Por Susana Veloz
Desde que recuerdo, el cine ha estado siempre ahí acompañando esa pasión que también siento por los animales. Como cualquier persona de mi edad, la primera película animada que vi y que generó mis primeros cuestionamientos sobre el dolor animal fue Dumbo. Y no es que fuera una niña superdotada y que comprendiera de filosofía y ética, pero creo que a todos nos rompe el corazón la escena donde su madre, desde una jaula, lo arrulla para dormir.
Tiempo después, sería una película la que definitivamente me hiciera recapacitar sobre el sufrimiento animal a manos del hombre: Proyecto X.
Protagonizada por Matthew Broderick, esta película de 1987 es acerca de un piloto de la fuerza aérea de E.U.A. que trabaja para un programa de entrenamiento de chimpancés. En dicho programa, el piloto Garret logra una amistad y conexión con uno de los chimpancés (Virgil) y poco a poco descubre que la etapa final del entrenamiento será un escenario catastrófico, en donde se irradiará hasta el envenenamiento a los animales pilotos y así, estudiar las consecuencias para el ser humano.
Recuerdo el impacto que este filme me dejó. Ver cómo uno de los animales con los cuales compartimos el 96% de nuestro genoma, inteligentes y capaces de sentir miedo y felicidad, son utilizados como objetos desechables, me entristeció. Claro, después comprendí que muy seguramente, los actores chimpancés tuvieron que haber sufrido las mismas vejaciones para salir en la película.
Hoy, por esta misma razón, prefiero las animaciones. La tecnología y la creatividad al servicio de valores humanitarios hacía la naturaleza y sus habitantes, nos pone de nuevo en la cima de la evolución. Usarlos, explotarlos y abusarlos, nos pone por debajo de un protozoario.
Las animaciones de animales han evolucionado tanto que hoy en día podemos tenerlas con dibujos, en 3D o Stop Motion. El medio es lo de menos, la temática es lo que importa.
De unos años para acá, las animaciones que involucran tópicos animales reflejan la realidad y problemática de cada especie. Son ellos, ahora, los que cuentan su propia historia.
Aquí una lista de mis animaciones favoritas y el tema que me parece trascendental.
Pollitos en Fuga (Chicken Run, 2000)
Una producción de Dreamworks que relata las aventuras de un grupo de gallinas que siempre han soñado con escapar de una granja en donde los dueños no tienen miramientos y eliminan a aquellas gallinas que no les dejan ganancias en su negocio de venta y distribución de huevo.
Una clara referencia a nuestro sistema de producción de alimentos en granjas donde los animales son hacinados y no cuentan con los mínimos estándares éticos y humanitarios de una muerte digna.
Buscando a Nemo (Finding Nemo, 2003)
Producida por Pixar Animation Studios, es la historia de un pez payaso que tras perderlo todo, extravía a su único hijo, quien es capturado para su venta en un acuario de Sidney. Sus aventuras son un lindo recordatorio de la belleza e importancia de los recursos del mar y quienes lo habitan. Y es una llamada de atención al problema del tráfico de especies exóticas para su venta.
Madagascar (Madagascar, 2005)
Animación de Dreamworks, nos transporta a un mundo salvaje en donde los animales habitantes de un zoológico de Nueva York, en su intento frustrado por escapar, son trasladados a una reserva en Madagascar. Con toda sus vicisitudes y aventuras en el mundo salvaje, esta animación nos recuerda que, en muchos de los casos, la vida en cautiverio de animales salvajes, los somete cruelmente a una naturaleza que no es la de ellos. Así, sus necesidades de alimento, reproducción y vida social, nunca serán las adecuadas en las instalaciones de un zoológico.
Happy Feet (Happy Feet, 2006)
De los estudios Animal Logic, narra la historia de un pingüino muy especial por su amor al baile y de cómo termina en un acuario y su lucha porque los humanos comprendan el daño que está sufriendo la colonia de pingüinos a manos del ser humano. Será el personaje de “Amoroso”, quien lleva como estandarte de la contaminación de los mares un plástico que rodea su cuello y que lo ahoga, el epitome del daño medio ambiental que ocasiona el hombre al contaminar y explotar sin medida los recursos marítimos.
Río (Rio, 2011)
La producción de 20th Century Fox que, según su director, Carlos Saldanha, fue una “Carta de amor” a su ciudad natal, Río de Janeiro. Pero no sólo a Río, sino a todas esas bellas especies animales que colorean el paisaje Brasileño. Con el pretexto de la búsqueda de un guacamayo azul, el último de su especie, Saldanha no abre los ojos al triste mundo del tráfico de especies y de las mascotas exóticas.
El Lorax (Dr. Seuss´ The Lorax, 2012)
La animación del libro del mismo nombre publicado en 1971, El Lorax es la historia del medio ambiente, narrada por un personaje que cuida de los árboles y que ha visto sus alrededores ser destruidos y contaminados por la avaricia de las corporaciones.
…
Sé perfectamente que esta no es una lista exhaustiva. Habrá más animaciones, pasadas y futuras, que nos hagan reflexionar sobre nuestro papel frente a la naturaleza.
Sin embargo, considero éstas, las que, con creatividad y belleza, abrirán el camino para que las nuevas generaciones defiendan a la naturaleza y piensen en las consecuencias de cada una de sus acciones.