Por Mayte Cepeda
No es novedad escuchar en las pláticas entre amigas que alguien ha dejado de realizar algún deporte o práctica física debido a una lesión. Que si fulanita se lastimó la rodilla corriendo, que si perenganita desde los nacimientos de sus hijos quedó lastimada de la espalda y pues olvídate de que vuelva al yoga, que si chuchita le saca la vuelta al spinning porque le empeoran las migrañas, pero le entra al café y al trabajo durísimo, y muchos más etcéteras. ¿Te suena común? A mí sí y mucho.
Las actividades que implican esfuerzos físicos se relacionan directamente con las emociones y pensamientos que pasean por nuestra mente. En el caso del yoga, existen altas posibilidades de que al realizar una postura determinada, puedan desencadenarse emociones surgidas de un pensamiento recurrente que traemos en la mente y que al mover el cuerpo físico en determinada dirección ¡pum! Surgen esas emociones que incluso te generan reacciones físicas como el querer reírte, llorar, gritar o salir de esa postura a como dé el lugar.
Cuando nos suceden estas cosas es súper importante no clavarnos en el suceso y solo dejar que la emoción o la reacción pase, sin retenerla, sin juzgarla ni cuestionarnos los porqués. Pero ¡ojo! aquí es cuando surge algo que debemos reconocer y no dejar pasar: me refiero a cuando las reacciones del cuerpo son tales que nos están provocando dolor o nos están poniendo en riesgo de caer en una lesión.
Este tema es muy recurrente y por ello me gustaría hacer hincapié y ponerme insistente. Cuando inicias en el camino del yoga y asistes a clases puede ser que al principio te impresione que otros practicantes realizan las posturas “físicamente” mejor que las tuyas; (lo entrecomillo con el único afán de intentar poner un calificativo aunque esto no debe calificarse así). Entonces ves posturas muy estilizadas, gente parada de cabeza o de manos, hermosas espaldas arqueadas, cuerpos doblados con un alto nivel de belleza estética y tú ¡apenas estás empezando! Te abruma la idea de que aún no eres flexible ni fuerte y te agobia el hecho de que a tu alrededor todos hacer “mejores” posturas de yoga que tú.
Entonces aquí surge esa idea errónea de querer exigirte más de lo que tus capacidades físicas y condiciones anatómicas te pueden dar en el momento y, dejas de observar tus sensaciones, dejas de respirar y sin darte cuenta te cruzas la delgada línea de hacer la postura en plena consciencia y te brincas al lado oscuro de hacer una postura solamente física, sin mente, ni respiración, ni corazón. Y ¿qué es lo que sucede? Lamento decirte muy seguramente te vas a lastimar.
Caemos en la confusión y frustración de pensar que nuestra práctica de yoga puede compararse con la de mi compañera de tapete, y eso pienso que aplica en todas las disciplinas físicas, igual que con quien te sales a correr en las mañanas y trae un paso más veloz que el tuyo.
Cada persona tiene su camino y su enseñanza propia. En yoga, hablamos de una disciplina o filosofía de vida que aunque tiene muchos caminos, se busca el mismo objetivo. Cada quien experimenta de modo distinto, pues la enseñanza que necesita cada quien atiende a circunstancias personales e individuales. Y por eso mismo, cada quien tardará cuanto sea necesario para lograr una postura; habrá quien logre un parado de cabeza en la primera ocasión que lo intenta y habrá quienes nos tardemos un poco o mucho más en lograrlo.
Todos esos enredos mentales que nos frustran y nos hacen sentir que debemos ponerle turbo a la postura y exigirnos más de lo que el físico puede aguantar, solo están en tu mente y nada de eso tiene trascendencia alguna en el exterior. La práctica de yoga tiene el objetivo de fusionar mente, cuerpo y espíritu, y eso está en tu interior, lo que se ve afuera es poco trascendental. Lo que importa es el camino, el proceso, el aprendizaje, el saber respetar tu cuerpo y sus limitantes, el explorar cuando puedes profundizar más en la postura, siempre teniendo claro que el beneficio es para tu yo interior, no para los que tienen puesto el tapete al lado tuyo. Cuídate mientras practiques yoga o cualquier disciplina. No caigas en la tentación de competir si no es contigo misma. Namasté.
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