Por Alex Campos
Desde el primer minuto que nos convertimos en mamás, transportamos toda nuestra energía, concentración, amor y dedicación a nuestro bebé.
Los primeros días son un ir y venir de emociones; lloramos, reímos, nos sentimos empoderadas y luego asustadas y algunos días creemos que somos muy novatas para cuidar de un bebé tan pequeñito.
Las mujeres tenemos esa capacidad de amar a manos llenas, entregar todo de nosotros y convertir ese amor en los mejores cuidados y apapachos. Pero, a veces, toda esa energía y enfoque emocional que le ponemos al cuidado y crianza de nuestros pequeños termina haciéndonos sentir agotadas, no sólo física si no emocional y mentalmente. El sólo pensar que la vida de un ser depende en los primeros años de ti resulta un tanto impactante, hay altas y bajas en nuestro ánimo y pensar en nosotras, ya es un lujo.
Hay un cliché de las mamás al que no me gusta unirme, esa típica imagen de mamás desarregladas, con el peso ganado del embarazo aún después de años y con poco interés por su imagen personal. Nunca habrá pretexto suficientemente bueno para dejar de cuidarnos y de amarnos, de buscar sentirnos y vernos bien, pues no nos perdemos cuando nos convertimos en madres sino ganamos una pequeña extensión de nosotros, que nos retará al máximo, nos mostrará nuestro mejor “yo” y a veces también el peor.
Pero “el verse bien” comienza desde adentro, buscando el equilibrio mental y espiritual. Estar en paz con nosotras mismas juega un papel importante para sentir ese ánimo de ponernos un poco de rímel, rubor y color en los labios, aunque eso suena fácil, pues a todas nos encanta arreglarnos y ponernos un poco de maquillaje.
Hablo más bien de trabajar nuestra mente y espíritu, de decirle a nuestro cuerpo que nosotros mandamos, de recordar que sólo nosotras podemos hacer lo que hacemos. Sentirnos fuertes y poderosas para proyectarlo a nuestros hijos, eso les dará más seguridad que cualquier otra cosa, eso se irradia.
Así que hoy que vives días increíbles cuidando de tus pequeños, días llenos de un amor inexplicable, días de preocupación porque no comió o no durmió. Días de mucho sueño porque en la noche te levantaste a atenderlo cada vez que lloró. Días en los que 1 hora parece 1 minuto porque todo va muy rápido y tú sigues intentando darle lo mejor de ti con millones de obligaciones y a contra reloj. Estos días en los que sientes que bañarte más de 5 minutos es un lujo y que ponerte un poco de rímel y color en la boca no te quitarán el look “cansado”. Es justo en estos días en los que debes obligarte a ver por ti. A cuidar que lo que comas le haga bien a tu cuerpo, a retarte un poco más allá para bajar esos kilitos que se quedaron luego del embarazo.
Es hoy cuando, aunque te cuesta trabajo levantarte del sillón, debes decirle a tu lado apático “yo mando sobre mí”.
No está mal darte un tiempo para ti, para apapacharte, abrazarte, darte palabras de aceptación y decir “Soy hermosa, soy fuerte y me amo”. Tus hijos te necesitan, pero ¡tú también te necesitas!
Sentirnos y vernos bien, ser mamás activas y dedicadas a sus hijos, mamás que luchan por su realización, cualquiera que sea y que son capaces de cuidar de sí mismas. Ese es el nuevo cliché de las mamás.
Así que échale gasolina al tanque porque hay mucho que recorrer, nosotras somos nuestro propio motor.
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Me encanta tu forma de escribir. Me transportes a ese mundo. Bendiciones Alex