De cómo empieza toda esta revolución pacífica

Clara F. Zapata Tarrés / La Liga de la Leche A.C.

 

Para María Luisa       

 

Y ahí está mi madre, se llama María Luisa. Es una mujer muy sincera, moderna y sobre todo trabajadora. Cocina delicioso y siempre trae medias con figuras de cuadritos, rombos, rayas y luce sus piernas con unos tacones altos que siempre la hacen ver muy elegante. Mi hija Rebeca se parece infinitamente a ella, siempre con la espalda derecha y con la postura de cisne que no opaca la mirada franca y la opinión abierta. También, las dos son cariñosas y tolerantes en el más amplio sentido del término.

Mi mamá, Lu, como la llamo desde la infancia, es una mujer que comenzó su vida política desde muy temprana edad, para nunca dejar de luchar por las mujeres en su país Chile, y en México, ahora. Vivía en el norte de Chile, en un lugar llamado Chuquicamata, donde hay una mina de cobre. Se dedicó a hacer muchas cosas para procurar y hacer que el mundo laboral femenino fuera más sencillo. Siempre ha creído fervientemente en el poder que tenemos las mujeres para luchar por un mundo igualitario y equitativo. Ella fue de las primeras mujeres que comenzó a usar anticonceptivos. Se aventuró a luchar por su país, albergando y bailando zorba el griego con compañeros que huían, hasta que llegó a la Ciudad de México, con mi hermana Maga de dos años y Pancho, mi papá, que había sido torturado por militares durante la dictadura militar en Chile. Este es un pestañeo de lo que fue su juventud. Ahora trabaja muy duro todos los días después de haber tenido una crisis emocional muy potente que la posicionó y regresó al mundo con más fortaleza y entereza. Escribe libros, da clases, juega a las marionetas con mis hijas y ama profundamente a sus nietos a quiénes ha protegido y cuidado desde su nacimiento.

Y ella, mi mamá, no pudo amamantarme más que como 3 meses. Mi primer alimento fue un huevo que me dio alergia y ella me cuenta que fue un proceso muy complicado, pues tuvo cesárea, me separaron de ella, el doctor la convenció científicamente que no importaba tanto dar pecho y que sería aún más difícil hacerlo trabajando. Además, durante las largas pláticas que tuvimos al respecto- pues yo me convertía en Líder de La Liga de La Leche- profundizamos en el tema. Leí incluso un libro en el que la autora dedica más de 200 páginas a atacar a la organización a la que pertenezco, argumentando que la maternidad y la lactancia era la nueva esclavitud de las mujeres. Pudimos dialogar y creo que logramos amarnos más después de este profundo trabajo emocional madre-hija.

Esta es la descripción de una mujer que nació a finales de los años cuarenta y que podría ser cualquier mujer que comenzó a ser independiente y a disfrutar alegremente de su libertad personal, económica, social y política. Pero esta historia comienza mucho antes… aquí ya se forjaba la herencia de aquellas mujeres que en el siglo XVIII comenzaron a trabajar de manera más continua y permanente.

Pero, ¿por qué preocuparnos por la historia?; ¿qué relación tendrá con la lactancia?

Resulta que en plena revolución industrial, allá por 1867, un hombre llamado Henry Nestlé crea una compañía que ahora todos conocemos y que representa el inicio de las fórmulas lácteas. Se crean mega-fábricas y las madres salen a trabajar. Los sucedáneos de la leche humana (mejor conocidos como fórmulas lácteas) nacen de varios experimentos de leche de vaca con otros productos como el azúcar y la harina de trigo. Algo que comenzó quizás como un ingenuo experimento continua el camino y se industrializa. Hoy podemos encontrar muchas marcas que producen estos sucedáneos.

Y desgraciadamente, comienza el mercadeo sin límites, haciéndonos creer incluso, que las fórmulas lácteas son mejores que la leche humana, mostrándonos bebés ganando partidas de ajedrez, patinando y corriendo como genios mediáticos. Y, ¿por qué no? también se crean las fidelidades, que no obstante la existencia de un Código de Sucedáneos de La Leche Materna (1981), invaden nuestros anaqueles con una inmensidad y variedad de productos que vienen desde las fórmulas para recién nacidos o prematuros hasta chocolates y papillas para más niños mayorcitos. La “solución” ya está. Como madres, no tendríamos que preocuparnos y podríamos salir a trabajar con la tranquilidad de que nuestros hijos se criarían prácticamente solos. Y también nuestros bebés pueden estar al último grito de la moda con chupones modernos, coloridos y biberones costosos que cambian de color cuando calentamos la leche.

Toda esta ironía pasa por nuestras emociones y acciones. Y es que dar pecho es una elección llena de libertad. Y no dar pecho lo es en algunas ocasiones también. Sin embargo, las más de las veces, tiene que ver con nuestra propia ignorancia y además con que todos creen que la mejor solución es no preocuparse y dar fórmula láctea sin culpas. Y viene este gran tema, la culpa. En la que también las grandes compañías se encargan de argumentar. Nos muestran videos muy tiernos y divertidos en los que aparentemente las personas que amamantan y las que no, se reconcilian entre ell@s poniendo en el centro la maternidad como una hermandad necesaria.

El tema central de todo esto es que en México los índices de lactancia son del 14% y que ya no se trata de un tema de modas o reconciliaciones. Es un tema de salud pública en la que se está viendo afectada la vida de los bebés y de los adultos. Es un tema emergente que sí merece ser tomado en cuenta. A pesar de que organismos internacionales como la OMS o UNICEF recomiendan lactancia exclusiva durante los primeros seis meses de vida de los bebés y hasta los dos años, las leyes, normas y recomendaciones en México, no son respetadas en muchos de los casos.

Las madres trabajadoras son nuestra fortaleza y son las que efectivamente necesitamos ser apoyadas para el regreso a nuestra labor diaria, sin tener que sacrificar nuestra vida personal ni profesional para amamantar a nuestros bebés. La ciencia avanza y la política camina a pasos lentos que no necesariamente favorecen del todo a estas mujeres. Mientras no estemos solas, mientras nos acompañen nuestras familias y nuestra comunidad, podremos recuperar espacios o trazar senderos certeros que respeten nuestros derechos y por ejemplo, podamos tener espacios dignos para extraernos leche en nuestros trabajos, sin tener que recurrir a un baño no muy limpio o a nuestro auto para hacerlo. Podemos ingeniarnos cómo hacerlo solas pero muchas renunciamos a amamantar por todas las razones que les platico en este texto. ¿Cómo lo haremos?

 

Bibliografía                           

https://laligadelaleche.org.mx/

Badinter Elisabeth, Le conflict, la femme et la mère, Flammarion, 2010

Imágenes: http://www.prodimarques.com/sagas_marques/nestle/nestle.php

 

Las experiencias de la tribu en los grupos de apoyo de La Liga de la Leche, te ayudan a llevar estos procesos de manera más relajada y tranquila. No dudes en asistir a alguno y pedir apoyo cuando lo necesites.

Clara Zapata

Soy Clara, etnóloga chilena-mexicana. Tengo dos hermosas hijas, Rebeca y María José, con Joel, mi regiomontano amado. La libertad y la justicia son mi motor. Creo plenamente en que la maternidad a través de la lactancia puede crear un mundo más pacífico y equitativo y por eso acompaño a familias que han decidido amamantar. Amo la escritura, la cultura y la educación.

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