No pasemos más tiempo “queriendo” algo y dando justificación tras justificación tras excusa por no lograrlo. Hay cosas que no se pueden lograr, sí. En esos casos se aplica la aceptación.
Por Dona Wiseman
El 2017 está por terminarse. Cada una de nosotras tenemos nuestras experiencias y una definición en general de cómo nos ha ido y lo que ha significado este año. Hay cosas que nos gustaron y cosas que para nosotras no fueron buenas. Observé durante este año como algunas personas batallaron para encontrar su camino y como a otras les fue muy bien (un poco más lo primero). Desde lo que puedo apreciar ha sido un año que presentó muchos retos. El 2018, energéticamente, traerá su propia propuesta, una energía más protectora, más tranquila, más “low-key”. Parece que será un año para poner atención en lo cotidiano, en lo básico, en lo que no es muy vistoso ni llamativo. Esto significa quizá que estaremos poniendo más atención a estar en familia, con amistades cercanas, en casa, en lo sencillo.
Para mí los fines de año son momentos importantes. Me es importante cerrar activamente el año en curso para poder abrir el año que sigue con conciencia. Esto me lleva a observar, en primer lugar, lo que hay que agradecer del año que termina. Luego busco lo que no deseo que permanezca en mi vida (actitudes y situaciones principalmente). Al final permito que surjan propuestas de cómo deseo seguir mi vida en el siguiente año. Sí, dije “propuestas” y no “propósitos”. Esas listas interminables de cosas que creo que debo hacer se hacen mecánicamente, justo para no hacer nada. Una propuesta lleva la intención de un trabajo de cambio, o de la continuación de algo ya puesto en acción. Una propuesta implica un compromiso, un plan, una programación, un nivel mayor de conciencia. No siempre nos saldrán las propuestas como pensamos, pero como todo objetivo, tendrán que ser flexibles.
Al proponer lo que deseo para mi vida, es importante no caer en las trampas del “quisiera” y del “hubiera”. El pasado no tiene remedio y ponernos a lamentar lo que no hicimos no cambiará nada. Darnos cuenta de cosas, situaciones, y actitudes que ya no deseamos es distinto, ya que implica partir de lo que hay. Y bueno, la palabra “quisiera” significa “no”. Piénsalo. Si tú me dices, “Dona, te invito a tomar un café”, y yo te contesto, “Quisiera,” la siguiente palabra que diré seguramente será, “pero”. Hagamos propuestas de vida que no terminan en “pero”. No pasemos más tiempo “queriendo” algo y dando justificación tras justificación tras excusa por no lograrlo. Hay cosas que no se pueden lograr, sí. En esos casos se aplica la aceptación. Hay cosas que dependen de otros. Mis propuestas no pueden ser como el objetivo de una señora que alguna vez llegó a mi consultorio. Le pregunté por qué acudía a terapia y me respondió que quería que su hijo estudiara. Esa no es una propuesta válida para ella.
Las propuestas no son deseos. Una propuesta expresa una necesidad “satisfactible” (perdonen mi tendencia a inventar términos) y la estrategia para lograr esa satisfacción. Entonces el primer paso para establecer propuestas es poder identificar mis necesidades. Es todo un trabajo y a veces es tema de terapia durante largo tiempo.
Energéticamente el año termina el día 21 de diciembre, solsticio de invierno, la noche más larga del año. A partir de esa fecha los días se hacen paulatinamente más largos y nos encaminamos hacia la primavera. Es el primer día de invierno, del período en que la Tierra descansa y espera. Es un tiempo propicio para sortear conmigo misma este enigma de mis necesidades y mis propuestas, y de comenzar el 2018 (año del perro de tierra según el calendario chino que comienza el 16 de febrero) con ideas nuevas y con propuestas que sí trabajaremos y sí lograremos.
Felices fiestas, feliz solsticio, feliz cierre de año. Las veo aquí el día 25.