido el lugar número 7 a nivel estatal. Yo, feliz, me encontraba más cerca de ser doctora.
Anécdotas de estudiante tengo miles que en otra ocasión relataré, hoy solo les contaré que siendo ya doctora, me convertí en madre, y que a pesar de que esta carrera es el amor de mi vida y mi más grande pasión, el ser mamá de una niña tan angelical y noble es la mayor de mis satisfacciones y el regalo más grande que me ha dado la vida. Día con día vivo con la sensación de que estoy en deuda con Dios, e inclusive ni si quiera estoy segura de merecerla, porque a la fecha no sé qué hice para obtener tan grande bendición. Y así, el combinar mi profesión con la maternidad, sin lugar a dudas, se convirtió en el fuerte reto con el que me enfrento todos los días.
Entrar al hospital a las 7 am, salir a las tres de la tarde, tener guardia cada tercer día, y que mi niña esté ya en kínder, me hace totalmente dependiente de mi familia, de mis vecinas, de las mamás del colegio y de quien se deje. Todos ellos son mi red de apoyo con el cual me encuentro profundamente agradecida por el desinteresado soporte que me brindan diariamente. Y para sumar un grado extra de complicación decidí, después de 5 años de ejercer como médico general, hacer la especialidad en anestesiología y además, realizar una maestría en investigación, así que estoy embargada por 3 años más y además regresé a ser estudiante.
Recapitulando, soy mamá de una niña de tres años, doctora, estudiante de maestría realizando una residencia médica y además soltera. Si me preguntaran si mi vida es complicada, simplemente responderé que es diferente.
Agregando un poco más de adrenalina me han invitado a formar parte de NES, así que agregaré a mi lista de actividades que soy escritora.
Tengo la firme convicción de que si todas las personas realizaran las actividades que les apasiona en la vida, seguramente este mundo estaría libre de frustaciones y en definitiva sería un mundo mejor.
Así que hoy puedo asegurarte que, independientemente de la edad, estado civil, grado académico, situación de vida, etc., si tienes todavía algún sueño rezagado, solo deshazte del miedo y atrévete a vivirlo. No estás sola.
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Me encanto no sabes cuánto tu historia, gracias por el amor y pasión que imprimes en cada cosa que realizas! Ama es lo mejor del mundo y estará muy orgullosa siempre de todo el esfuerzo que hace su mamá!! Y me quedo para mí también esa palabra "diferente".