Por Lorena Salas
¿En qué se iba tu día entero? ¿Qué pasatiempos tenías? ¿Qué tanto le dedicabas a tu arreglo personal? ¿A dónde salías con amigas o con tu pareja? Estas son solo algunas preguntas que se me vienen a la mente cuando pienso quién era yo antes de ser mamá ahora de dos seres maravillosos que le dieron un vuelco a mi vida.
A veces en el día a día, cuando somos mamás por primera vez, de entrada, nos enfrentamos a una dimensión totalmente desconocida a pesar de haber leído mil libros y revistas sobre bebés, crianza, maternidad, lactancia y un sinfín de temas que antes ni se nos ocurría echar un vistazo. Pero es precisamente durante el embarazo cuando surge esa hermosa ilusión de tener pronto en brazos a nuestro bebé y aplicar todos los consejos recibidos al pie de la letra, pero oh sorpresa, llega la criatura sin un manual que nos diga qué hacer.
Como mamás recién estrenadas intentamos aterrizar todo aquello que idealizamos como el uso de esa hermosa cuna, la ropita con su respectivo conjunto, el sillón perfecto para acunarlo o amamantarlo, pero la realidad es que terminamos por dormir ya sea nosotras en el sillón con el bebé o el bebé con nosotras en la cama y eso si tenemos la dicha de dormir algo. El cansancio se apodera poco a poco y como mujeres eficientes que somos (o al menos ese chip nos han impuesto desde niñas), tratamos a toda costa de salir enteras ante cualquier nueva situación. De pronto aparece el llanto del bebé, sin motivo ni razón o al menos eso pensamos, pero ¿por qué llora si ya atendimos sus necesidades básicas? ¿estaremos haciendo algo mal?
Laura Gutman nos plantea en su libro “La maternidad y el encuentro con la propia sombra”, que debemos preguntarnos primero cómo estamos nosotras en función a lo que presenta el bebé. Por ejemplo, si un bebé llora desconsoladamente y no es posible calmarlo de ningún modo, la pregunta sería: ¿por qué llora tanto su mamá? O si un bebé tiene una erupción, la pregunta sería: ¿Por qué tiene esa erupción la madre? Si el bebé parece triste o deprimido, la pregunta sería: ¿qué pensamientos pasan por la mente de la madre? Si un bebé rechaza el pecho, la pregunta sería: ¿cuáles son los motivos por los que la madre rechaza al bebé?
“Las respuestas residen en el interior de cada madre, aunque no sean evidentes. Hacia allí debemos dirigir nuestra búsqueda, en la medida en que la madre tenga la genuina intención de encontrarse consigo misma y se permita recibir ayuda”. (Gutman, Laura. P.13. “La maternidad y el encuentro con la propia sombra”).
Es así como debemos aprovechar este camino llamado maternidad, para afrontar nuestros más ocultos sentimientos, esos que sólo emergen cuando somos mamás. Recordemos que tuvimos durante 9 meses a ese ser tan deseado dentro de nuestro vientre, y ahora, aunque esté físicamente fuera, sigue fusionado a nosotras al menos durante otros 9 meses o más, dependiendo la necesidad emocional y física tanto de uno como de otro. Ahora en lugar de que nos acompañe el bebé, nosotros acompañamos al bebé, y es precisamente esta parte la que pone a prueba nuestro nivel de entrega, paciencia, amor, tolerancia, empatía y demás factores.
La cuestión aquí es validar lo que sentimos para poder entendernos y entender también a nuestro bebé. Si nos conectamos con nosotras mismas y aprendemos a decir con claridad cómo estamos, será mucho más ligero el viaje. Basta de culparnos y exigirnos tanto, como madres y mujeres tenemos derecho a delegar actividades en la casa o el trabajo cuando ya no podemos más, finalmente quien más lo agradecerá será nuestra familia.
Como mamá de dos hijos, aprendí ya con el segundo a bajarle al nivel de auto exigencia y aunque tarde, empecé a pedir ayuda. Me embarqué tanto en mi rol de mamá que ya no recordaba cómo era antes de serlo, me había perdido a mí misma en el mundo de la maternidad.
Definitivo, no es lo mismo uno que dos. El cansancio al cuadrado parece cobrar factura finalmente al grado de llevar el agobio al límite, pero siempre hay una luz al final del camino, en mi caso, fue precisamente ese autodescubrimiento del que habla Gutman cuando somos madres, el que me llevó también a descubrirme como mujer, el simple hecho de cuestionarme qué es lo que quiero o por qué repito ciertos patrones aprendidos desde mi infancia ahora con mis hijos.
Fue así como a través de un proceso de sanación y de búsqueda interior, comencé a juntar las piezas de mi propio rompecabezas, porque para funcionar bien como madre y esposa, debía antes recobrarme a mí misma como mujer y dejar las culpas a un lado.
Salir de nuevo con amigas, ir de compras, bailar, escribir, pasear, dedicar tiempo para arreglarnos el cabello, maquillarnos, ponernos el mejor perfume que tengamos, tener una cena romántica con nuestros esposos, darnos un baño reparador, hacer las paces con el espejo, relajarnos viendo un rato la tele, hacer lo que más nos gustaba y empezar a pedir lo que queremos antes que ver por los demás, son sólo algunas ideas de cómo podemos volver a encontrarnos a nosotras mismas como mujeres, sólo así podremos llevar con plenitud nuestra maternidad y vida entera.
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Es muy cierto que al ser otra vez nosotras seremos más felices y nuestras familias.
También tenemos derecho (y obligación, por salud mental) a pedir cosas/tiempo para nosotras.