Por Paloma Castillo Silva
Cuando conocemos familias educando en casa, podemos observar que cada una inició su camino de forma muy particular y por causas muy distintas, sin embargo, yo quisiera clasificar el inicio de la educación en casa en dos grandes grupos: los desescolarizados (aquellos niños que si asistieron a la escuela y han sido retirados de la misma) y quienes nunca han asistido una escuela.
Por lo que he podido observar, para quienes nunca han asistido a la escuela, el proceso de educar en casa suele ser más natural, fluye con mayor facilidad ya que las necesidades del recién nacido simplemente se van transformando paulatinamente y se van amalgamando con la etapa “escolar”. Los padres tienden a sentirse más relajados ya que los cambios en la estructura de aprendizaje se van dando poco a poco.
Sin embargo, para quienes han sido desescolarizados, el cambio es repentino y solemos sentirnos agobiados, inseguros o incluso estresados. Algunos padres deciden que un día su pequeño ya no asistirá a la escuela y al día siguiente, se encuentran frente a él, en casa haciendo justamente lo que hacían en la escuela, pero ahora en casa y entonces, nos damos cuenta de que tal vez no hay mucha diferencia entre lo que hacían antes y lo que están haciendo ahora.
Cuando nosotros decidimos desescolarizar a nuestra pequeña, recuerdo que uno de los mejores consejos que me pudieron dar fue: “tómense un periodo de DESINTOXICACIÓN”, una querida amiga mía me invitó a tomarme este “descanso” (en realidad es mucho más que un descanso escolar). Pero, a qué nos referimos cuando hablamos de desintoxicarnos, cual es la razón y el objetivo de hacerlo.
Antes de explicarlo, es importante reconocer que cuando los chicos asisten a la escuela, se ve invadida su creatividad, independencia e iniciativa, esto es indudable y es inevitable. Independientemente si la escuela es estilo Montessori, constructivista, etc… el simple hecho de trabajar en grupo siempre, les obliga de forma inconsciente a imitar acciones de otros, a estandarizar criterios, acciones e incluso ideas. Y con esto no quiero decir que sea malo el trabajo comunitario o en equipos, al contrario, es muy enriquecedor, sin embargo, al hacerlo todo el tiempo puede anestesiarlos y desconectaros de su propio yo. Los chicos que asisten a la escuela, están la mayor parte del tiempo en espera de que les digan qué hacer, cuándo hacerlo e incluso cómo hacerlo, tienen su horario semanal y saben qué materia abordarán cada día, los educadores les hacen saber su planeación, su rutina, sus tareas y dejan solo algunas cosas a elección del niño. Por tal motivo, cuando son desescolarizados, no muestran mucho interés por aprender, parece que nada les llama la atención, pero realmente es que han sido programados de cierta forma para esperar instrucciones para actuar.
Así que cuando ponemos en práctica esta desintoxicación, lo que queremos lograr es:
- Que el niño vacíe su mente y que libere la carga de horarios no flexibles, tareas, prisas, exámenes, sueño, etc.
- Que los padres liberen la tensión que les genera la rutina, el pago de colegiaturas, los resultados académicos, juntas de padres, correderas para llegar a tiempo, etc.
- Que la familia tenga tiempo de reconectar. Conectar con los hijos requiere de tiempo de observación, de tiempo para dar, de tiempo sin medir el tiempo, de juego, de libertad, de empatía, de largas sobremesas, de pláticas, de apapachos después del baño, de cuentos antes de dormir, de mirarse a los ojos, de preparar juntos la comida….y cuando asisten a la escuela, solo podemos hacer lo anterior la mitad del día (eso sin contar las clases vespertinas, el tiempo de tareas, y las horas que pasan dormidos ya que se tienen que dormir temprano porque mañana hay escuela).
- Que el niño adquiera la consciencia, responsabilidad y gusto por aprender, por crear, por compartir, por inventar y disfrutar. Así conoce y fortalece la imagen que tiene de sí mismo, lo que le gusta y lo que no le gusta.
Por otro lado, también podemos aprovechar este periodo para establecer algunas reglas de casa, ya que no es lo mismo que los pequeños pasen ratos de juego por las tardes en casa a que estén la mayor parte del día en ella. Podemos involucrarlos en la limpieza y orden del hogar. Y claro, si es su estilo, pueden comenzar dar ciertas estructuras y rutinas simples para que cuando queramos iniciar con un currículo o plan de estudios más formal, ya tengamos algo de estructura.
Mi historia respecto a esto fue la siguiente:
- Periodo de desintoxicación: primeros dos meses sin rutina.
Resultado: hija feliz, jugando mucho.
- Iniciamos “unschooling”. Trabajaremos solo lo que a mi hija le interese. ¡¡Total libertad!!
Hija: – ¿Mamá qué hacemos? –
Mamá: -¡¡Lo que quieraaass!! ¿qué quieres hacer?, ¿qué te gusta?
Hija: mmm no sé, mejor tu dime que hacer.
Mamá: ……….
3. Iniciamos “homeschooling”. Hicimos una planeación entre las dos en la cual incluimos juegos matemáticos, retos de lectura, oficios, artes y muchos experimentos.
Resultado: Hija autónoma, estructura académica, evidencias en libros y cuadernos. La pequeña se sentía segura al saber lo que tenía que hacer.
4.- Intento 2 por hacer “unschooling”
Hija: Mamá, mejor vamos a hacer otra vez la planeación, me divierto más porque hago más cosas.
5.- De vuelta al “Homeschooling”
Resultado: Hija menos pendiente de la planeación y cada día más ocupada. Comienza a ampliar su tiempo de juego, de creación e inventiva.
6.- Intento 3 por hacer “unschooling”.
Resultado: Tenemos 3 meses sin planeación y muy ocupadas. La pequeña ha pedido ya no hacer planeación y siempre tiene algo qué hacer. Ha iniciado un negocio de venta de plastilinas, ha descubierto más de 20 diferentes fórmulas para hacer slime, escribe obras de teatro, cocina, me pide trabajo con regletas para aprender fracciones, pinta, construye con cartón, comienza a leer libros largos, organiza su tiempo solita y todo esto son ejemplos solo de las últimas dos semanas.
En resumen, nuestra desintoxicación no fue de dos meses como inicialmente pensé. Nuestra desintoxicación ha durado un año, un año de conocernos, de relajarnos, de sentirnos, de experimentar, de intentos, y sobre todo un año de transformación para mi pequeña quien en un principio creía no tener muchas ideas para ocupar su tiempo, esperanzada a que el aprendizaje y la acción vinieran de fuera y después de un año, ella es consciente de que el impulso viene de adentro y que es ella quien busca aprender, no espera que le enseñen, disfruta aprender, gestiona sus necesidades y ha sido desintoxicada, el efecto anestésico ya pasó.