Si es que alguna vez has juzgado a una mamá por su estado civil, pasa antes a ponerte mis zapatos, te los presto.
Por Daniella Monarez
A ti mamá soltera, que has tomado la decisión de avanzar por tu cuenta de la mano de tu chiquito. Tu que has sentido ese pánico al saberte sola ya sea cuando has recibido la noticia de la llegada del bebé o durante su trayecto, a ti quiero decirte que he estado en ese lugar, tal vez en otras circunstancias y por otros motivos, pero si observas bien quizá alcances a ver todavía mis huellas.
A ti que sientes ese miedo diario al despertar y saber que solamente tú eres la responsable de ese angelito que aún duerme, que comprendes que de ninguna manera puedes perder tu empleo o enfermar. Tu que sabes que no puedes fallar, ni flaquear, ni mucho menos llorar. A ti te digo que te detengas, que sepas que no es la peor situación, deja de lado la lástima, arma tu red de apoyo, avanza con ellos y disfruta del viaje.
Independientemente si ha sucedido por elección propia o circunstancias ajenas en tu entorno, estar a cargo de tu hijo por ti misma, es probablemente la decisión más fuerte que hagas en la vida, ésta es la situación que adopté desde hace más de tres años. Mi hija llegó en el momento en que me despedía de su padre, después de una larga y compleja relación, ninguno de los dos sabíamos que ella ya venía en camino, y cuando nos enteramos cada uno tuvo la libertad de decidir acerca de cómo lo íbamos a vivir, en mi caso siempre fue un sí rotundo a lo que venga y como venga, en su caso fue un no, y pues qué se le va a hacer.
Diariamente percibo ese miedo en la boca del estómago al reconocerme enteramente responsable de todos los aspectos de la vida de mi hija: su desarrollo, su crecimiento, el hacerla una mujercita de bien es mi mayor compromiso, así que intuyo que el temor probablemente nunca se disipe. Y así, vivo con la adrenalina que me hace no permitirme sentir la debilidad en mis manos de tan tremendo paquete que llevo conmigo, me convenzo fuerte para poder sostenerlo porque sé que al final del día el sujetar su manita vale todo el desafío.
Entiendo que la familia monoparental no es lo común, no lamento esta situación porque tengo la convicción de que vivir en el amor cubre toda carencia. Así que honro el momento en el que me convertí en madre, el resto de los títulos son lo de menos. Reconozco y respeto la libertad de decisión, hay maletas que no me corresponde cargar y al final del día yo no soy la que camina amputada, sintiéndome incompleta aún con mis cuatro extremidades.
Aprovecho para escribirte, si es que alguna vez has juzgado a una mamá por su estado civil, pasa antes a ponerte mis zapatos, te los presto. No estás sola.