Por Jaqueline Madrazo
Esa frase que leí hace ya mucho tiempo, ha hecho que mi vida sea mejor. Estoy felizmente casada con un hombre maravilloso que llegó a mi vida, por azares del destino, desde 1985. No me canso de darle gracias a Dios por haberlo puesto en mi camino. Para que una relación perdure con el tiempo necesitas ponerle inteligencia y voluntad, siempre he creído que estar enamorado hace que te quieras casar con una persona, que quieras compartir tu vida con esa persona amada. Sin embargo, el amor no es suficiente, debemos poner toda nuestra inteligencia para saber que queremos permanecer unidos y voluntad para hacerlo. Todos tenemos defectos, cometemos errores y sabemos que, para lograr la felicidad, una de las cosas más importantes es fortalecer las relaciones humanas, hacerlas saludables y constructivas, eso implica tiempo, esfuerzo, inteligencia, generosidad, perdón, paciencia y amor. Si queremos tener una relación de pareja para la vejez la tenemos que buscar, cuidar y nutrir hoy y todos los días. He disfrutado cada momento, hay momentos en que es más fácil disfrutarlo (el matrimonio) y hay momentos en que tienes que utilizar toda tu voluntad para elegir querer permanecer con la persona que decidiste fuera el compañero del resto de tu vida.
Soy muy afortunada, estoy consciente de eso. Gracias a la vida, gracias al destino o definitivamente gracias a Dios, que soy madre. Tenemos tres adorados hijos, que son lo mejor que me pudo haber pasado en esta vida, sin embargo, como dice José Saramago, “Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros, aprender a tener coraje.” Sí. ¡Eso es! Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado. ¿Perder? ¿Cómo? ¿No es nuestro? No, fue apenas un préstamo. EL MÁS PRECIADO Y MARAVILLOSO PRÉSTAMO ya que son nuestros sólo mientras no pueden valerse por sí mismos, luego le pertenecen a la vida, al destino y a sus propias familias. Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros ya nos bendijo con ellos. Coincido con este autor al 100%, aunque es muy difícil desprenderse de los hijos, lo único que podemos hacer es gozarlos viviendo con ellos cada etapa de su vida.
Me siento muy orgullosa de ellos. No han hecho más que darnos alegrías. Me siento dichosa de haberlos disfrutado desde que nacieron, en todas las etapas he estado con ellos, los arrullé, los alimenté, les enseñé a caminar y a correr, a disfrutar de la vida. Fuimos juntos a parques, museos, cine, jugamos a los cachados y también a las muñecas, a hacer pastelitos y a echar maromas, los llevé a La Alameda, a La Ciudad Deportiva, a nadar y a echarse clavados. Me acompañaban a hacer visitas a las abuelas y tías, estoy muy agradecida con Dios porque tengo la gracia de tener todavía a mis padres. Gozo de su presencia en nuestras vidas, cocino con mi madre y juego golf o billar con papá.
Al mismo tiempo que me dediqué al hogar he tenido la fortuna de trabajar. He trabajado en lugares tan distintos como Chrysler de México, luego en el Colegio donde estudiaban mis hijos. Me encantan los niños y trabajar con niños que no hablan ni siquiera su idioma, observarlos al final del ciclo escolar, cómo pueden comunicarse en inglés es padrísimo. Cuando mi hijo mayor terminó la secundaria y se fue a la prepa del Tec, también entré a trabajar en esa institución. La experiencia que te da el ser maestra es muy gratificante. Después me ofrecieron trabajar para ING Seguros, que luego adquirió Seguros Axa, y aún sigo trabajando para esta aseguradora pudiendo comprobar la gran diferencia entre estar o no asegurado.
Al entrar al negocio de los seguros también comencé a jugar golf. Teniendo dos horas libres entre cita y cita, podía ir a practicar o a jugar 9 hoyos y fue así como inicié. El golf es un deporte de muchos retos, pero que disfruto muchísimo, me encanta el contacto con la naturaleza, hacer ejercicio y tratar de superarme a mi misma. En estos momentos estoy en el Comité de Damas Golfistas del Campestre, es un honor, un privilegio representar a un grupo de amigas que, desinteresadamente, trabajamos para que todas las damas golfistas, seamos mejores jugadoras, compañeras y seres humanos. Organizamos torneos locales, y participamos en torneos de diferentes lugares del país. Gracias Mónica Hassaf, Martha Morales, Queta Reyes, Tony Leal, Lilia Bryan, Lupita de los Santos, sin ustedes no haría nada.
Lo mejor del golf es que aprendí a conocerme, a valorar la compañía, a ser competitiva, a fomentar los valores. He descubierto que me divierte tanto que festejo mis tiros y me sorprendo de mí. Es tan sofisticado jugar que apenas podemos comprender la consistencia de un buen swing. Me gusta abrazar las palmas que son testigos del paso del tiempo, las amo. En cada parte de la naturaleza encuentras una buena historia. También es una lección de vida pues cuantos más errores tenga, peor será mi juego. Hasta el disfrutar de un out of band o el caer en una trampa, un lago, un sapo un palomazo, es un gran desafío tener el control de un bastón sobre una bola. Juego golf porque el poder del medio ambiente se apodera de mí y me hace vivir una fantasía donde me doy cuenta de que no solo puedo jugar sola sino también disfrutar de la compañía de algunas de las personas que más quiero en la vida: mi papá, mi hijo, mi esposo o mis amigas. He practicado la mayoría de los deportes, pero jugando golf he encontrado un reto que me hace superarme y ser feliz.