Por Valeria González
Termino este 2017 con todos los propósitos cumplidos. ¡Yei! Como nunca antes, todos aquellos propósitos que alguna vez me plantee al inicio de un nuevo ciclo como: hacer ejercicio con constancia, comer saludable, ser más tolerante y paciente, tener más tiempo para mí, viajar, terminar lo que empiezo, meditar, aumentar mis ingresos personales, ser menos criticona, mejorar todavía más mi relación de pareja, entre otros, ¡pude logarlos en el 2017! Después de años y años de abandonar los propósitos para marzo, si bien me iba.
Para logar esto hay un secreto, la fórmula perfecta y definitiva para lograr cualquier propósito, la panacea que hace que todo se pueda lograr, hoy se los voy a compartir.
En primer lugar, el error está en el planteamiento del propósito, ya que todos los que mencioné antes hubieran sido muy difíciles de lograr si me los pongo como meta. Mi vida se benefició con todos ellos sin planteármelo directamente, el cambio se dio como consecuencia de lograr uno, uno solo, el control interno y el desapego externo.
Uno de los motivos por los cuales empezaba los años con muchos propósitos es porque solía ser muuuuy controladora, todavía, pero mucho menos. Y ¿qué relación tiene con los propósitos? Pues, frases como “si tan solo tuviera 5 kilos menos, sin tan solo estuviera más en forma, durita, sin tan solo mis hijos se comportaran de cierta manera, si tan solo tuviera tiempo para meditar, si tan solo mi esposo fuera más esto o aquello, si tan solo mis amigas, vecinos, colegas hasta mascota fuera de determinada manera no solo yo estaría muy bien, ellos también, porque sobra decir que para una controladora existe un pensamiento recurrente aunque a veces no muy consiente: “si todos en el mundo se comportaran de la manera en que yo quiero que se comporten, no solo yo sería feliz, ellos serían felices también…¿porqué la gente no se da cuenta de lo sabía que soy y la razón que tengo y me obedecen en lugar de hacer las cosas a su manera?”
Querer controlar mi vida, controlar a otros y querer controlar hasta el medio ambiente, crea mucha frustración, mucho estrés y es muuuy cansado, es agotador. Yo no me daba cuenta de lo cansado que era hasta que lo dejé. Por lo mismo, estaba exhausta para abril o a veces para marzo y abandonaba todo propósito llena de culpa.
Soltar el control externo es el secreto para vivir una vida feliz, en paz, tranquila, llena de energía y esto trae resultados sorprendentes. A mayor control de mis pensamientos y emociones menor es el deseo de control de lo externo y esto se logra con una mayor responsabilidad personal por mi bienestar.
La responsabilidad personal por mi propia felicidad es desarrollar la habilidad de controlar mis propios pensamientos y emociones independientemente de lo que aparenta pasar afuera o de las decisiones que tomen los demás. Tomar control sobre mi interior en vez del exterior. Una de las cosas que aprendí en este año es que al ser sobre controladora sencillamente le estaba dando las llaves de mi bienestar a otros, al medio ambiente o a circunstancias de la vida y por eso quería cambar todo, a mí misma, cambiar a otros porque no podía sentirme bien a menos que lo externo cooperara.
Al asumir la responsabilidad de mi propio bienestar hice lo opuesto y esto realmente hace la diferencia.
No culpar a otros ni a las circunstancias por cómo me siento y desarrollar la habilidad de regular mis emociones independientemente de lo externo, ¿es eso posible? ¿Y si tengo un accidente o mi hijo se enferma? Teóricamente es posible estar en completo control de mis emociones incluso en circunstancias dramáticas, tenemos el ejemplo del Dalai Lama, que se mantiene ecuánime aún con la invasión China a su tierra, o Nelson Mandela que a pesar de haber estado preso injustamente gran parte de su vida logró mantener la paz.
La pregunta correcta para mí en este momento no es si es posible el control interno en una situación dramática, más bien si el control interno es posible en las situaciones normales del día a día. Se requiere desarrollar la habilidad de controlar los pensamientos y así controlar las emociones y como toda habilidad requiere práctica. Y ese fue mi propósito de este 2017, estoy muy lejos de ser como Mandela pero mi ecuanimidad interior se mantiene ahora sin esfuerzo cuando estoy atorada en el tráfico y tengo prisa de llegar a una cita o hace un frío horrible justo el día de la fiesta al aire libre de mi hija de primaria. Poco a poco, como toda habilidad, tomo retos de acuerdo a mi desempeño, no puedo esperar ser como el Dalai Lama si me frustra que mi doctor me atienda tarde. Roma no se hizo en un día.
Y al plantearme este único propósito todos los que alguna vez me propuse se realizaron sin darme cuenta. Al finalizar este año y verlo en retrospectiva me asombra ver todos los nuevos hábitos saludables, excelentes relaciones, paz, tranquilidad y tiempo para meditar, terminé todos los proyectos que empecé, soy una mamá mucho más tolerante y amorosa, mi matrimonio tiene un 100 perfecto. Y todo esto sin habérmelo propuesto directamente. Y por esto puedo afirmar que el mejor propósito es desarrollar la habilidad para controlar mis pensamientos y emociones independientemente del exterior, las ganancias son sorprendentes. ¡Feliz 2018!