Por Kim Dewey
Estoy transitando ya el tercer trimestre de mi embarazo, el espiral me vuelve hacia adentro y a ir de regreso a esos temas básicos y mágicos de conexión conmigo misma y mi cuerpo, y la preparación para la llegada de un nuevo ser a nuestra familia. Hoy comparto un poco acerca de la maravillosa placenta, generadora del vínculo necesario para el desarrollo y vida de nuestros bebés, desde la concepción hasta el nacimiento.
La placenta es un órgano único y lleno de poder. Crece dentro del útero de la mujer durante el embarazo y es formada a partir de las mismas células que forman al bebé. Es decir la, placenta y el bebé tienen el mismo origen, y la placenta a su vez se convierte en parte de la madre como del bebé.
La palabra placenta significa en latín “torta circular” y tiene un tiempo de vida temporal pero vital: existe solo con el propósito de sostener la vida del bebé. (Aunque aun después del nacimiento se pueden aprovechar sus propiedades)
Físicamente la placenta desempeña diversas funciones esenciales para el desarrollo y la protección del bebé durante el embarazo, garantizando la provisión de nutrientes, oxígeno, hormonas, anticuerpos, así como la eliminación de desechos, sin que la sangre de la madre y del bebé se mezclen. (elpartoesnuestro.com.es)
Al momento del nacimiento, la placenta y cordón umbilical contienen alrededor de 1/3 de la sangre del bebé, por ello cada vez más se hace énfasis en la importancia de retrasar el corte del cordón umbilical. Normalmente se hace el corte inmediatamente después el nacimiento, hoy se sabe que retrasar el corte, inclusive solo 3 minutos o idealmente hasta que el cordón deje de latir, brinda importantes beneficios para el bebé, entre ellos dar tiempo de transferir al bebé una buena reserva de hierro presente en la sangre que aún circula en la placenta, y que de otra forma sería desperdiciada. “Retrasando el pinzamiento del cordón se consigue mantener el flujo sanguíneo entre la placenta y el recién nacido, y eso puede mejorar la dotación de hierro del niño incluso hasta los seis meses de vida (OMS)”
Energéticamente, este órgano conocido también como “el árbol de la vida”, es literalmente la línea de vida del bebé. La placenta en muchas culturas y tradiciones antiguas es considerada “la hermanita del bebé”, pues crecen juntos y se acompañan durante la vida intrauterina del bebé. De aquí parten diferentes ritos que honran este gran órgano después del nacimiento.
Algunas prácticas para honrar la placenta y aprovechar sus beneficios después del nacimiento incluyen: hacer impresiones de la placenta, enterrarla como ritual de regreso a la tierra, crear medicina placentaria: deshidratar y encapsular o hacer tintura, o consumirla en el postparto inmediato y siguientes días. Procedimientos que se deben llevar a cabo por parte de un profesional.
Simplemente el reconocer el gran trabajo que cumple la placenta, comunicarnos con ella y honrarla desde el embarazo puede ser una experiencia sutil, poderosa, además de abrirnos a nuevas posibilidades y a un embarazo y parto mas pleno y consciente.