Por Champaca Treviño
Es cuestión de suerte lograr el éxito…
Es que mi caso es diferente, es complicado…
Es que vengo de una familia que batallo mucho…
El que tenga tienda que la atienda y yo no tengo tiempo…
Es que después de los 40`s todo es más difícil…
Es mejor un trabajo seguro que emprender…
Este no es un buen momento, estoy en crisis…
Podría enlistar muchas más creencias limitantes que existen y se escuchan a diario por donde vayamos pasando, que paralizan y obstaculizan el permitirnos lograr lo que verdaderamente deseamos.
Todos los días se habla de las cualidades de un líder, de un emprendedor, de la organización, la planeación, las finanzas, sin embargo, pocas o raras veces nos detenemos a pensar en la base: la importancia de confiar en nosotros mismos.
Grandes ideas, proyectos innovadores, empresas diferentes, productos y servicios que podrían transformar los resultados y beneficios hacia los clientes, se quedan en el tintero por creencias limitantes que surgen de nuestro interior.
Qué importante es detenerse, analizar, entender cómo es la composición de tu mente, saber que es una poderosa herramienta, ya que la mente es la que determina cómo vamos a vivir nuestra vida. Imagínate lo valioso que es conocerla, es de las mejores inversiones de tiempo que puedes hacer, invertir en ti misma.
Una de las cosas que más agradezco a mi papá, es que desde pequeña me hizo sentir y creer que era capaz de lograr lo que yo quisiera. Crecí con la creencia que yo tenía la capacidad de ser la mejor en lo que me propusiera. También mi madre me ayudó a conocer la importancia del esfuerzo. ¿Quería salir? Había carros por lavar, jardín por arreglar o paredes por pintar. No me inculcaron creencias limitantes sino todo lo contrario y para mí ahora es una responsabilidad y un compromiso el hacer lo mismo hacia mis hijos.
Empecemos por conocer un poco más de la composición de nuestra mente.
¿Te has fijado que todo el día, las 24 horas, sin límite y sin detenerse, escuchas una voz en tu interior? Pues esa vocecita es el consciente, tu mente y la de todas las personas que están a tu alrededor está compuesta de un 3 a un 5 por ciento de consciente y de un 95 a un 98 por ciento del inconsciente.
El consciente es lógico y racional, analiza toda información, es quien se encarga de recordarte que por más que quieres volar no tienes alas para ello.
El subconsciente no analiza, es atemporal, pensar es igual a hacer, es quien almacena recuerdos e información. Cuando en base a la repetición generas nueva información, se realizan nuevas conexiones neuronales que almacenan todo tu aprendizaje, es decir no necesitas ser consciente de respirar para respirar, ya está almacenada esa información, por eso la frase: “No te digas no puedo ni en broma porque el inconsciente no tiene sentido del humor”, y es totalmente cierto, el subconsciente absorbe, sin juzgar.
Si queremos un verdadero cambio, por más conscientes que estemos de quererlo lograr, necesitamos trabajar indiscutiblemente en la mente, en nuestro subconsciente, es decir, enviar de manera repetitiva nueva información para poder llegar a lo que deseamos, analizar desde el fondo la información que traemos almacenada, entender que esa información la tenemos grabada y aprendida por nuestro entorno de vida. Por ejemplo, si sientes miedos de emprender, lo más probable es que dejes de hacer esa idea grandiosa, tapándolo con excusas conscientes y tú misma te auto sabotees.
¿Cómo podemos empezar un cambio? Escucha sin juzgar, sin intentar racionalizar, ábrete a nuevas posibilidades, deja fluir, deja que las cosas tomen su curso, esto te lleva a descubrir nuevos mundos y nuevos paradigmas ocultos. Y creo firmemente que detenernos un poco para hacerlo es de las mejores inversiones que puedes hacer ya que hay pocas cosas más importantes en esta vida que descubrir quién eres realmente y todo lo que puedes lograr.
Eres 100% responsable de tu vida.
Los problemas con los que te enfrentas son oportunidades.
Tenemos todos los recursos que necesitamos, o podemos crearlos.
Te invito a cambiar tus creencias limitantes por nuevos y poderosos pensamientos, que consigan motivarte y, por otro lado, empujarte a la acción.