Por Dona Wiseman
Hace algunos años recuerdo haber encontrado un post con la pregunta: ¿Qué harías si no tuvieras miedo? Creo que hoy tendría que decir que me daría cuenta de que muchas de mis fantasías del pasado se han convertido en realidades y ahora hay unas cuantas fantasías, o sueños, o anhelos, que quiero construir. Sí, construir. Con frecuencia tenemos miedo a nuestros más grandes sueños. Se ha dicho que el ser humano siempre tiene miedo al éxito y a lanzarse a lo que más desea.
En efecto tenemos mucho miedo a nuestra grandeza. “Es que si hablo de mi grandeza seré egoísta y presumida.” Malentendemos la humildad y entramos en la falsa modestia, una especie de tirarme para que me levanten. “No, ¿cómo creen? Si no soy tan talentosa como Uds.” Esta actitud es típica cuando alguien nos dice que nos vemos muy bien. “Ay, ¿con este vestido tan viejo?” Nos han dicho que a esos comentarios se responde “gracias”, pero yo creo que se requiere algo más. Se requiere que me lleve todos esos comentarios a mi mente y mi corazón y los mire de cerca y me acomode en el traje que la visión ajena me percibe. No, no quiero decir que todo lo que me diga alguien más es mi verdad. Tomo en cuenta lo que escucho (ahora sí que lo bueno y lo no tan bueno, o lo que me gusta y lo que no me gusta tanto), y me lo mido. Me lo pongo y me paro frente a mí misma para ver qué tal me queda. Si he escuchado a varias personas (más de 2) decir que soy elegante o guapa, pues seguramente será cierto.
Si no tuviera miedo, creería lo bueno que escucho de mí y viviría más honestamente, tomando en cuenta mi realidad y no criticándome demasiado ni alabándome demasiado. Viviría en mi justa medida. Aviso: somos grandes y nuestra justa medida está llena de cualidades, talentos y opciones. ¡Ah! Pero no son los de mi hermana ni de mi prima ni de la vecina. Son míos. Con esos construiré mis sueños y anhelos. Y, sí, siempre son suficientes. No necesito desarrollar más que mis propias características para poder lograr ser la mejor versión de mí y así tener logros, éxitos y satisfacción en la vida.
Hay un texto de Marianne Williamson que usó Nelson Mandela en su discurso inaugural. Lo comparto. Siempre me hace llorar. Sí, viví mucho tiempo con mucho miedo a ser quien soy. Ya no. No me puedo dar ese lujo. Ni tú tampoco.
“Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límite. Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres tú para no serlo? Eres hijo del universo. El hecho de jugar a ser pequeño no sirve al mundo. No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras. Nacemos para hacer manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros. No solamente algunos de nosotros: Está dentro de todos y cada uno. Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo. Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.”
Así sea…
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