Por Dona Wiseman
Hace unos años una amiga fue a trabajar a Palestina, contratada por una persona para dar talleres de su especialidad a personas afectadas por situaciones de violencia. Loable el trabajo y parecía una oportunidad de aquellas que todos soñamos. Y bueno, en cuanto al trabajo con la gente, así fue. Sin embargo, por detalles, malos entendidos y, más que nada, por haber caído en manos de una mujer sin escrúpulos (así la defino yo, sin conocerla), la experiencia se volvió una pesadilla. A mi amiga no le pagaron. Ese no fue el problema mayor, sino que en un punto estuvo hasta cierto punto abandonada a su suerte en una parte del mundo que tiene una problemática activa. Antes y después de volver a México mi amiga hizo gestiones para poder exigir el pago y reclamar el trato que había recibido, sin éxito. En algún momento de ese proceso ella me contaba que había trabajado en terapia el tema de “no dejarse y de reclamar lo suyo”. Me dijo, “No voy a dejar que esa mujer me gane.” Mi respuesta, con todo el amor que pude reunir, fue, “Ya te ganó.”
Me refería a que ya no había recurso para poder “ganarle” la batalla por el pago. En ese sentido esa mujer había hecho lo que había querido y mi amiga había “perdido”.
Hoy vi un video (en una junta a la que asistí) en el cual Nick Vujicic (un hombre nacido sin piernas y brazos, quien se ha convertido en motivador) dice, “Nunca te rindas.” Temo decirles que no estoy de acuerdo. Estoy totalmente segura de que todos nosotros podemos hacer muchas cosas, tantísimas cosas, y que podemos lograr objetivos y cumplir sueños grandes. Estoy segura. Lo sé. Igualmente sé que muchas veces no queremos hacer el esfuerzo por cumplir metas y lograr los sueños. Cuando pasa eso yo concluyo que no eran ni metas ni sueños reales, sino ideas e idealizaciones, y que siendo así no tuve ni tengo la manera de lograrlos.
Decir, “Tú puedes hacer cualquier cosa que desees,” es algo engañoso. Primeramente, NO puedo hacer todo. Entonces, sería interesante definir lo que deseo realmente. Y aun deseando algo realmente, habrá que tener en mente que pueden pasar cosas que impedirán que yo alcance alguna meta o deseo. La mujer que contrató a mi amiga fue un factor para que mi amiga no pudiera alcanzar una meta. Y sé que suena muy duro lo que voy a decir, pero, este hombre sin brazos puede ser abrazado, más no puede abrazar. Tiene, tengo, tienes, tenemos y tienen límites. Aceptar esos límites, sin caer en victimización, es un arte. Saber cuáles de mis límites puedo rebasar y cuáles no, o más bien, cuáles son por pensamientos y creencias y cuáles son reales.
Comencé esta columna diciendo que hay que darles sepultura digna a algunas cosas. A lo que ya terminó. A lo que jamás será. A la infancia que sigo culpando por lo que no estoy haciendo como adulto. A la expectativa de que mi hijo sea un genio matemático, cuando es un artista natural. A las oportunidades que ya pasaron y que no aproveché en su momento. A las decisiones que no tomé ayer. Al “hubiera” y al “me gustaría”. Al despedirme de estos temas libero espacio, energía y atención para atender lo que sí se puede y lo que realmente deseo. Yo deseo hoy tomar un paso hacia mis propias metas y sueños verdaderos. ¿Y tú?