Ser mamá es maravilloso, pero también muy difícil, no hay vacaciones ni pausas.
Por Alex Campos
Y ahora, ¿quién podrá defenderme? Así, tal cual, como frase salida del Chapulín Colorado, así me remonte cómo a los años 70, hace unos días cuando mi amanecer me recordó que ser mamá es maravilloso, pero también muy difícil, no hay vacaciones ni pausas.
Un dolor intenso azotaba mi cabeza, no podía respirar por la gripa que desde hace unos días comenzaba a darme, pero a la cual no puse atención porque era una semana de muchos pendientes de los niños y además comenzaban a toser así que primero me ocupé de eso. Para colmo algo no andaba bien con uno de mis dientes, pues a mi hijo mediano le encanta dar cabezazos en la nariz o en los dientes, esos berrinches de los 2 años salen caros.
¿Recuerdan la frase con la que iniciaban los capítulos del Chapulín Colorado? Más ágil que una tortuga, más fuerte que un ratón, más noble que una lechuga, su escudo es un corazón. Pues así era mi estado de ánimo esa mañana, la perfecta descripción para una mamá con gripa y poca energía.
¡Somos el Chapulín Colorado de nuestros hogares!
Hacemos nuestro mejor intento siempre por ser los súper héroes que nuestros hijos esperan, a veces en el intento y las mil y un cosas que hacemos en un día, algo sale mal: derramamos cosas, se nos olvida recoger la ropa de la tinto, en fin así era el Chapulín ¿no? Al final de cuentas siempre haciendo todo con las mejores intenciones, aunque en el afán se descontara accidentalmente a unos cuantos inocentes por cumplir su misión. Como la típica escena en donde carga una escoba y al girar ¡les pega a todos a su alrededor con el palo!
En nuestro intento por ser las mejores mamás a veces nos equivocamos, hay ocasiones que no sabemos ni qué debemos hacer, pero el instinto nos llama y hacemos lo que nos toque.
¿No quisieras en ciertos días echar un chiflido y que llegara un súper héroe o de plano una mamá suplente al rescate?
Y es que el día en que nosotras nos sentimos cansadas o nos enfermamos, debemos seguir. Arreglarlos, dejarlos en el colegio, hacer la comida, tareas, atender los famosos chats de grupo para estar enterada de todo, actividades en la tarde y … uf no termino la lista.
Qué mujeres tan fuertes somos las mamás, todas sin excepción.
Luego de un parto o cesárea nos levantamos de la cama a como dé lugar y listas para decir “qué sigue”.
Somos el Chapulín Colorado de la serie de nuestros hijos, y aquí entre nos me atrevería a decir que a veces hasta de nuestros esposos… pero ¿y nuestro Chapulín? ¿Será que cuando sean más grandes, nuestros propios hijos serán nuestros héroes?
Yo seguí intentando sobrevivir el día, con dolor de diente, gripa y mucho sueño. Quería correr a mi cama y taparme hasta la cabeza como una tortuga que se mete a su caparazón. Siempre lo he pensado, las mamás deberíamos ser inmunes, no deberíamos enfermarnos.
Creo que conté cada hora que pasaba, la hora de la cena y el baño fueron las más deseadas por mí y mientras los cambiaba, luego de su baño, me decía en voz baja “Esto ya va a acabar, falta menos.” Y así fue, ¡sobreviví!
A todas las mamás que son el Chapulín Colorado de su casa, que de pronto pasan por esos días en los que sus superpoderes se han ido, les deseo que encuentren un “chipote chillón” como el del Chapulín o una pastilla de “chiquitolina” que les ayude a librar el día… y si no es así, nuestro escudo de corazón (como el del Chapulín) con M de mamá, seguro nos ayuda.
“¡No contaban con mi astucia!”