Por Kim Dewey
Una de las razones por la que promuevo y apoyo la lactancia materna abiertamente es porque siento que es necesario hacer visible algo tan importante y vital en la vida y salud de las madres, niños y familias. Creo que es el primer paso para que vuelva a ser “lo normal” y no la excepción. Dejar de pensar que es un tema tabú o que es cosa solo de mamás. Es tiempo de involucrar a todos, a madres, familias, mujeres, hombres, profesionales de la salud, gobierno y empresas.
México es uno de los países con más bajo índice de Lactancia Materna en el mundo, con solo el 14.4% de mujeres dando pecho exclusivamente durante los primeros seis meses de vida del bebé (UNICEF). Con esto es importante mencionar que, estadísticamente, solo el 2% de las mujeres no pueden amamantar por razones médicas. Es decir, el 98% de las mujeres pueden dar la teta. No quiere decir que sea fácil o que todas las mujeres quieran hacerlo, eso es todo otro tema, lo que es real es que la mayoría de las mujeres que quieren amamantar y no lo hacen, es simplemente por dos razones principalmente:
- Falta de apoyo (médico, familiar, laboral…) y
- Falta de información o información obsoleta.
Mi mamá solo me dio pecho por 3 meses porque el pediatra le dijo que, después de ese tiempo, la leche “ya no servía”. Esto fue en los 80s y es una creencia, entre muchas, que sigue dando vueltas popularmente, incluso en el mundo médico. Todo esto influye para que las madres que amamantamos seamos minoría y quedemos relegadas e invisibles.
La realidad es que tener una lactancia exitosa no es solo cosa de la mujer y no se trata solo de querer amamantar. Es todo un reto, para algunas más grande que para otras, y mucho más en este tiempo en el que las mujeres estamos bastante desconectadas de nuestro cuerpo e intuición. Y, en relación a la lactancia materna, en gran parte también porque la mayoría nunca tuvimos contacto directo con mujeres dando el pecho, así de simple. Amamantar ha estado por demasiado tiempo escondido, no reconocido y totalmente fuera del círculo público, social y laboral.
En mi experiencia, por ejemplo, creciendo, no recuerdo haber visto nunca a una mujer amamantar a su bebé en público. Tengo tres hermanos menores y la lactancia pasó totalmente desapercibida para mí. La primera vez que estuve en contacto cercano con la lactancia materna, que ví a mujeres dando la teta en la calle, en la plaza o un restaurante, a bebés y a niños corriendo por igual, fue apenas hace unos años viviendo en Chiapas. Fue una experiencia que me cambió completamente, lo percibí desde el primer instante como algo totalmente natural y humano. Ahí mismo decidí que cuando llegara el momento quería amamantar libremente a mi hijo o hija. Sin hablar de los enormes beneficios que después iría conociendo y descubriendo.
Ahora, con una hija pequeña, reconozco lo importante que es que ella y las nuevas generaciones crezcan viendo y conociendo de cerca algo tan natural como una madre alimentando a su hijo. Entonces ya no será un tema para discutir o defender, será simplemente eso: una madre alimentando a su bebé y un bebé tomando el mejor alimento que puede tener de su madre.
Por ahora, nos toca a nosotras, a las madres, y a nuestras parejas y familias tomar nuestro lugar, educar, compartir. A las mujeres embarazadas informarnos, comunicar lo que queremos, exigir, buscar el equipo médico con quien nos sintamos 100% acompañadas, confiar en nuestra capacidad de nutrir a nuestras crías y apoyar a otras madres en el camino. Así vamos, poco a poco, haciendo visible la magia de la lactancia materna.