Por Dona Wiseman
¿Con qué criterio tomo decisiones? Los seres humanos tenemos 3 centros, más bien 4. Cada una de nosotras usamos preferentemente uno de estos centros para decidir. Ciertas culturas valoran más un centro sobre otro. Para tomar decisiones más satisfactorias, sería necesario conocer los 4 centros y poder contemplar cada uno de ellos en el momento de decidir.
Está científicamente comprobado que tenemos 3 cerebros. Así como hay neuronas en el cerebro físico (el órgano), también hay neuronas en el corazón y en los intestinos. 3 cerebros. Pensamos con cada uno de estos cerebros. No relacionamos estos pensamientos porque estamos acostumbradas a formular pensamientos en lenguaje y el centro de lenguaje está en el cerebro que todos conocemos. También el corazón y las vísceras tienen pensamientos. No del mismo tipo ni con el mismo lenguaje.
El centro intelectual (relacionado con el cerebro físico) nos habla en pensamientos, en lógica, en planes. El centro emocional (relacionado con el corazón en el cuerpo humano) nos habla en emociones y sentimientos. El centro instintivo-conductual-motriz (relacionado con las vísceras) nos habla en impulsos físicos, de movimiento. El cuarto centro es el centro espiritual, un centro más elevado que no tiene su centro en el cuerpo físico, o podría ser que su centro está en la unión de los otros tres centros.
Cuando hay que tomar una decisión, comúnmente pensamos que debemos tomarla de inmediato. Eso es reaccionar y no necesariamente decidir. Podemos tomar tiempo y hacernos ciertas preguntas para lograr tomar decisiones más conscientes. Fíjense que dije “más conscientes” y no “mejores”. No hay ninguna garantía de que lo que decidamos será lo correcto. Con frecuencia lo que decidimos ni siquiera es tan importante como el hecho de decidir en sí. Todas nosotras queremos tomar decisiones buenas y adecuadas. Lo bueno o malo de una decisión no es algo que es universal, sino sumamente subjetivo. Las decisiones que son buenas para mí, no lo son para ti, y viceversa.
¿Entonces? Cuando te enfrentas a una situación con varias opciones, pregúntate lo siguiente:
- ¿Cuáles son mis pensamientos, opiniones y lógica acerca del tema? ¿Si hablara de razones, qué diría?
- ¿Qué emociones me evoca la situación en sí y cada una de las opciones? ¿Hay emociones específicas que surgen con cada opción?
- ¿Cuál es mi impulso? ¿Qué haría si no pensara ni sintiera nada? ¿Adónde me lleva mi cuerpo?
- ¿Qué me dice mi espíritu, mi esencia, lo que algunos llaman el alma? ¿Identifico una opción con la cual resueno, con la cual vibro?
Te invito a tomar el tiempo. Poco a poco se convertirá en un proceso ágil, fluido. Y te darás cuenta que sí puedes detenerte para tomarte en cuenta y no decidir en base a lo que crees que otros esperan de ti o en ideas prefabricadas y no digeridas. Serás libre de tomar en cuenta más factores que puedan ser importantes en tus decisiones. Cambiarás la reactividad por decisiones conscientes, tomadas en estado de vigilia, despierta.